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Culpa a sus padres por hacerlo escritor

Sandra Licona| El Universal
Martes 28 de noviembre de 2006
El autor Tomás Eloy Martínez habló de su encuentro con el mundo de las letras

GUADALAJARA, Jal.- Tomás Eloy Martínez se hizo periodista por un desvío de la imaginación; fue un niño que nunca iba a la iglesia y que violentaba todas las normas que se le imponían; que una tarde, al regresar de un humilde circo, al que sus padres no le habían dado permiso de ir, tuvo que cumplir un castigo por el resto del mes: no ir al cine, ni leer libros.

Lo que nunca imaginaron sus progenitores es que habían creado todas las condiciones para que aquel novel rebelde se convirtiera en un escritor, al poner a su servicio su propia imaginación.

El escritor argentino, autor de novelas como Las memorias del general y Santa Evita participó en el ciclo "El placer de la lectura" de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, que tiene como propósito generar un diálogo entre los autores y su público, no tanto para hablar de sus obras como de su experiencia como lectores.

Autor de numerosos textos periodísticos, relatos y novelas, como Lugar sagrado, La novela de Perón y El vuelo de la reina, Premio Alfaguara de Novela 2002, Tomás Eloy se remontó a la infancia, cuando apenas aprendió a leer y un día le preguntó a su papá: ¿Cómo será no poder leer? "Mi papá me dijo es así, y me dio un libro escrito en chino".

Siempre buscó ser escritor, "pero me hice periodista por un desvío de la imaginación, porque mi familia era propietaria de un periódico en Tucumán. "Lo que más me gustaba era ir al cine y leer. Mis ejemplares favoritos eran dos libros secretos en la biblioteca de mi abuelo: Las mil y una noches y Mi vida secreta, los tomé y aprendí todas las palabras prohibidas en inglés".

Un buen día un amigo de la escuela le habló a Tomás Eloy de un circo prodigioso que daba funciones en los suburbios de la ciudad, y aunque no lo dejaron ir, la tentación frente a la mala fama del espectáculo lo atrajo en automático. "Pensaba que a las seis de la tarde estaría de regreso en casa, pero apenas entré y me atrajo una muchacha muy delgada, preciosa, que daba vueltas en un caballo, quedé enamorado de ella, así que me quedé después de la función; obviamente me castigaron, me prohibieron ir al cine y leer libros en un mes, entonces se me ocurrió un cuento. Intenté poner todas las pasiones humanas en esa primera historia, tenía 12 o 13 años. Cuando le mostré el cuento a mi madre inmediatamente me levantó el castigo porque dijo que eso era peor de lo que leía".

Martínez contó también que cada dos años lee El Quijote, "porque las lecturas de la adolescencia son las que más marcan a una persona", y que en sus momentos de mayor crisis un libro que siempre lo acompaña es El conde de Montecristo de Alejandro Dumas. "Cada lector crea sus propios libros, lo que vemos en un libro nos gustaría ver en nosotros mismos, en lo personal trato de encontrar el pasado de cada libro, me pasó con La montaña mágica".

Sobre sus autores favoritos, el periodista argentino dijo que cada día es uno distinto, "hoy te hablaría de Murakami y Coetzee, pero en otro momento fue García Márquez, William Faulkner y Paul Auster".



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