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Atando cabos | Denise Maerker

Hank: ¿una cuestión de tiempos políticos?

Realizó sus estudios profesionales en Ciencias Económicas y Sociales en la Universidad Católica de Lovaina, Bélgica, la Maestría en Cienci ...

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Lunes 06 de junio de 2011

Es un hecho, y cualquiera lo sabe en Tijuana: el ex alcalde Jorge Hank Rhon tenía un contingente de hombres armados a su servicio y al de su familia. La narración que hace el Ejército de cómo y por qué fue arrestado Hank pudo haberse dado cualquier día de cualquiera de los últimos años: “En atención a una denuncia ciudadana, la cual hacía referencia sobre la presencia de tres personas armadas a inmediaciones del hotel Palacio de dicha plaza, mismos que al ser aprehendidos por el personal militar, señalaron que en un domicilio de la colonia Hipódromo ocultaban armamento… el personal castrense se desplazó a la citada colonia, localizando el inmueble de referencia, detectando fuera del mismo a personas armadas, quienes se introdujeron al domicilio. Ante la flagrancia de este ilícito, se les persiguió al interior del mismo, donde se aseguró a ocho personas más y se localizaron 40 armas largas, 48 armas cortas, 9 mil 298 cartuchos útiles, 70 cargadores y una granada de gas”.

¿El momento fue entonces escogido para golpear políticamente al PRI? Todo indica que así fue. ¿Eso invalida de entrada la detención? No necesariamente. Una de las razones por las que la democracia, con todo y sus defectos, es el mejor sistema conocido es porque, a pesar de los muchos intereses en común que unen a las élites económicas y políticas, la competencia electoral forma burbujas en el tiempo en el que el conflicto es genuino y puede llevarlos a asestarse golpes contundentes. ¡De súbito dejan de tolerar la corrupción que ignoraban y señalan con dedo flamígero el delito que se cometía a la vista de todos!

Cuando lo que está en juego es quién se queda con el poder, el incentivo para el acuerdo y la negociación disminuyen y la posibilidad de que opten por acciones que enfrentan y generan conflicto aumentan. En eso estamos: el Presidente y su partido ven a un PRI muy fuerte que se enfila a un triunfo holgado en las elecciones del Estado de México y la presidencial muy cerca, sin que alguno de sus candidatos haya cuajado. En el horizonte, Calderón y los panistas se ven perdiendo la presidencia frente a un grupo que desprecian, pero al que han tenido que cortejar por interés durante años. Dicho de otro modo: para ellos es ahora o nunca.

El problema es qué hacen y cómo lo hacen. Malos ejemplos los tenemos aún frescos: el intento de descarrilar a López Obrador con el desafuero y el Michoacanazo en el 2009. En ambos casos la intención de golpear no vino acompañada de pruebas irrefutables y delitos incuestionables, todo lo contrario. Si el delito existe y hay pruebas la democracia no se ve afectada; si no hay fundamento y la forma de proceder es desaseada estamos ante un caso de uso ilegal e ilegítimo de la fuerza del Estado para desprestigiar a un adversario.

Dicho de otro modo, el problema no es el momento que eligen, sino la existencia efectiva del delito. El PRI se escandaliza por el momento de la detención de Hank y hace mal. Algunos lo disculpan porque todo empresario en el norte tiene hoy milicias de autodefensa. Hacen mal. La realidad no puede ocultar el hecho de que si ningún político o empresario pudiera tener contingentes armados defendiéndolos sin arriesgar la cárcel la exigencia de mejorar las policías sería mucho mayor y miles de veces más eficaz.

Se puede exigir pulcritud en el procedimiento y pruebas irrefutables, pero no amnistía a uno de los suyos porque todos delinquen igual.

Y en lo político el golpe es menor y está muy lejos de ser lo que el PAN necesita.



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