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Un grupo musical que rescata los tradicionales jarabes de Zacatecas

Yanet Aguilar Sosa Enviada| El Universal
Martes 20 de octubre de 2009
Un grupo musical que rescata los tradicionales jarabes de Zacatecas

PARTICIPACIÓN. Los Jaraberos de Nochistlán se presentaron en el mercado Hidalgo, en el marco del Festival Internacional Cervantino, en Guanajuato. (Foto: RAMÓN ROMERO EL UNIVERSAL )

Los jaraberos de Nochistlán reviven al menos 50 canciones del siglo XVIII y XIX que ya se creían perdidas

yanet.aguilar@eluniversal.com.mx

GUANAJUATO, Gto.— De su abuelo y su padre, Nicolás Puente recibió como herencia el amor y la pasión por la música de su tierra. Pasados los años, ese hombre -que no estudió música- creó en 2000 a Los jaraberos de Nochistlán, una agrupación que se ha convertido en defensora de los tradicionales jarabes de Zacatecas y que ha logrado rescatar más de 50 canciones que estaban consideradas como perdidas.

Cien años de historia familiar en la música le dieron la fortaleza para conformar una agrupación dedicada a rescatar, promover y difundir los sonidos y compases del jarabe que se bailaba y versaba a finales del siglo XVIII y principios del XIX en la región de Nochistlán, municipio de Zacatecas. Acompañado de su hijo, Josafat Puentes (arpa), de Martín Díaz (tambora), David Pérez Gómez (violín) y Samuel Aguayo (guitarra quinta), Nicolás Puentes (violín) emprendió una tarea cultural.

“El jarabe estaba muerto, no existía. En nuestra región, al ser una zona jarabera por excelencia era muy importante rescatarlos. Soy músico por antonomasia, mis padres y mis abuelos fueron músicos, mi familia tiene 100 años tocando este tipo de música, la cual conocí a través de ellos; para la investigación fuimos a la zona lacustre, fuimos a Colima, a Los Altos de Jalisco”, señala el fundador de la agrupación musical.

 

 

Las indagatorias

A través de investigaciones de campo, Los Jaraberos de Nochistlán han ido reuniendo el legado musical que existe en su entidad, han logrado conjuntar un valioso repertorio de más de 50 canciones, entre ellos unos 10 jarabes, que ya estaban perdidos pero que dan cuenta del espíritu insurgente que envolvía al occidente de México después de la guerra de Independencia.

La investigación les confirmó lo que Nicolás Puentes recordaba de niño, que Nochistlán formaba parte de una región donde se bailaba y tocaba con bastante frecuencia el jarabe, una música que a través del tiempo muchos consideran el baile nacional y a quienes los tocaban les llamaban jaraberos.

Don Nicolás Puentes cuenta que para muchos los jarabes son una conjunción de tonadillas, “nosotros diferimos totalmente de eso; los jarabes en nuestra tierra nacieron como jarabes con un fraseo, con su particularidad”.

El violinista y director de una agrupación que ha comenzado a ser reconocida a nivel internacional por el rescate musical, asegura que el jarabe antiguo, que viene del siglo XVIII, se divide en tres partes que tienen que ver con sus acentos y un verso jocoso que sirve como un aplauso para los que están bailando.

 

 

“Ante la carencia de quién lo hiciera, nos atrevimos en forma muy modesta a realizar la investigación”, explica.

 

El resultado es que ya se está difundiendo por el mundo la verdadera tradición jarabera, dice Don Nicolás: “no el jarabe tapatío, el jarabe largo o el jarabe ranchero que los etnomusicólogos dicen que son jarabes, nosotros creemos que no. Los jarabes vienen de más atrás, de esa visión nacionalista con la que fue difundido en el siglo pasado”.

 

Los hallazgos

En su investigación, descubrieron también que aún había gente que recordaba cómo se bailaba el jarabe tradicional, cuyos movimientos de pies y manos narran pasajes cotidianos, como el baile de “El Palomo”, donde el hombre rodea a la mujer, como el macho a la hembra en las palomas, terminando por arrojar, a los pies de la bailadora, el sombrero.

“Los jarabes más antiguos que encontramos datan de 1860. No les movimos ni un ápice, se trataba de conservar y preservar lo que en algún tiempo existió y que se perdió desde los años 50, jarabes que ya no existen. Al jarabe lo caracterizan varias cosas: lo jocoso, lo pícaro y la alegría de la música que se le da a través de los acentos y la diana que es el aplauso a las parejas”, señala Puentes.

Don Nicolás confía en el futuro, sabe que cuando él falte, el grupo seguirá con la tarea. “Sé que cuando yo no esté ellos tendrán que hacerlo, ya tenemos quién se preocupe por el jarabe, pero lo cierto es que somos los únicos, no hay otros grupos preocupados por el jarabe, esto no reditúa ganancias, esto lo hacemos por el gusto de hacerlo”.

Cada presentación de Los Jaraberos de Nochistlán -como las tres que ofrecieron en el marco del Festival Internacional Cervantino- es agotadora porque entregan el alma ante los espectadores.

Lo hacen con canciones como “Paloma azul”, “Los gorgoritos” que es un “sonecito” zacatecano, “El medio toro” y “El gato”, que son jarabes.

“Hemos rescatado algunas canciones populares de aquellos tiempos, algunas piezas rancheras, traemos una danza importantísima que es ‘La chirriona’, una danza que tiene varias partes con compases de amalgama, creemos que fue tocada para una deidad y durante 80 años fue la más tocada en nuestra región; por las partes que tiene, por los movimientos y por la estructura musical, es una de las danzas más completas”, puntualiza el músico zacatecano.

Algunas agrupaciones dancísticas como el Ballet Folklórico de Colima y un grupo de Estados Unidos ya montaron algunos de sus jarabes, “ya nos entrevistaron, saben que existimos y sobre todo que el jarabe no va a morir”.

 

 



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