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Indicador Político | Carlos Ramírez



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Viernes 08 de octubre de 1999

Carlos Ramírez


CSGle sembró un cadáver a La Quina


Restospolíticos en ropero salinista

El principal argumento de Carlos y Raúl Salinas para desacreditar la acusación por el asesinato de José Francisco Ruiz Massieu radica en la siembra de los restos del suegro de La Paca en la finca El Encanto. Sin embargo, Carlos Salinas le sembró el cadáver de un agente del Ministerio Público al líder petrolero Joaquín Hernández Galicia La Quina el 10 de enero de 1989 para agrandar la acusación oficial y encarcelarlo hasta la fecha.

Así, Carlos Salinas fue víctima de la sentencia judicial de que "el que la hace la paga".

Para vengarse de La Quina porque había financiado el libro donde le recordaba que había asesinado a su sirvienta de 12 años el 18 de diciembre de 1951 y porque le había dado recursos a la campaña de Cuauhtémoc Cárdenas, Carlos Salinas autorizó un operativo para aprehender al líder petrolero. A La Quina le sembraron armas, acusaciones y el cadáver de un agente del Ministerio Público asesinado horas antes lejos de Ciudad Madero.

En ese sentido, Carlos Salinas carece de autoridad moral para acusar al gobierno zedillista de haber sembrado los restos en la finca El Encanto, propiedad de su hermano Raúl, para que el fiscal Pablo Chapa Bezanilla y el entonces procurador Antonio Lozano Gracia dijeran que era los restos del diputado Manuel Muñoz Rocha.

Pero el asunto del cadáver sembrado en la puerta de la casa de La Quina no era uno cualquiera. El agente del Ministerio Público Gerardo Antonio Zamora Arrioja había muerto en Ciudad Juárez, Chihuahua, pero el presidente Carlos Salinas autorizó que lo dejaran frente a la casa de La Quina. El expediente judicial le endosó a La Quina la muerte del agente del MP y el líder petrolero sigue cargando a la fecha la acusación de asesinato.

La operación para la siembra del cadáver en la casa de La Quina tuvo otras referencias políticas. Zamora Arrioja fue el agente del Ministerio Público encargado de investigar en 1988 la denuncia de Manuel J. Clouthier contra José Newman Valenzuela, director del Registro Nacional de Electores y señalado como corresponsable del fraude electoral del 6 de julio de 1988 para beneficiar a Carlos Salinas. Por instrucciones del gobierno delamadridista, Zamora Arrioja declaró inocente a Newman Valenzuela, funcionario del primer círculo de Manuel Barlett, secretario de Gobernación en julio de 1988, y la investigación del fraude electoral se diluyó. Meses después, ese agente del MP moría en Ciudad Juárez, pero fue trasladado a Ciudad Madero para hacerle ya muerto un segundo favor político a Carlos Salinas: servir de base para la acusación de asesinato contra La Quina.

El principal argumento de Carlos Salinas para alegar la inocencia de su hermano Raúl en el asesinato de José Francisco Ruiz Massieu radica en el incidente fabricado de los restos en El Encanto. Inclusive, ese incidente forma parte central del alegato de John Womack, historiador del zapatismo y defensor de Carlos Salinas y del salinismo, para acusar a Chapa Bezanilla de conspirador contra el salinismo. Asimismo, Carlos Salinas ha afirmado que esos restos sembrados confirman la inocencia de su hermano.

Si el incidente de los restos en El Encanto siguió un proceso judicial que concluyó en la comprobación de que los restos no eran de Muñoz Rocha y el gobierno zedillista asumió el costo político de la ocurrencia de fabricarle evidencias al hermano incómodo, Carlos Salinas como presidente de la República utilizó toda la fuerza del Estado para mantener la versión de que Zamora Arrioja había sido asesinado por balas salidas de la casa de La Quina en Ciudad Madero.

La Procuraduría de Justicia de Tamaulipas hizo el examen pericial del cadáver de Zamora Arrioja y emitió un certificado de defunción a la medida de las necesidades de Carlos Salinas. El informe del forense local mintió en cuanto a la temperatura del cadáver ?pese a que había sido conservado en hielo antes de tirarlo frente a la casa de La Quina?, engañó en lo referente a una enfermedad de los ojos, ocultó la palidez marcada en manos y uñas que indicaban un fallecimiento anterior a la hora señalada del ataque a la casa de La Quina y estableció dirección de las heridas de bala de abajo hacia arriba, cuando el reporte judicial decía que estaba parado frente a la casa y cayó con disparos salidos horizontalmente.

Otro de los errores garrafales de la investigación judicial amañada para incriminar a La Quina radicó en las actas judiciales que se levantaron después de la aprehensión del líder petrolero. En esos documentos ?algunos de ellos alterados, otros sin firma y uno con una firma falsificada? se establece que el agente del Ministerio Público se paró delante de a casa de La Quina "cayendo muerto de inmediato al interior de la casa vecina". Así, según las actas ministeriales que se acomodaron con la autorización de Carlos Salinas para fabricarle delitos a La Quina, el agente del Ministerio Público Zamora Arrioja caminó muerto y desnudo y sin dejar ningún rastro de sangre los 50 muertos de la casa de La Quina a la de su vecino, pese a tres disparos mortales encontrados en la autopsia.

Inclusive, el dictamen de la autopsia reveló ?aunque sin explicar la incongruencia? una herida irregular en el lado derecho del agente del Ministerio Público, cuando todos los testimonios recabados hablaban de que los supuestos disparos habían sido hechos de frente. Según otro dictamen, se comprobó que esa herida había sido hecha por un culatazo, no por un balazo. Sin embargo, el gobierno salinista ordenó que el cadáver del agente del Ministerio Público fuera incinerado rápidamente para evitar investigaciones posteriores.

Asimismo, se probó que el gobierno de Carlos Salinas también le sembró las armas a La Quina. El propósito de fotografiar al líder petrolero con cajas de metralletas fue dejar la impresión de que preparaba un alzamiento armado. Sin embargo, esas armas no habían sido metidas al país de contrabando por La Quina sino que formaban parte, con facturas comprobadas, de la compra de armas por el Ejército. Así, la Secretaría de la Defensa Nacional fue cómplice de la decisión política de Salinas de inventarle cargos al líder petrolero ?igual que los que le inventaron al hermano incómodo Raúl Salinas-? para sumirlo en la cárcel.

Y hubo más. El equipo judicial de la PGR que hizo todo el papeleo contra La Quina llegó a Ciudad Madero después de las tres de la tarde, como prueba un oficio de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes que registra el aterrizaje de aviones oficiales, y no a las nueve de la mañana.

El caso de La Quina y de la siembra del cadáver y de otras incriminaciones recuperó actualidad por la argumentación de Carlos y Raúl Salinas de que el hermano incómodo fue víctima de una incriminación forzada. En su libro recientemente presentado y en circulación, Lo que el juez ignoró para condenarme, Raúl Salinas hace hincapié en el incidente de los restos sembrados en la finca El Encanto para simular que eran los del diputado Muñoz Rocha, autor intelectual del asesinato de José Francisco Ruiz Massieu por petición directa de Raúl Salinas.

Pero mientras La Quina sufre la presión del Estado para mantenerlo encarcelado durante 10 años y ahora en una casa bajo vigilancia policiaca y nadie acepta las pruebas presentadas en el sentido de que fue víctima de una operación política autorizada por Carlos Salinas como presidente de la República a partir de la fabricación y siembra de evidencias, Raúl Salinas fue cambiado de prisión por Francisco Labastida como secretario de Gobernación y la presión política de su hermano Carlos Salinas logró una rebaja de la sentencia para que pueda salir con vida de la cárcel dentro de pocos años.

Y Carlos Salinas alega siembra de evidencias contra su hermano, cuando él le sembró un cadáver a La Quina en 1989 para consumar una venganza política.

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