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Bucareli | Jacobo Zabludovsky

Sortilegio medieval

Periodista y licenciado en Derecho por la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México. Inició sus actividades period ...

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Lunes 21 de febrero de 2011

Las cabañuelas son adversas.En aquel tiempo los augures gozaban de credibilidad y observaban las variaciones atmosféricas de los 12 primeros días de enero para pronosticar el tiempo que habría de hacer en cada uno de los meses del mismo año. Han transcurrido dos de éste y, si juzgamos por ellos, en los 10 que restan el futuro es lúgubre.

En lo que llevamos éste ha sido el año horribilis del presidente Felipe Calderón y si las cabañuelas operan con garantía, sálvese el que pueda.

No hemos dejado títere con cabeza y no ha surgido pleito que no adoptemos si es que no lo provocamos, ni problema que no compliquemos, ni torcedura que no ayudemos a enchuecar. El catálogo de los acontecimientos con mayor peso en la preocupación pública durante el bimestre ha sido tan desastroso como lo variado de los asuntos.

Nos peleamos con Francia. Nadie hubiera objetado la sentencia que recibió la señora Florence Cassez si no hubiera sido por el engaño de montar una falsa captura para llenar los noticieros de la televisión con esa historia ficticia que contamina de dudas todo el proceso. El colaborador de los productores creativos fue un funcionario público llamado Genaro García Luna. Descubierto el embuste, las televisoras despidieron a los reporteros implicados, como si los culpables fueran el último eslabón de la cadena. Uno de ellos, Pablo Renah, demandó a la empresa y ganó el juicio. El señor García Luna no demandó a nadie porque no lo corrieron: el señor Calderón lo sostiene en el cargo de secretario de Seguridad Pública. Si México tiene razón en el proceso y sentencia de la señora Cassez, como creo que la tiene, ¿con qué cara pedimos que nos crean si la credibilidad depende de quien colaboró en la farsa televisada y de quien lo ratifica todos los días en el cargo? Eso alegan los franceses y, cuando menos en eso, no les falta razón.

Y ahora con Estados Unidos. Dos agentes del FBI son agredidos, uno de ellos muerto y otro herido, en un camino de San Luis Potosí. El caso no se puede calificar de guerra entre mafiosos, porque los agentes no lo eran y por lo tanto no encaja en la tipificación acostumbrada y costumbrista de los muertos en esta guerra. La explicación oficial cotidiana no convencería al gobierno de Washington, indignado por el crimen que califica de intolerable. Enviados urgentemente por el presidente Barack Obama para “asistir” a la investigación ya están en México agentes federales dependientes de la señora Janet Napolitano, secretaria de Seguridad Interior, quien advierte al secretario de Gobernación mexicano que el ataque es “intolerable”. Es la voz alta de la primera potencia mundial.

Llega el señor Calderón y se incendia el centro de Oaxaca cuando policías locales y federales impiden que maestros inconformes con un decreto fiscal se le acerquen a exponerle sus quejas. Después de ocho horas de combates, sobre cenizas de vehículos y tiendas, entre edificios coloniales dañados y con un saldo de varias decenas de heridos, los toletes y las pistolas imponen la calma a las dos de la mañana, como en el son de “La Bruja”.

Costumbre anual, don Felipe invita a comer en Los Pinos a hombres de negocios y espera (el boletín de prensa listo para insertar cifras) que los señores del dinero anuncien nuevas inversiones, “muestra de su confianza en México”. Pero, cataplum, lo que dicen los gerentes de las grandes compañías transnacionales es que tienen miedo, “…estamos haciendo instalaciones de seguridad…. estamos restringiendo las inversiones… no hay noticias de que el país esté bien, sino de que está en la delincuencia…que el Presidente se vio muy confiado”.

Y la Auditoría Superior de la Federación donde aprieta sale pus.

Apenas empieza a informar de la cuenta pública y surgen desbarajustes, desórdenes y desmadres que abarcan desde los 580 millones de dólares de las fiestas del Bicentenario hasta los despilfarros inútiles en seguridad, infraestructura, hacienda, jubilaciones y pensiones, errores de administración de la Secretaría de la Defensa Nacional por miñ 640 millones de pesos, la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales desvió 709 millones de pesos para terminar a trompa talega el aún inconcluso parque sobre la antigua refinería de Azcapotzalco.

Y la mugre del ISSSTE es tan espesa que obligaría a las autoridades a llamar ante la justicia a la infinita caterva de ladrones de los ahorros de centenares de miles de burócratas empobrecidos cada día más por la pérdida de poder adquisitivo de sus salarios. El ISSSTE es uno de los capítulos más extensos en la historia de la picaresca mexicana, que ya es decir.

Así estamos. Y apenas terminamos el segundo mes de nuestras tenebrosas cabañuelas.



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