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Historias de reportero | Carlos Loret de Mola

El sucesor de la maestra

Carlos Loret de Mola nació en Mérida, Yucatán, México, en 1976. Tiene una licenciatura en Economía por el Instituto Tecnológico Autónomo ...

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Jueves 30 de junio de 2011

Ninguna de sus hijas ni su yerno. Tampoco el hijo de su ex compañero, al que quiere como propio. No fue uno de los que se volvieron famosos por ser de su “burbuja” política, ni el viejo delfín.

Sin que tuviera la atención que quizá merecía, hace unos días la cuestionada maestra Elba Esther Gordillo nombró a Juan Díaz como su número dos en el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, el económica, política y numeralmente más poderoso de Latinoamérica.

Para todos los citados en el primer párrafo habrá espacios políticos porque el abanico de posiciones que domina es muy amplio —SNTE, partido propio, alianzas con otros partidos, gobiernos federal y locales—, pero la clave es la posición de Díaz.

A Juan Díaz lo describen como serio, inteligente, incondicional de la maestra, adusto, seco, hecho en el sindicato. El nombramiento llegó en las cercanías de otro anuncio que sí atrajo una gran relevancia mediática, por considerarse un logro de la sociedad organizada, en cuya confección el nuevo “número dos” estuvo muy involucrado: después de 70 años, el SNTE aceptó que por primera vez en la historia, todos los maestros sean evaluados periódica y obligatoriamente.

Aunque suene increíble, en un sistema educativo donde los alumnos tienen varios exámenes al día, los maestros gozan de una inexplicable inmunidad que, de la mano de otros vicios, ha conducido a que México tenga uno de los peores niveles de educación del mundo y ha despertado la avaricia de quienes desean privatizar las escuelas, aun cuando las estadísticas en nuestro país muestran contundentemente que los jóvenes salen tan mal preparados de los colegios públicos como de los privados (con sus honrosas excepciones de ambos lados).

Desgraciadamente, a la evaluación de maestros —faltan de conocerse los detalles de cómo será ésta, y estudiarlos es fundamental para prever su éxito, como concluyeron varios expertos ayer en EL UNIVERSAL— le faltan “dientes”: no hay consecuencias si un maestro no aprueba, incluso si no acepta presentarla (como ya adelantaron los de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación); puede regresar a seguir “educando” a sus alumnos.

El único antecedente de evaluación de maestros en México es el examen que se hace a los aspirantes a una plaza de profesor: reprueban ocho de cada 10. Así no extraña que, según las estadísticas de la OCDE, la mitad de los niños mexicanos que terminan la secundaria no leen bien, ni son capaces de realizar operaciones matemáticas que en el mundo se consideran básicas. Y lo peor: seis de cada 10 padres de familia consideran que la educación que reciben sus hijos ¡es buena!

Entrampados de esta manera, un paso como la evaluación de maestros va en el camino correcto, pero hacerla “sin dientes” es emprender una larga carretera en el lomo de una tortuga.

SACIAMORBOS

Gobernadores priístas aceptaron operar en la elección interna panista. Por interé$, casi todos están con el que les maneja el flujo de presupuesto.



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