Opinion

Fue un baño helado a los panistas la propuesta del presidente Calderón de elegir a los mejores candidatos, sean o no militantes de su partido. Los blanquiazules se sienten desairados porque el primer mandatario no advierte en ellos clase y fuerza política para atraer a las masas.

En su afán de derrotar al PRI, Felipe Calderón ordenó a la dirigencia panista establecer alianzas con el PRD, sin medir costos ideológicos y de desprestigio.

El sábado anterior, en la misma sede del PAN, planteó que para conservar el poder se recurra incluso a candidatos externos.

En ese acto estaba la diputada Josefina Vásquez Mota y debió sentirse decepcionada porque ella se niega a ser candidata al gobierno del estado de México por su aspiración a enarbolar la bandera blanquiazul en la próxima sucesión presidencial.

Los críticos de Calderón, de su mismo partido, comentan que si se trata de ignorar a quienes llevan decenios de militancia en el PAN, podrían ser invitados Marcelo Ebrard y López Obrador a vestir las camisetas del PAN. Preguntan: ¿Acaso no tiene a su lado al líder perredista Jesús Ortega?

Para el jefe del Ejecutivo, ganar elecciones no significa proponer a los que tengan más méritos partidistas ni a los integrantes de un grupo u otro, “sino simplemente a los mejores”. Con este criterio se unió a los perredistas

Desde luego declaró el senador priísta, Manlio Fabio Beltrones, que la atención no puede estar concentrada en las alianzas mientras generaciones presentes y futuras pierdan esperanza y bienestar.

Agregó que los datos macroeconómicos están muy lejos de llegar a los bolsillos de las familias y poco se hace para impedir la multiplicación de la pobreza.

La propuesta calderonista significó al líder del PAN, Gustavo Madero, un violento revés dado que el 9 de febrero pasado se ufanó de diez importantes prospectos blanquiazules para el 2012.

Días después causó pena Madero en un desayuno con periodistas porque al hacer cuentas de sus presidenciables sólo pudo enumerar a cuatro secretarios de Estado, dos legisladores y dos gobernadores.

Uno de los aludidos, el senador Santiago Creel, ironizó al decir que Madero debió mencionar a 11 para integrar un equipo de futbol de la Presidencia de la República, en vez de tantos precandidatos

Otro elegido, el titular de Educación Pública, Alonso Lujambio, respondió así: “Parece que a Creel le incomoda ¡esa riqueza de opciones del PAN!”. Ni por aquí le paso al “educador” la visión del presidente Calderón sobre la pobreza de su caballada y voltear hacia prospectos externos.

Entre “los diez” de Madero figuró en primer término el secretario de Hacienda, el Cordero de Dios, quien calculó que una familia con 6 mil pesos de ingresos puede obtener crédito para casa, automóvil y pagar una colegiatura.

Con tan grandes virtuosos mucha gente se pregunta por qué Calderón se incline hacia candidatos externos. Madero, tan obediente como es, reaccionó al fin y ayer replicó que el abaderado presidencial del PAN del 2012 será panista.

Madero puede ser reprendido, si Vicente Fox, quien hasta hace poco despotricaba contra Calderón, hoy lo respalda para “elegir al mejor candidato”, sin ser miembro de un parido político. ¿Se disciplinó el botudo?

Además, los panistas están contrariados por las actitudes de Calderón, quien acudió al periódico The Washington Post a quejarse de que el presidente Barack Obama se niega a despedir al embajador de Estados Unidos en México, Carlos Pascual, porque éste ha informado de los tropiezos calderonistas y del Ejército.

El diplomático ya fue ratificado y va a estar más tiempo en su puesto que Calderón en Los Pinos.