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Descubren la forma como evolucionó el lenguaje

The New York Times| El Universal
Lunes 17 de abril de 2006
El sistema lingüístico se desarrolló conforme a la adaptación biológica, pero no a partir de nuevos genes, sino del proceso de modificación aleatoria de los ya existentes

El origen del lenguaje humano siempre ha sido un misterio. Ningún sistema de comunicación animal se acerca al poder que tiene el lenguaje humano y, según la mayoría de los estudios, el lenguaje ha estado en nuestro planeta desde hace menos de medio millón de años, apenas un parpadeo en tiempo geológico.

¿Cómo pudo ocurrir esto si el lenguaje evolucionó como cualquier otro rasgo biológico? ¿Dónde está el rastro de la selección natural?

Hasta hace poco, existía poca evidencia directa de la evolución del lenguaje. El lenguaje no deja fósiles y, aunque abundan las teorías sobre por qué pudo haber evolucionado (sea para galantear, chismear o seducir), es difícil encontrar evidencias empíricas.

Finalmente, todo eso está comenzando a cambiar. El auge de la genómica comparativa está permitiendo a investigadores analizar los orígenes del lenguaje de una manera completamente nueva: preguntando cómo los genes donde radica el lenguaje humano se relacionan con genes encontrados en otras especies. Y esta nueva información proporciona un nuevo ejemplo del poder de la selección natural.

Si el lenguaje se hubiera construido con base en un grupo de genes sin precedentes, Darwin (y sus sucesores) hubieran tenido mucho qué explicar. Con no más de unos cientos de miles de años para desarrollarse, un sistema lingüístico dependiente de genes sin precedentes parecería imposible. No obstante, la esencia de la evolución son los procesos aleatorios que alteran viejas partes, no fabrican nuevas.

Especialistas en genética han encontrado que la mayoría de los genes involucrados en el lenguaje tienen una especie de contraparte antigua y cercana con otras especies. Como ejemplo, considere el primer gen relacionado indudablemente con el lenguaje, conocido como FOXP2 y que fuera descubierto por Simon Fisher y Anthony Monaco, genetistas de Oxford.

En vez de haber surgido de la nada en el curso de la evolución humana, el gen FOXP2 ha evolucionado durante varios cientos de millones de años, de una forma que lo ubicó en la posición perfecta para desempeñar un papel crucial en la adquisición del lenguaje.

Como los individuos, los genes tienen también historias familiares, las cuales, finalmente, pueden ser reconstruidas por especialistas en genómica comparada. La raíz del linaje del FOXP2 proviene de una familia de genes "cabeza de tenedor" (llamados así por la forma una pieza de la proteína que producen). Desde hace mucho tiempo estos genes han realizado la tarea de manejar las acciones de otros genes (en la jerga biológica son genes "reguladores").

Con el paso del tiempo han surgido muchos genes relacionados con los anteriores, cada uno con una función diferente. El FOXP2 evolucionó a partir de un grupo particular de genes descendientes que a principios de la historia de los animales vertebrados se comenzaron a especializar en el control de los músculos cercanos a la cara y la boca.

Su participación en el control motor de dichos músculos colocó al gen FOXP2 en una posición primaria para desarrollar un papel en el aprendizaje vocal, lo mismo en aves canoras que en humanos. Por lo tanto, el FOXP2 no es un gen creado con el solo propósito del lenguaje, sino, más bien -como Darwin lo debe haber anticipado-, un gen que ha evolucionado con el tiempo -millones de años- y que añade nuevas funciones en generaciones siguientes.

Utilizando herramientas de la genómica comparativa, un equipo de científicos alemanes y británicos encabezados por Svante Paabo descubrió que las variantes del FOXP2 encontradas en otros animales son notablemente similares a las nuestras: la diferencia entre la versión humana y la de los ratones consiste en sólo tres aminoácidos; entre humanos y chimpancés, son sólo dos.

Cuando las pequeñas diferencias genéticas son importantes -al correlacionarse con la supervivencia- se extienden rápidamente entre la población, y eso es exactamente lo que ocurrió con el gen FOXP2 humano. Esos pequeños pero importantes cambios han sido heredados por esencialmente cada miembro de nuestras especie, lo que es una señal segura de su importancia evolutiva.

Si el caso del gen FOXP2 es la norma, tenemos una historia en la que el lenguaje es producto no de un grupo de genes totalmente nuevos, sino de una larga serie de pequeños pero poderosos avances evolutivos.

Esto es lo que Darwin llamó "descendencia con modificación". Un ingeniero inteligente que se enfrenta a un problema nuevo podría comenzar de la nada. La evolución, en cambio, readapta viejas partes para realizar nuevas funciones.

Desde un punto de vista funcional, el lenguaje humano no tiene un precedente evolutivo. Pero desde la perspectiva de la biología, el lenguaje humano parece ser sencillamente una notable variación de un antiguo grupo de temas ancestrales. (Traducción: Gabriela Cornejo)



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