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El cocodrilismo

El Universal
Viernes 18 de junio de 2004

El honorable pueblo guanajuatense llamado San Felipe Torres Mochas ha sido testigo fiel y mudo del caudaloso nacimiento de una escuela lírica y social que en mucho se opone al existencialismo, al angelismo y a otras actitudes frente a la vida, incluido el canismo, modalidad creada por el Gremio de Perros que encabezan Pepe Revueltas, Manuel Álvarez Bravo, Chucho Cárdenas, el Indio Bedoya y Lomelí. Pero con los viajes del Indio y las manías políticas de Lomelí, el Gremio de grandes y pequeños canes está en franca decadencia.

Y es una lástima, porque ya no podremos escuchar de labios del Pájaro Revueltas el fabuloso cuento de la ballena que se escapó del Museo del Chopo, del león que bajaron del camión porque venía desnudo, de la Mujer Dormida atravesada a media calle, del Queen Mary cuando era señorita y del árbol enfermo de tuberculosis.

Pero en San Felipe nació el cocodrilismo, flamante posición ante la existencia. Nueva dimensión del sentimiento creador. Extraordinaria escuela de optimismo y alegría.

Integrado el cocodrilátero, autoridad máxima del flamante y demencial organismo, se procedió a discutir la posibilidad de lanzar un Manifiesto a la Nación, puntualizando nuestra decidida oposición a toda clase de derrotismos y pesimismos bien o mal organizados.

Otaola dio nombre al boletín mensual del cocodrilismo. Se llamará "También los cocodrilos tienen madre", y su frase distintiva será: "El hombre propone y el cocodrilo dispone."

El cocodrilo, claro, no es otro monstruo que el subconsciente. En consecuencia, también los pobres tienen su cocodrilito. Nosotros los pobres, ustedes los ricos, todos, sin distinción de edades ni posibilidades económicas, podrán ingresar a la novísima escuela, con la única y severa prohibición de que, por las mañanas, se evite, en lo posible, ingerir la clásica pastillita del clásico ruidito, porque los cocodrilos huyen...

El chiste de todo es vivir a la sombra de los cocodrilos en flor.

Y discutir sobre la base del disparate. Y llegar al máximo de las contradicciones, porque, como dice el refrán, es de saurios cambiar de opinión.

El cocodrilismo ha prendido, desde luego, entre la gente de cine que está al día de los movimientos culturales. Y ya han hecho su solicitud de ingreso los jóvenes: Rogelio A. González e Ismael Rodríguez. Alejandro Galindo, robando tiempo a la filmación de sus peladeces asi dice su señora, se encuentra estudiando la posibilidad de fundar la Cocodrilo Films...

Ni hablar de que Otaola, connotado pilar del cocodrilismo, quería que Ramón (Gómez de la Serna), fuese el máximo cocodrilo (...) Será socio honorario, que es un puesto superior al que ya ocupan los cocodrilos de número y los cocodrilos administrados, jefes natos, a su vez, de los infra y los subcocodrilos.

Si Ramón acepta, será nada menos que el cocodrilo que voló sobre el mar.



***

(Diálogo en la zapatería: ¿Tiene usted zapatos de cocodrilo?

Sí, señor. ¿De qué número calza su cocodrilo?)



***

Y lo que debe hacer ahora José Luis Martínez, es agregar a su ensayo Situación de la Literatura Mexicana Contemporánea , señalando que no sólo de pan vive el hombre; también de cocodrilos. De cocodrilos al horno, culinariamente hablando.

Los poetas tendrán la obligación de refreír a don Luis de Góngora y escribir un Soneto a un cocodrilo muy blanco, vestido de verde.

Y hay que saludar con las manos abriéndolas y cerrándolas como si fuesen las cariñosas fauces del más fraternal de los cocodrilos.

Y torcerle el cuello al perico, y contar nada más que cuentos de cocodrilos.

Y darle a la vida un sentido específicamente cocodrilesco.

Y crear el adverbio de modo: cocodrilescamente.

Y declarar que más vale cocodrilo en mano, que ciento volando.

E invadir el reino de Holanda con cocodrilos indonesios de extracción puramente republicana.

Y para que sufra el Indio Fernández, crear la Estética del Cocodrilo.

Y nulificar a Ariel, y promover los trofeos del "Cocodrilo" para los artistas y técnicos más destacados del año casi pasado de 1948.

Álvaro Gálvez y Fuentes (...) terminó confesándome que, siendo abstemio por excelencia, le era cocodrilescamente imposible pertenecer a nuestra pandilla.

Alejandro Galindo dijo que estaba dispuestísimo a que su película última llegue a llamarse, en última instancia, Un cocodrilo de tantos.

El único que siempre tendrá las puertas cerradas: Mauricio de la Serna, porque es un cocodrilo aftoso.

Fragmento de la columna ?Llamado a las siete?, de Efraín Huerta; Cinema Reporter, México, No. 546, 1 de enero de 1949



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