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Cuenta atrás | Antonio Navalón

Nadie paga nada... (excepto Diego)

Periodista, voyerista de la vida y vendedor de libros... ...

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Lunes 04 de octubre de 2010

El michoacanazo ha venido a ser la prueba definitiva de que lo estamos haciendo mal, que la impartición de justicia es electorera y que lo último que importa es la aplicación correcta de la ley.

Si los acusados son delincuentes y están liberados, ¿qué clase de justicia tenemos?, y sobre todo, ¿qué nivel tienen los que investigan que sólo son capaces —como en los buenos entierros estadounidenses— de maquillar al muerto, es decir, de presentar ante la televisión la redada? Pero, ¿y las pruebas?, ¿la labor de los fiscales, procuradores y jueces?

La guerra antinarco, ¿es una realidad o una entelequia? Si en la sociedad del espectáculo lo verdadero es un momento de lo falso, entonces, ¿los falsos montajes del secretario Luna son lo verdadero y todos los demás somos pura ficción? Si los acusados son inocentes, ¿qué clase de Estado tenemos, que por colocar una buena toma en el noticiero de la mañana se lleva entre las patas la vida de los ciudadanos? Si ha sido un error, ¿quién paga por su vida calumniada?

México entero es un rumor. Dicen que en esa relación tan especial entre el Presidente y su secretario de la “Inseguridad Pública”, éste le prometió a Calderón que antes de que suenen las campanas de la elección en el Valle de México algunos gobernadores priístas estarán en la cárcel… ¿Con el método Michoacán acaso?

Desde que Calderón inició su guerra han sido arrestadas más de 220 mil personas por vínculos con el narco, de las cuales las tres cuartas partes —más de 165 mil— han quedado en libertad. Pero no termina ahí: de los 55 mil detenidos, apenas 5% ha sido juzgado y sentenciado.

Entre diciembre del 2006 y febrero de 2010 sólo se dictaron 735 sentencias firmes por delincuencia organizada. Hoy se decomisa menos droga que en 2003 y sólo a mil 395 detenidos por delitos contra la salud se les acredita su pertenencia a algún cártel. Estos datos se contradicen con la información que el gobierno federal dio a conocer a los legisladores en abril, cuando —por error e incompetencia— se dijo que durante la falsa guerra habían sido detenidas 121 mil 199 personas.

No sólo hay que saber ganar la guerra a sangre y fuego, sino, y sobre todo, no perder la batalla en la paz. Si en el michoacanazo compraron juez, mal; si lo asustaron, peor; si la PGR no hizo su trabajo, fatal.

Humberto, Roberto y Lázaro, los nombres de los tres nuevos dirigentes de los grandes partidos mexicanos, tienen un trabajo por delante: evitar casos como el michoacanazo. Así, Felipe Calderón va camino de envidiar la suerte de la ex presidencia de Luis Echeverría.

P.D. Se pagó la segunda entrega por el rescate del Jefe Diego: parece que pronto habrá novedades.



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