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El José María Velasco de los paisajes que reproducen los libros de texto; el de su única pintura de un personaje histórico, Carlota de Bélgica, en un paseo por la Alameda; el Velasco que pintó las iglesias de la Romita y Panzacola en entornos irreconocibles hoy en el DF; el pintor que presidió la Academia de Ciencias Naturales; el que construyó un paisaje más naturalista que romántico; el que atestiguó el México de la Reforma, el Porfiriato y el progreso; el dibujante que con minucia trazó la exuberancia de la naturaleza...

De todos ellos habla la exposición Territorio ideal, José María Velasco, perspectivas de una época, que desde hoy el público puede visitar en cinco salas del Museo Nacional de Arte. No es una exposición temporal, se trata de una nueva puesta de la colección permanente del Munal. Y más allá de esta muestra, hay un proyecto que revisa el discurso del recinto, en torno de cinco siglos de arte —cerca de cuatro mil las obras—, y que se tomará dos años en su conclusión.

Velasco, cuya mayor colección de obras de encuentra justo en el Munal, se presenta como centro de la colección. El espacio que alberga las obras lleva ahora el nombre del pintor nacido en 1912.

Obras de Velasco y sus contemporáneos dentro y fuera de México, en total 103, creadas entre 1830 y 1920, comparten cinco salas; son 500 metros cuadrados que tienen nueva museografía, distribución e iluminación, que resaltan las diversas temáticas que pintó este artista y su lugar en la historia del arte mexicano, no en vano su obra es Monumento Artístico de México.

“Lo que ocurre en un museo no son sólo las exposiciones temporales”, enfatizó el director del Munal, Agustín Arteaga, previo a un recorrido encabezado por la directora del INBA, María Cristina García Cepeda.

Esta exposición, curada por Víctor Rodríguez Rangel, incluye pinturas, fotografías, cromolitografías, dibujos y litografías. Se trata de enfatizar, dijo el curador, el diálogo de Velasco con estas otras artes, y con otros artistas de su tiempo, entre los que figuran Pedro Gualdi, Eugenio Landesio, Casimiro Castro, Cleofas Almanza y José Guadalupe Posada.

Para el director del Museo, Velasco es un artista trascendental en la historia del arte mexicano. “Va a vincular el pasado con la modernidad y el siglo XX. Es un artista que empieza su trabajo todavía siguiendo esta educación de la, un tanto, decadente academia, de inicios del XIX, y va a vivir las grandes transformaciones históricas del país: la guerra de Reforma, la expropiación de los bienes de la Iglesia, el Imperio de Maximiliano, la llegada de la Modernidad.”

Museografía e iluminación enmarcan con sobriedad las obras de arte al tiempo que exaltan la arquitectura del edificio. En la distribución de las piezas se construye una suerte de contrastes y coincidencias entre Velasco y otros artistas de su tiempo.

“En su pintura vamos a encontrar la consolidación de la idea física de país. Es un personaje absolutamente trascendental en relación con otros artistas. Ubicar a Velasco en el centro físico del museo y renovar más de 500 metros, busca exaltar ese patrimonio que custodia el Museo”, dijo el director.

La intención es construir una relación más emocional con el público y el museo: “Cuando pensamos en Velasco, pensamos en sus grandes paisajes del Valle de México, pero hay muchas facetas: es un artista que da testimonio de los inmuebles arquitectónicos, un artista científico que observa la flora y la fauna; un artista tan polifacético que requiere una mirada acuciosa. La pretensión es resaltar todos sus aspectos”, dijo el director.