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Atando cabos | Denise Maerker

La otra estrategia contra el crimen

Realizó sus estudios profesionales en Ciencias Económicas y Sociales en la Universidad Católica de Lovaina, Bélgica, la Maestría en Cienci ...

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Lunes 30 de mayo de 2011

Cuestionar al gobierno federal por la estrategia que ha seguido contra el crimen organizado es visto en ciertos círculos, incluido el propio gobierno, por supuesto, pero también por muchos mexicanos, como el equivalente de una traición, la confesión de que se está del lado de los malos. Ante la más mínima crítica preguntan airados: ¿entonces qué proponen?, ¿pactar con los narcos?

La verdad es que nadie propone eso. Sí hay y siempre han habido otras estrategias posibles. En el próximo número de la revista Nexos, disponible a partir de mañana, Eduardo Guerrero Gutiérrez, especialista en estos temas, expone de forma muy rigurosa la estrategia que ha seguido el gobierno de Calderón y las consecuencias que ha tenido, y la otra estrategia posible.

Lo que explica Guerrero es que el gobierno optó por una estrategia que se puso como objetivo desmantelar a los cárteles del narcotráfico, atacando a todos en todas partes sin establecer ningún tipo de prioridad y castigando al mayor número de delincuentes posible. A esto le llama la estrategia punitiva. La consecuencia ha sido una fragmentación de las organizaciones criminales —en 2006 habían seis cárteles de la droga y cinco organizaciones locales delictivas identificadas, en el 2010 hay un total de 114 organizaciones entre regionales y locales delinquiendo—; esto viene junto con lo que llama una expansión geográfica de la violencia —en 2007 en 53 municipios se registró una ejecución mensual en promedio, en 2010 ya son 200 los municipios en los que se registra una ejecución al mes en promedio—. Es decir, cada vez hay más organizaciones criminales locales sin el tamaño ni los medios para traficar drogas hacia los Estados Unidos y que se dedican a delitos de los que todos podemos ser víctimas en algún momento. Entre 2007 y 2010 el robo a instituciones bancarias creció 90%, la extorsión 100%, el robo de vehículos con violencia 108% y los secuestros 188%. La consecuencia del éxito de la estrategia del presidente Calderón, porque sí ha detenido y/o abatido a más narcotraficantes de alto perfil que nunca antes en el pasado, ha tenido como consecuencia una ola de violencia a la que no se le ve fin. La razón es que el desmantelamiento de los cárteles se dio en un contexto en el que las autoridades locales no estaban preparadas para hacer frente a las acciones delictivas de esos pequeños grupos violentos y descontrolados que quedaron.

La otra estrategia posible es la que Eduardo Guerrero llama la estrategia disuasiva. El objetivo no es desmantelar cárteles, ni perseguir a todos en todas partes, sino disminuir la violencia y no el tráfico de drogas a través de detenciones selectivas basadas en el comportamiento de las organizaciones delictivas. Es decir, a mayor violencia de un grupo mayor y más contundente respuesta del gobierno. Lo que se busca es que los grupos modifiquen su comportamiento gracias a que los más violentos serán los más castigados. Así le hacen en Estados Unidos. Eduardo cita el caso de la reacción del gobierno de Estados Unidos luego del asesinato en México de uno de sus agentes de migración y aduanas. A los ocho días, la DEA detuvo en 72 horas y en 150 ciudades a 676 personas vinculadas con los cárteles mexicanos. ¡La próxima vez seguro se lo pensarán más antes de matar a uno de los suyos!

Calderón no va a rectificar, ya no tiene tiempo ni la apertura intelectual para escuchar a los que le piden que detenga esta espiral de violencia; quedará entonces en manos del próximo presidente decidir qué camino toma y en nosotros votar por el que proponga la mejor opción.



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