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"El feminicidio no es una palabra, es toda una teoría"

José Juan de Ávila| El Universal
Sábado 15 de noviembre de 2014

La investigación de Lagarde que da pie al libro duró ocho años; además consultó a autoras como Diana Russell y Jill Radford. (Foto: ARCHIVO EL UNIVERSAL )

Los cautiverios de las mujeres, obra de referencia, sale por primera vez en una coedición comercial con Siglo XXI. Del tema hablamos con la investigadora


El departamento de la doctora Marcela Lagarde de los Ríos (1948) en Chimalistac arropa una atmósfera intelectual de gineceo, amazónica: una vasta biblioteca, incluyendo una treintena de libros de su autoría y clásicos del feminismo; muñecas de trapo de Isabel Monter e imágenes de Frida Kahlo; decenas de figuras de terracota, mármol, metal o madera procedentes de las culturas del mundo que representaron a la mujer como diosa, heroína o gobernante. Un altar al pensamiento feminista, que recuerda la instalación de Judy Chicago "The Dinner Party" en el Museo de Brooklyn.

Antropóloga, escritora, activista política de izquierda, diputada federal por el PRD (2003-2006), impulsora de leyes contra la violencia de género y de la comisión legislativa que investigó por primera vez en la década pasada los asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez, Lagarde de los Ríos bautizó esas matanzas como "feminicidio", término que para ella no es sólo una palabra, sino una teoría, un concepto que "llegó para quedarse". Hace algunas semanas la Real Academia Española le dio también la razón al incorporar el vocablo en la 23 edición de su diccionario, aunque sólo con la definición "asesinato de una mujer por razón de su sexo".

Lagarde de los Ríos publicó hace un cuarto de siglo un libro que en el ámbito de los estudios de género es tomado como "La Biblia del feminismo mexicano", aunque ella dice en entrevista que preferiría que lo equipararan con otras obras clave de esa teoría, como las de Simone Beauvoir, para mejor llamarlo "El Segundo Sexo de Coyoacán". 

También habla en la plática sobre la discriminación que siguen padeciendo las mujeres en México, no sólo las pobres. Las intelectuales, artistas y feministas sufren doble y hasta triple discriminación, son estigmatizadas, dice Lagarde de los Ríos, quien lamenta que eso ocurra aun en los partidos de izquierda, donde a su juicio hay "líderes terribles, machistas y misóginos", o hasta en la UNAM.

Sostiene, por ejemplo, que Frida Kahlo, María Izquierdo y Leonora Carrington fueron feministas e hicieron política feminista, pero nunca se supo eso porque la historia oficial elimina al feminismo. Señala que Andrés Manuel López Obrador no fue afín al feminismo en su gobierno en el DF y que espera que Felipe Calderón algún día sea juzgado por el desastre que fue su sexenio a escala federal.

Muchas cosas se han transformado en México desde que la escritora feminista publicó su tesis doctoral Los cautiverios de las mujeres. Madresposas, monjas, putas, presas y locas con la UNAM (que por primera vez en 25 años se imprime en coedición comercial, con Siglo XXI, pero a juicio de su autora no han cambiado la opresión, desigualdad, exclusión, discriminación o violencia que viven las mexicanas, en un país donde el feminicidio está diseminado por doquier en el país y es sólo la punta del iceberg.

- ¿Cómo surgió Los cautiverios de las mujeres?

- Soy antropóloga. Fue una investigación para mi tesis doctoral en la Facultad de Filosofía y Letras, que duró ocho años. Mi preocupación era hacer una aportación a la discusión en el movimiento feminista de esos tiempos (los 80 y 90) acerca de la opresión de las mujeres. Las feministas teníamos muchas ganas de cambiar las cosas pero sin certeza de cómo expresar nuestro descontento; usábamos términos como explotación, discriminación, opresión sin saber qué querían decir.

- ¿Por qué "cautiverios"?

- Esa palabra se usaba en el Medioevo, por las mujeres cautivas en las torres. La tomé y le di el contenido de la condición social de las mujeres en el ámbito de vida en el que nos toca estar. De ahí cree categorías simbólicas: madresposas (inventé ese término, me gusta inventar palabras), monjas, putas presas y locas.

-¿Ha cambiado el libro en estas tres décadas, se ha actualizado?

- No, está tal cual lo presenté como tesis doctoral. Claro, hay avances en teoría de género, en las leyes, en las políticas de gobierno, pero la verdad es que el libro sigue siendo válido. En él no hay propuestas, ahí se trataba de definir el problema, de hurgarle qué es lo que contribuye a la opresión de las mujeres.

"Sí hay fenómenos en los que me quedé muy corta, por ejemplo en el capítulo sobre violencia contra las mujeres y las niñas, porque después participé en la denuncia sobre el feminicidio en Ciudad Juárez, que entonces no se llamaba feminicidio, también yo le puse nombre a eso, pues no se trataba de cualquier tipo de crimen contra las mujeres, de homicidios, sino de crímenes de odio contra mujeres". Cuando en la Cámara de Diputados presidí la comisión especial para investigar los feminicidios, la cree para investigar no sólo el caso Juárez, sino en otros lugares del país, y la mera verdad fue espeluznante lo que descubrimos con la investigación a profundidad. El germen de esa investigación ya estaba en mi libro.

- Pero no usa la palabra feminicidio en Los cautiverios..

- No, dije ahí "homicidios contra mujeres". Esa categoría la descubrí investigando, en un par de autoras estadounidenses Diana Russell y Jill Radford, que en realidad le llaman femicide (en 1976). Yo lo traduje y lo interpreté, por eso lo cambié a "feminicidio". Ellas lo usan como crímenes de odio contra mujeres, pero hay una parte a la que no le entran. Ellas son feministas anarquistas, lo cual les da una riqueza enorme pero al mismo tiempo no consideran al Estado. Y como en México el Estado nos ha pesado, pues sí lo vemos. Entonces añadí yo eso: el feminicidio se trata de crímenes de odio hacia las mujeres al amparo de una enorme impunidad social y del Estado. O sea: el Estado es responsable de esos crímenes porque no cumple con las garantías para que los derechos humanos sean vigentes.

-¿El feminicidio es un crimen de Estado?

-Es un crimen de Estado, eso lo dije en la Cámara de Diputados. Hoy es un delito que está en la mayoría de los códigos penales del país, aunque tardamos ocho años en tipificarlo en ellos como delito.

- Pero ¿cómo se juzga a un Estado responsable de ese crimen?

- Tenemos que recurrir a una instancia extra estatal, internacional. Por ejemplo, lo hicimos ante la CIDH, se llevó el caso de tres niñas asesinadas en Ciudad Juárez, que se conocio como el Caso del Campo Algodonero. La CIDH al final del juicio consideró culpable al Estado mexicano por no haber garantizado los derechos a la seguridad y la vida de esas niñas y le hizo como 30 recomendaciones nacionales, no sólo para Juárez.

-Pero el Estado no va a la cárcel.

-Van las personas. El Estado mexicano es el primero que ha sido considerado culpable de crímenes de género específicos, en el caso de esas tres niñas. En México ha habido miles de casos de feminicidio, pero sólo esos fueron llevados a juicio para encontrar culpables específicos. El Estado es material, no abstracto, está conformado por instituciones y hay gente a cargo de ellas, que tienen responsabilidad como funcionarios, autoridades, gobernantes. Los funcionarios fueron llamados a cuentas, imputados por cuestiones administrativas, por omisión, por negligencia que no alcanzaban a ser delitos.

- Como presidentes Vicente Fox y Felipe Calderón fueron la máxima autoridad en la década pasada, pero no pasó nada con ellos.

- Ellos han de tener pesadillas, espero que por lo menos tengan pesadillas toda su vida.

-¿La palabra feminicidio se ha banalizado, se ha desgastado al usarla indiscriminadamente?

-Esa idea no la comparto. Hemos influido y logrado que se nombre el feminicidio en México. El concepto llegó para quedarse. Cuando leí femicide en el libro de Russell dije: "Eso es lo que pasa en México". Es que no tenemos que inventar que son locos que vienen a matar mujeres. Hay muchos tipos de crímenes contra mujeres, pero todos tienen la característica que son crímenes de odio basados en la desigualdad, la discriminación, la exclusión, un odio gestado socialmente hacia las mujeres. Cuando yo lo dije por primera vez -me acuerdo-, estábamos en una conferencia de prensa en un hotel de Ciudad Juárez, en la que había periodistas, familiares de víctimas, diputadas locales. Yo dije: "Lo que pasa en Juárez es feminicidio". Y expliqué que se trata de crímenes que gozan de impunidad social, que se incuban en la misoginia, en el machismo, en el desprecio a la vida de las mujeres, en la desigualdad brutal, en los bajos salarios, en la exclusión. Todo eso es una teoría, la teoría del feminicidio. El feminicidio no es una palabra, es toda una teoría.

- Parece que en el Estado de México es más grave el feminicidio, ¿no?

- Bueno, depende de quién saque las estadísticas, todavía no se usa metodología común, compartida para todo el país. Pero sobre la cuestión de la banalización del concepto, que no comparto, hemos influido y logrado que se nombre feminicidio a esos crímenes, se nombró primero en los medios de comunicación, en las universidades, el concepto llegó para quedarse. Ahora tenemos qué ir formando a la gente sobre qué quiere decir "feminicidio". Pero la incidencia ha fortalecido el concepto al grado de que esté en los códigos penales, no es sencillo convencer a los diputados y diputadas locales de todas las entidades del país a que lo incorporen. Hicimos (también) una ley importante, la Ley general de acceso a las mujeres a una vida libre de violencia, ahí está contenida la violencia feminicida, ahí está la alerta de violencia de género, que es una política de gobierno para obligar a todas las instancias del Estado mexicano a actuar articuladamente, de manera integral, para prevenir esa violencia, para que no haya feminicidios, ni violaciones, ni otros tipos y modalidades de violencia.

- ¿Se ha activado esa alerta?

-No, se han opuesto todo el tiempo, se han rechazado todas las solicitudes de alerta de género hasta ahora.... Quien gobierna no quiere reconocer que en su entidad federativa hay feminicidios, porque lo considera una acusación contra su gobierno, y en parte tiene razón, porque es obligación de todos los gobiernos articularse para prevenir y evitar la violencia contra las mujeres. El estado de donde más recibimos solicitudes de alerta de género es Guanajuato; el estado que más recientemente rechazó declarar la alerta de género fue el Estado de México. Pero cuando yo estuve en la Cámara de Diputados, en 2004, el estado con tasa más alta de homicidios culposos y dolosos contra mujeres era Nayarit, aunque usted no lo crea. En las 32 entidades hay feminicidios, pero no en la misma magnitud.

- Enrique Peña fue gobernador del Edomex, ¿hubo resistencia de su gobierno a las alertas?

- Cuando él fue gobernador hubo la solicitud de alerta de género porque hubo una emergencia de que aumentaron mucho los casos de violencia feminicida, pero la respuesta gubernamental fue rechazar esto y negarlo. Sin embargo, al mismo tiempo hizo algunas cosas. En el Edomex, que fue uno de los últimos estados en aprobar una ley local para enfrentar la violencia hacia la mujer, fue en cambio uno de los primeros en los que se aprobó un protocolo policíaco para detectar feminicidio. Una cosa por otra. No obstante, no hay una política integral para prevenir la violencia de género. El Edomex, cuando yo investigué en la Cámara en 2004, estaba en el sexto lugar (en feminicidios) y ahora pasó al primero. Bueno, ahora sabemos más, se investiga más con datos oficiales, las autoridades están obligadas a dar datos oficiales en todo el país...

-En su libro habla de que todas las mujeres viven opresión, ¿las artistas, las intelectuales, las feministas sufren opresión?

-Claro, nosotras vivimos doble, triple (opresión). A nosotras se nos discrimina como mujeres en el ámbito en el que estemos. Claro que sí, vivimos una enorme discriminación, lo digo como intelectual. Yo soy universitaria y ¿cómo será la cosa que el doctor José Narro presentó un plan en mi universidad para promover entre mujeres y hombres la igualdad, que no existe en la UNAM? En la UNAM hay discriminación. Ésta que ve (ella, Lagarde) es una discriminada. Como feminista también. El feminismo no siempre es bienvenido, nos ven como las raras todavía, extranjeras extrañas, hay un estigma, un antifeminismo propiciado desde un espacio de derecha y muy conservador.

-Shirin Ebadi, la Nobel de la Paz iraní, cuenta que le dicen feminista como si fuera un insulto. ¿A usted también?

-Yo soy muy amable, y cuando doy cursos a ministerios públicos, policías, a toda la plana mayor de un gobierno, me dicen: "Pero usted no es como las otras feministas, como las radicales". Todas las feministas somos radicales. La gente tiene prejuicios contra el feminismo. Pero ahora en México he encontrado que hay mucha gente comprometida en hacer avanzar la igualdad y lo hace de corazón, convencida de ello.

-¿Cuál es el principal enemigo de la igualdad?

-Se llama patriarcado, es un sistema, una organización de la sociedad que abarca desde la sociedad misma hasta el Estado.

- Usted es de izquierda, ¿ha encontrado resistencia en la izquierda?

-Sí, y es una pena, porque el feminismo tiene origen de izquierda, es de izquierda, lo ha sido siempre, en todos los siglos en que ha habido feminismo, éste ha sido parte de transformaciones muy importantes que ha promovido la izquierda. Pero al mismo tiempo hay resistencias internas. En México los partidos de izquierda no sólo han sido integrados por hombres machistas y misóginos, sino dirigidos también por líderes terribles, a los que uno dice: "por favor, no nos ayudes, compadre".

-¿Hay feministas de derecha?

-En términos generales, no. El feminismo es una filosofía política, además de una política práctica, de transformación radical del mundo; es una política que hace crítica de instituciones tradicionales, desde la familia hasta la comunidad, el Estado, las iglesias, a todo. Aunque he conocido en el PAN dos que tres "feministas", como Blanca Gámez.

-¿Ha habido apertura con los gobiernos de izquierda en el DF?

-Hubo mucha resistencia con los primeros. Sí aceptaban realizar políticas específicas para mejorar la condición de las mujeres siempre y cuando éstas fueran pobres o excluidas. Las políticas deben ser universales, no sólo abarcar a mujeres excluidas. Luego vinieron gobiernos que sí se comprometieron con las propuestas feministas. Tenemos una ley que todavía le llamamos la ley Robles, en la que el aborto fue aceptado en la legislación local en casos de embarazos por violación. Hubo sintonía entre la jefa de gobierno y los movimientos feministas. Era formidable sentir que quien nos gobernaba era feminista y estaba de acuerdo con nosotras.

-¿Y Rosario Robles sigue siendo feminista?

-¿Rosario Robles? Sí, claro que es feminista. Luego vino Andrés Manuel López Obrador, con él nos costó mucho trabajo, en su gobierno impulsamos el aborto por decisión propia de las mujeres y él nunca quiso aprobarlo, él estaba en la postura de que esas son cosas intocables por la moral. O sea López Obrador no ha sido afín al feminismo. Y luego vino Marcelo Ebrard y otra vez hubo sintonía.

- ¿Y a escala federal?

- Con Felipe Calderón fue un retroceso. No le importaba la inseguridad ni la vida de las mujeres, bueno ni la de los hombres, se habla en cifras oficiales de más de 30 mil muertes violentas en su sexenio. Fue un desastre el gobierno de Calderón. Sólo aspiro que algún día haya tal democracia justiciera en el país para que sea acusado legalmente por todo lo que hizo.

- ¿Cómo sería ese "nuevo contrato social" cuya necesidad menciona en su libro?

-Hablamos de contrato social en antropología y sociología cuando un modo de vida, un modelo social se instala y pacta, por ejemplo, en el Estado. En México se pactó uno tras la Revolución, en la Constitución. Ese modelo es muy androcéntrico, muy patriarcal, las mujeres no existen en ese modelo de la Constitución mexicana. Tardamos un siglo en modificarla y entraron los derechos humanos y eso modifica todo. Y se va a tener que cambiar toda la Constitución porque es incoherente. Entonces sería a nivel legal un nuevo contrato social: que toda la Constitución esté permeada transversalmente de los derechos humanos de todas las personas en México. Ese sería un nuevo contrato social que estaría basado en la igualdad social, económica, política, jurídica, en una ciudadanía plena.

-¿Ve como solución que una mujer esté al frente del gobierno de México?

-No, lo que pienso es en el avance de todas las mujeres, no de una. Lo que necesitamos es cambiar en cada espacio de la vida social en México y en la participación de las mujeres.

-¿Cómo ve a las jóvenes feministas?

A todo dar. Tienen mucho más recursos, una historia cercana que las apoya, nos tienen a nosotras. Mi generación surgió en el feminismo cuando había un decaimiento en el feminismo en México, el feminismo al que pertenecieron mujeres tan interesantes como Frida Kahlo, María Izquierdo, Leonora Carrington. Todas ellas fueron feministas, hicieron política feminista, y no lo supimos porque la historia oficial elimina el feminismo. Esas feministas fueron las que exigieron el voto. Nosotras no convivimos con ellas, no las conocimos. En cambio las jóvenes son nuestras contemporáneas.

- Amigas feministas me dicen que su libro Cautiverios es "La Biblia del feminismo mexicano", ¿le gusta esta definición que reúne dos conceptos totalmente opuestos, la Biblia y el feminismo?

- Ándale. Sí he oído esa definición aquí y acullá en México, el resto de América Latina y España. Yo digo que ellas lo llaman así porque me quieren, pero también entiendo lo que me quieren decir. Me gustaría más que dijeran que Los cautiverios de las mujeres. Madresposas, monjas, putas, presas y locas es "El Segundo Sexo de Coyoacán", por ejemplo, que lo homologaran con una obra feminista. Pero entiendo lo que quieren decir: es un libro que las ha marcado en la vida, me lo ha dicho mucha gente. La mayor sorpresa que me llevé es que (sea popular), no es un libro romántico, encantador, es un libro sobre la opresión, es un libro gruesísimo, en el que desmenuzo como cirujana de qué se trata y cómo se da la opresión en cada lugar, y qué pasa con las mujeres. ¿Cómo va a ser un libro agradable?.



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