Alos 31 años Jaime Mesa se niega a definirse como un joven narrador exitoso sólo porque ha publicado su primera novela. Para el escritor poblano, nacido en 1977, es el comienzo de una carrera que el tiempo dirá si se consolida o si queda como un autor de una sola novela.

Contrario a los escritores de su generación que han apostado por situar su literatura fuera de México, Mesa decidió contar la historia de su novela, Rabia, desde Chicago, pero con la vista puesta en su país.

“Esta novela, ubicada en Estados Unidos, es mi posibilidad de escribir sobre México; fue salir del país, verlo desde fuera y luego regresar a escribir”.

Mesa es un severo crítico ante quienes llaman a los de su generación escritores jóvenes. El argumento que desmiente esa idea es que Mario Vargas Llosa, Carlos Fuentes, Daniel Sada y otros escritores, publicaron su primera novela a los 25 0 26 años. Cita otro ejemplo, el de Andrés Barba, en España, quien tiene 33 años y es un escritor serio, con cuatro novelas publicadas en Anagrama, hace ensayo y da clases. “Es un autor en busca de una obra, eso debemos exigirnos”.

Aunque tiene dos novelas inéditas y trabaja una nueva historia en el taller literario a que asiste desde hace años —coordinado por Daniel Sada—, Mesa es consciente de que lo fundamental es apostarle todo al proyecto en turno.

“Me interesa la literatura escrita con disciplina, con honestidad, con trabajo; sobre todo cuando sabemos que la literatura mexicana de los últimos 10 años es una literatura de intentos fallidos”.

A Rabia, su ópera prima publicada por Alfaguara, le dedicó dos años de trabajo intenso. Se la jugó por la estructura de la novela del siglo XIX, con personajes bien trabajados que queden en el imaginario del lector, al estilo de los grandes escritores rusos. Mesa es afín a los personajes arquetipos, que tengan el espíritu del siglo XXI, pero que alcance tal notoriedad que nadie los olvide.

Dueño de una disciplina férrea, si no siente madura una obra prefiere esperar antes que proponerla a alguna editorial.

Mesa, un joven que decidió ser escritor y dejar de enfrentarse en combates de judo y ajedrez, se interesa por las nuevas tecnologías pero no las utiliza porque está en contra de esos amagos de reflejar el internet en la literatura. “He visto ejercicios pobres porque sólo copian una conversación de chat. He visto que copian blogs, que ponen hipervínculos, eso ya se ha hecho de otras maneras, pero me parece una manera muy rudimentaria de trasladar el internet a la literatura”.