Opinion

Hay una frase en inglés que lo expresa: “It’s the right thing to do”. Algo así como “es lo que se debe hacer, lo justo”. Eso fue lo que hizo el presidente de Chile, Sebastián Piñera: poner todo el esfuerzo del gobierno en rescatar a los 33 mineros atrapados en la mina San José de Atacama, como si el ciudadano fuera la prioridad y lo que da razón a un gobierno.

Pero junto con ello —supongamos que, como político, era su único objetivo— vinieron muchas más consecuencias.

Con una inversión de tan sólo 20 millones de dólares (que ni siquiera todo lo pagará el gobierno de Chile, que fue donado por empresas, que buscarán que paguen los dueños de la mina, finalmente responsables de las malas condiciones para que se diera el accidente) ha logrado unidad y orgullo entre los chilenos, aumentar dramáticamente —al menos en 20 puntos— su aceptación entre los gobernados, mejores condiciones para su gobierno y una campaña internacional positiva —que no le costó ni un peso— sobre Chile en el mundo. Si lo sabe aprovechar, ya es otra cosa.

A través de una metáfora, creó una nueva épica de país en un momento clave: en el año del Bicentenario, tras el terremoto y además, a la llegada del primer gobierno de derecha tras la época de la Concertación que quitó al dictador Pinochet.

Yo, como mexicana, me siento con sentimientos agridulces. Por Pasta de Conchos y los 65 mineros sepultados. Por las pruebas documentadas de que aquí no se hizo nada, o como dijo el obispo Raúl Vera, se hizo todo lo posible por ocultarlo, por enterrar las responsabilidades de los dueños de la mina y sus implicaciones políticas. Por la comprobación de que fue en “el gobierno del cambio” que no cambió nada y no puso en el centro a los ciudadanos.

Ya sé. Que era una mina de carbón, con metano, que explotó. Que no era lo mismo que una mina de cobre y oro que se derrumbó. Condiciones técnicas no comparables.

Pero lo que sí es comparable es la actitud. Y doble: del gobierno y de los ciudadanos. Del gobierno mexicano al no dar ningún indicio —casi ni discursivo— de que intentarían hacer algo (ni en Pasta de Conchos, ni en la guardería ABC... ni en nada) y el derrumbe, casi a priori, de la esperanza de los ciudadanos de pensar que tenemos un gobierno que defienda nuestros derechos.

Otra vez nuestra clase política y social se “sacude” ante la aparición de un audioescándalo: la voz del diputado Julio César Godoy Toscano, quien acaba de tomar posesión tras fugarse y luego no presentarse a rendir protesta.

Él, que ahora tiene dos peticiones de desafuero por parte de la Procuraduría General de la República, presuntamente es quien aparece en una filtra... perdón, grabación en la cual aparece hablando ni más ni menos que con Servando Gómez Martínez La Tuta, líder de La Familia, en Michoacán. Ahí escuchamos los buenos deseos de La Tuta, para que su “compadre”, como llama a Godoy, le vaya bien en las elecciones de 2009, en las cuales resultó prófu... perdón, electo.

Godoy desestima. Que es una prueba que ya desechó un juez. Que son esas figuras favoritas de la PGR llamadas “testigos protegidos”. Mmm. Por lo escuchado, La Tuta también tiene información de primera mano, porque hasta se comprometió con Godoy a enseñarle las declaraciones con las cuales presuntamente se le implica en nexos con el narcotráfico.

El Partido de la Revolución Democrática, que en principio pareció protegerlo, comienza a eclipsarlo. Por un lado hace Operación Chitón y prefieren no decir ni pío; por otro opinan que pida licencia y enfrente el proceso. Y su hermano, Leonel, gobernador de Michoacán... dice que no afecta su administración. ¿Y las elecciones?

Total, que el proceso sigue. Que podrían aparecer más grabaciones. Y a todo esto, si tan detectado estaba La Tuta, ¿quién NO lo detuvo?

Aparecerá en la próxima edición de Caras. Con el título de “Marina Armida, crónica de un divorcio anunciado”, la socialité da detalles de su fugaz matrimonio con Rolando Santiesteban. Si el nombre le suena es porque él —dice la disidencia del PV— es “presunto prestanombres” (así dice la revista) de Jorge Emilio González, El Niño Verde.

Cambios en la alineación de comunicación de Ebrard... Sale Óscar Argüelles, quien se va a la Fundación Equidad y Progreso. Es decir, sigue dentro del equipo pero para preparar el camino a 2012.

Hoy recuerdo a Ian Isaac Martínez Valle, quien no debió morir en la guardería ABC.

Él lo pide:

—(Hay que) Hablar de lo malo, sí, pero también hablar de lo bueno, de las muchas, muchas cosas buenas que tiene nuestro gran país... Lo que pido: hagamos nuestro trabajo y al mismo tiempo cuidemos a nuestro querido México: El presidente Felipe Calderón, ayer al comer con integrantes de la Cámara de la Industria de la Radio y la Televisión.