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Su solemnidad ante el acto los hacía parecer monumentos de reconocimiento. Fue una ceremonia modelo de elegancia, buen gusto y calidad. Profesores e investigadores mexicanos y extranjeros con méritos excepcionales, quienes con su labor han mejorado las condiciones de vida o contribuido al bienestar de la humanidad.

Convocados para reivindicar el valor del pensamiento, de la palabra, del talento, del estudio y de reconocer sus aportaciones a la transformación del mundo. Una selección de 14 intelectuales para festejar a quienes han sido parte de la construcción de la institución que con este acto también festeja su centenario: la Universidad Nacional Autónoma de México.

De manos del rector José Narro recibieron el máximo reconocimiento que otorga la que ha sido calificada como la mejor institución de América Latina.

En el patio central del Palacio de Minería resuena el coro de la Escuela Nacional de Música. Así, con pasos lentos y sobrios, los galardonados, junto a sus padrinos, toman su lugar de honor durante la interpretación del Himno Universitario “Gaudeamus Igitur”.

El protocolo daba la palabra a la doctora Linda Manzanilla, una de las que después recibiría el doctorado Honoris Causa. Su discurso hablaba de la turbulencia política del México del siglo XXI y efecto en la Universidad.

“La UNAM, institución noble, vive momentos difíciles. Las comunidades académicas se encuentran fisionadas por intereses políticos de personas que no han entendido que entre las fortalezas primordiales está la libertad de pensamiento, opiniones y ópticas”.

Su discurso lo escuchaban universitarios distinguidos, encabezados por el rector, miembros de la junta de Gobierno de la UNAM, el cuerpo diplomático acreditado en México, investigadores profesores, alumnos y galardonados.

Manzanilla daba pinceladas de optimismo en este evento que conmemoraba el siglo de la creación de la Universidad Nacional; “creo en la concordia en la armonía en la reparación del tejido social de nuestras comunidades en la excelencia y en la crítica constructiva”.

Los personajes del evento

Su discurso fue el preámbulo de la entrega de insignias y distintivos. En esta ocasión, la UNAM, que ha otorgado 146 Doctorados Honoris Causa, contempló la entrega de 16 preseas de este tipo.

Entre los elegidos estaba el escritor Carlos Monsiváis, quien por su fallecimiento en junio pasado no pudo recibir el reconocimiento. Por motivos de coincidencia de agenda Simone Veil, abogada y política francesa sobreviviente del Holocausto, tampoco pudo estar.

A los 14 presentes, el rector los invistió con toga y birrete, y les dio un reconocimiento por escrito y una medalla de oro. Caminaron por el presidium los escritores José Emilio Pacheco y Mario Vargas Llosa, el filósofo Ramón Xirau, el linguista Noam Chomsky, la dirigente indígena Mirna Kay Cunningham, entre otros.

Ángel Gabilondo, ministro de Educación de España, tomó la palabra a nombre del grupo: “Promovidos y conmovidos por la Universidad Nacional Autónoma de México nos sentimos unidos a México, a su destino, que ya amamos más y deseamos próspero y dichoso”.

Cerraba el acto el rector, con un discurso en el que respondería a las inquietudes de Manzanilla al decir que en la universidad “las posiciones críticas siempre han sido bienvenidas”.

Para los galardonados, palabras especiales: “Esta distinción universitaria implica no sólo el reconocimiento a sus merecimientos, sino también el establecimiento de vínculos de pertenencia. Es por ello que puedo decir a nuestros homenajeados: bienvenidos, ahora son parte de nuestra Universidad”.