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“Barbarie y violencia siguen presentes”

Sonia Sierra| El Universal
Sábado 06 de noviembre de 2010
Barbarie y violencia siguen presentes

EXTRACCIÓN DE CAUCHO EN EL AMAZONAS. En la novela se cuenta el drama vivido en pueblos del Congo y América del Sur. (Foto: IMAGEN DE RICHARD EVANS SCHULTES, TOMADA DE WWW.BANREPCULTURAL.ORG )

Vargas Llosa habló de los temas vigentes hoy día que retrata en su nueva novela

ssierra@eluniversal.com.mx

El Premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa está convencido de que a pesar de que el conocimiento y las ciencias han avanzado de una manera extraordinaria, el ser humano todavía responde a ciertos instintos que lo regresan a una época de violencia y barbarie de tiempos primitivos.

“El problema de la maldad, de la violencia que anida en el ser humano -dijo ayer desde Madrid el escritor-, es por desgracia un tema permanente en nuestra época. Vemos a nuestro alrededor, por diversas circunstancias, dada la desaparición de la legalidad, la aparición del fanatismo, la violencia que estalla con una ferocidad tan enorme como ocurrió en la época de Roger Casement en el África y la Amazonia”.

Roger Casement es el protagonista de su nueva novela, El sueño del celta (Alfaguara), que se publicó esta semana y sobre la cual conversó ayer desde España, por medio de una videoconferencia en la que participaron periodistas de 11 países de Latinoamérica.

Fue una conversación en la cual el escritor habló, además de su novela, del ejercicio de la escritura, las fuentes de sus libros, la violencia, la tauromaquia y la piratería editorial, un problema que, no duda, desaparecería en un día si los gobiernos lo quisieran:

“La piratería surge cuando la legalidad desaparece. Lo terrible es que en nuestros países hay una cierta complacencia frente a la piratería como si fuera una falta menor, incluso hay defensores que dicen que gracias a la piratería hay libros baratos. La piratería editorial desaparecía en un día si los gobiernos lo quisieran, no hay nada más fácil que encontrar la línea que conduce del vendedor callejero de libros piratas al que la imprime y a quien se beneficia con ella. Los gobiernos no lo hacen porque parece que esto no fuera un delito sino una falta permisible; creo que es una de las manifestaciones de nuestro subdesarrollo y del escaso apego que tiene la opinión pública respecto a la necesidad de la legalidad”, dijo el escritor.

La lucha de Casement

En El sueño del celta Vargas Llosa recupera la historia del irlandés Roger Casement, uno de los primeros en denunciar los horrores del colonialismo europeo en el Congo, la vejación que sufrieron las comunidades de esa nación africana en medio del auge de la industria del caucho y, posteriormente, los abusos de las caucherías en la Amazonia de Perú, Colombia y Brasil.

El escritor descubrió al personaje leyendo una biografía de Joseph Conrad y le interesó en particular, porque Casement había “ayudado muchisímo” a Conrad a escribir El corazón de las tinieblas . Lo paradójico es que, como lo cuenta Vargas Llosa en su libro, al final de su vida Casement no encontró el apoyo esperado en Conrad.

“Creo que aunque esta novela está situada en esa época, hace más de 100 años, los temas que toca son, por desgracia, muy actuales. Por ejemplo desde el punto de vista histórico y social, los indígenas del Congo viven en un estado de anarquía, de violencia, de explotación que, en cierta forma, arranca de la época de la colonización. Y creo que se puede decir algo muy parecido de las pequeñas comunidades amazónicas, algunas de las cuales no se han recuperado nunca de los estragos que causó en ellas la brutalidad con que funcionaban aquellas caucherías”.

Escribir esta novela, dijo Vargas Llosa, fue una aventura personal que lo llevó a sumergirse en mundos nuevos para él, como el Congo o las luchas independentistas de Irlanda.

En el norte del Congo, en los campos de refugiados, atestiguó cómo los congoleses aún son víctimas de violencias atroces, hambre, guerras intestinas y vejaciones. La explotación ya no es por el caucho sino en las minas. “Ese país nunca ha podido construirse como país por los estragos que causaron justamente los años del apogeo del caucho, en los que se perpetró uno de los peores genocidios de la era moderna”.

Aún así, recalcó, el suyo no es un libro de historia, sino una novela: “Toda esta documentación la he reunido para mentir con conocimiento de causa. Me he tomado muchas libertades: he inventado personajes, los personajes históricos como Roger Casement están tratados con la libertad con que es tratado un personaje de ficción; he respetado los hechos históricos básicos”.

Su personaje, explicó, le interesó porque si bien es un luchador por los derechos humanos, un concepto que en esa época no existía, y un idealista que arriesgó su vida, al mismo tiempo fue un ser humano falible, con los errores, las desviaciones, que tiene cualquier persona común y corriente.

“Yo creo que una novela es una ficción. No es un retrato fiel, fotográfico, del mundo, de la vida. La novela es un reflejo muy infiel porque hemos añadido algo que no existe en la realidad, porque nos hacía falta, porque hemos creado. Ese es el gran servicio que presta la ficción a los lectores. El hecho de que sea una mentira, que esté impregnado de fantasía, no quiere decir que esté divorciado de la realidad, creo que su materia prima parte siempre de la realidad vivida”. Agregó que la novela permite conocer intimidades, deseos que los documentos no expresan: “Eso sólo la literatura nos lo puede mostrar, y además educar nuestra sensibilidad como para entender que existe de una manera disimulada y secreta en la vida real”.

Lo que no cuenta la historia oficial

Cuestionado desde su natal Perú acerca de por qué esta historia de las caucherías no se enseña, el escritor explicó hay un olvido deliberado que se explica por lo incómo del tema para los gobiernos y las sociedades.

“Es una historia que nos acusa a los peruanos, a los colombianos, a los brasileños, somos corresponsables de lo que allí ocurrió. Porque en el Congo se puede decir fueron los colonizadores belgas, pero en Perú, Colombia y Brasil no fueron colonizadores extranjeros sino peruanos, colombianos, brasileños los que cometieron esos horrores. Es una vergüenza que nos debe remover la conciencia sobre todo si pensamos que las víctimas de los caucheros son ciudadanos de segunda o de tercera clase, que siguen en condiciones primitivas. No nos ocupamos de eso porque nos sentimos muy incómodos y entendemos secretamente que tenemos una responsabilidad con lo que ocurrió hace años”, dijo el novelista.

Para el escritor, en el mundo de hoy formas de violencia se verifican “en países como Irán donde lapidan a las mujeres consideradas adúlteras, en la carnicería que están viviendo países como Afganistán, como Irak donde el terrorismo sigue causando estragos”. Recalcó que continúan, por desgracia, muchas manifestaciones contemporáneas de una barbarie que no ha mermado “aunque hayamos progresado en el dominio del conocimiento, de las ciencias, de la tecnología”.

Interrogado acerca de qué personajes contemporáneos le inspirarían una novela, citó los nombres de Aung San Suu Kyi, de Myanmar, y Nelson Mandela.

A una pregunta sobre la tauromaquia el novelista defendió este arte y se describió como un gran aficionado a los toros: “Creo que es algo que forma parte de nuestra tradición, en países como Colombia, Perú, Ecuador, México; son parte de nuestra vida cultural. Por eso yo defiendo los toros y estoy en contra de la prohibición. Los toros son un arte, al mismo tiempo constituyen una expresión de la condición humana y de cómo a través de la destreza y de la inspiración se puede dulcificar la violencia que forma parte también de la condición humana. El toro, desde luego, es un arte en el que hay violencia, pero quienes piden la prohibición de los toros ignoran que todo lo que precede al acto mismo de la corrida no sólo es respeto hacia el toro sino cariño, cuidado, mimos, y que el toro que se enfrenta al torero es un animal nacido para la pelea, un animal que, por otra parte, existe porque existen la corridas. Quienes piden la desaparición de las corridas están pidiendo en realidad la desaparición del toro bravo, del toro de lidia”.

Aunque Vargas Llosa no se refirió a su visita a México, la editorial Alfaguara confirmó que no vendrá a la FIL y tampoco a la recepción del Premio Alfonso Reyes en Monterrey, pero que sí hará una visita a México en 2011.

 



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