El Centro Nacional de las Artes fue concebido como una magna obra arquitectónica contemporánea que en tres hectáreas de superficie alberga escuelas, teatros, centros de investigación, foros, salas cinematográficas y espacios de esparcimiento diseñados por los arquitectos mexicanos Ricardo Legorreta, Teodoro González de León, Enrique Norten, Luis Vicente Flores, Javier Calleja, Alfonso López Baz y Javier Sordo Madaleno Bringas.

Este 24 de noviembre celebrará 10 años de su inauguración, pero también que desde hace pocos meses cuenta con un reconocimiento espacial en la vía urbana, es decir, que tras concluir oficialmente la obra civil, en 2003, ya tiene asignado el número 79 de Río Churubusco, en la colonia Country Club.

El Cenart se edificó a partir de la figura de un fideicomiso cuyo comité técnico está integrado por los titulares de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, el Gobierno del Distrito Federal, la Secretaría de Educación Pública y el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes.

Desde su inauguración, las instalaciones recibieron severas críticas por parte de los creadores que ahí se han formado, pues muchos las consideraban como más estéticas que funcionales.

La actual directora del Cenart, la antropóloga Lucina Jiménez, dice que al fideicomiso se le asignaron dos objetivos principales: construir el Cenart y entregar los inmuebles en el momento de su conclusión para que sean incorporados dentro del patrimonio inmobiliario federal. "Para poder llegar a ese proceso, el cual estamos concluyendo en estos días, fue un gran logro porque había que resolver problemas que tenían que ver desde la regularización de los inmuebles, y el Cenart tenía un adeudo muy importante de predial.

"Para realizar el proceso de entrega de los inmuebles se tenía que finalizar el proceso de construcción de la obra, y todavía en el año 2000 se construyó el Foro de las Artes y en 2002 se electrificaron las áreas verdes, obras que formaban parte del proyecto original. Es decir, aunque el centro entró en funcionamiento y tiene un gran vínculo con los públicos, había ciertas cosas que estaban pendientes".

Ahora, tras la conclusión oficial del Cenart, Jiménez augura que la segunda infraestructura cultural y educativa más grande del país sólo superada por Ciudad Universitaria entrará en una nueva etapa.

Para 2005 contarán con un esquema de gestión totalmente diferente, pues al convertirse el Conaculta en poseedor del derecho de administración de los bienes, estará facultado para generar nuevos espacios, edificar un restaurante y una cafetería para la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado "La Esmeralda".

Luego de que los inmuebles queden integrados al patrimonio inmobiliario federal, el Cenart por fin será reconocido legalmente como un centro educativo y cultural, y por lo tanto tendrá un trato especial en lo que se refiere al pago de impuesto predial, luz eléctrica y agua.

Lo anterior significará un gran beneficio si se toma en cuenta que de los 130 millones de pesos de presupuesto anual que tiene el Cenart, 15 por ciento se destina para el mantenimiento y actualización de las instalaciones.

"Sin embargo, lo que se destina a mantenimiento es insuficiente porque el Cenart es un centro educativo y cultural, pero por la naturaleza de su quehacer tiene talleres de fundido de metales, talleres de alta temperatura para la cerámica, instalaciones de alto voltaje, de herrería, carpintería, 42 mil metros cuadrados de áreas verdes, estamos hablando de una dimensión enorme a nivel infraestructura."

Sobre los gastos que tiene que solventar para mantener su infraestructura, por ejemplo, en el Teatro de las Artes, que tiene una plantilla aproximada de 25 personas, entre tramollistas, iluminadores, jefes de sección, etcétera, cuesta 35 mil pesos levantar el telón, es decir, llevar a cabo una función.