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La novela que recrea casos de la relación prensa-narco

Abida Ventura| El Universal
Martes 23 de noviembre de 2010
La novela que recrea casos de la relacin prensa-narco

EXPERIENCIA. El narrador ha vuelto a hacer de la frontera su territorio literario, ahora con el libro “Tijuana: Crimen y Olvido”. (Foto: JUAN BOITES EL UNIVERSAL )

La esquina más recóndita del límite entre México y Estados Unidos vuelve a ser escenario de la nueva novela de Luis Humberto Crosthwaite que ha hecho de la frontera su territorio literario. Él mismo lo confiesa: “A mí la frontera me interesa en toda su trama, su tragedia, en todo su amor y su comedia”

Clínica de Periodismo

A partir de su experiencia como periodista y de su relación con reporteros que cubren la fuente de nota roja en Tijuana, Luis Humberto Crosthwaite recrea en Tijuana: Crimen y olvido (Tusquets), el tema de la violencia hacia los periodistas infringida por el narcotráfico.

La esquina más recóndita del límite entre México y Estados Unidos vuelve a ser escenario de la nueva novela de este narrador que ha hecho de la frontera su territorio literario. Él mismo lo confiesa: “A mí la frontera me interesa en toda su trama, su tragedia, en todo su amor y su comedia”.

¿Hasta qué punto un reportero está dispuesto a exponer su vida para obtener una nota?, es el planteamiento que Crosthwaite traza en este libro, a través de la historia de un escritor que investiga la desaparición inexplicable de una joven periodista de Tijuana y la de un escritor de San Diego.

En entrevista, el escritor relata los pormenores de su experiencia como periodista y sus intenciones por escribir sobre un tema tan escabroso.

¿De dónde parten esos casos que recreas en la novela?

 

Conozco y tengo amigos que son reporteros, que cubren la fuente de nota roja en Tijuana y me interesé en otros casos, pero en especial los que estaban a mi alcance. Entonces empecé a buscar los casos que habían sucedido en Tijuana, en San Diego, o en ciudades como California.

Hice mi propia labor de investigación mucho más allá de lo que típicamente hace un novelista, me interesaba que fuera mucho más fidedigno y que tuviera la seriedad de la no ficción y además elementos de ficción que me daban la oportunidad de cerrar, hilar cabos que quedarían abiertos.

¿Qué tan difícil o fácil es articular los elementos literarios y los de investigación periodística?

Desde un principio estuvo planteada de esta manera, no me cuesta tanto trabajo, me he dedicado mucho tiempo al periodismo pero también a la ficción. Finalmente cuando los hilos de periodismo y literatura mezclados no se notan, es cuando ya notas un trabajo con más seriedad.

Hay para mí un modelo de novela de no ficción en México que es Asesinato, de Vicente Leñero, una novela de rigor periodístico profundo, así como A sangre fría, de Capote.

En mi caso, las desapariciones que se dan por el narco, es imposible investigar, lo que tienes generalmente es un rompecabezas, cómo le haces, cómo juntas cosas que no embonan; utilizas herramientas de la ficción.

Mencionas que existe un momento en que un periodista cruza la línea, ¿En algún momento sentiste que tú cruzabas esa línea?

Lo que yo sentí fue el temor en mi personaje. No sentí que estaba cruzando esa línea pero un reportero no creo que lo perciba. Se me hace muy difícil imaginarme a un reportero que sepa que por lo que está escribiendo se va a morir. De repente te enteras de periodistas que dejan a sus familia, a sus hijos sin papá, y pues creo que no vale la pena.

Yo tuve varias conversaciones con Blancornelas y las situación es esa, él no supo exactamente cuando cruzó esa línea. Empezó a escribir sobre los políticos y empezaba a escribir cosas del narco y de repente los Arrellano Félix ya lo tenían en su lista, entre la gente que había que desaparecer. ¿En qué momento cruzó la línea? No hay una respuesta.

¿Por qué crees que los periodistas son tan vulnerables, principalmente ante el narcotráfico?

Los matan porque son fáciles de matar. Los reporteros nunca se sienten en peligro, los editores siempre dicen que les advirtieron. Yo diría que es importante analizar las coincidencias que existen entre todos los periodistas muertos y desaparecidos. Algo que me parece muy frecuente es: el periodista nunca se sintió en peligro, el editor le advirtió.

¿Qué mueve al reportero a investigar en dónde sabe que es peligroso?

La adrenalina, en las noticias de nota roja. La nota del narco lo mueve también la competencia con otros medios, la misma que motivan a los editores.

¿Qué deberían hacer las instituciones o los medios de comunicación para proteger a los periodistas?

Yo como editor protegería más a mis reporteros, pero lo que pasa es que el morbo vende. Desde el punto de vista de la comercialización, los editores dicen: pues quizá no es problema mandar a los muchachos al campo de batalla, así que hay que pedirles las notas más jugosas.

Se debe evaluar a nivel de editores, dueños de periódico y directores, que decidan qué publicar y qué no, ya muchos periódicos lo han hecho. Esa es la manera de protegerse, así se da en todos lados, pero lo que pasa es que como andan en la calle, son vulnerables. Ves una nota publicada, firmada por redacción, al investigar es muy fácil dar con las personas que cubren esa fuente. No corre peligro nada más el periodista, corre peligro también la familia, es una cosa tremenda…

¿Hubo algún caso de asesinato en tu círculo cercano de amigos o compañeros que te haya marcado?

No sólo eso, yo conocí y tuve la oportunidad de trabajar con Héctor “El Gato” Félix Miranda, en el seminario Zeta; conocí cercanamente a Francisco Ortiz Franco que también fue uno de los muertos del Zeta, conocí muy cercanamente a Blancorlelas; vaya ha sido un circulo que me ha pesado mucho. Yo vivía cerca del ABC y conocía a los reporteros, cuando comencé a escribir mi relación con Blancornelas era muy cercana, hasta la fecha es la única persona que cuando me veía en la calle me reconocía y me saludaba, él siempre era muy amistoso, muy cálido. Su casa está a tres cuadras de la mía, la transformación de ver su casa amurallada fue para mí muy doloroso, porque nadie debería vivir eso, mucho menos por lo que escribes. Si yo tuviera que vivir eso por escribir un libro, no sé... para mí no es palpable, ni imaginable, me parece una situación muy dolorosa.

De hecho Blancornelas, aunque con el nombre de Samuel Ordoñez, aparece en la novela…

Así es, es el mismo Blancornelas, sólo que cambie los nombres.

 

 



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