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Ventana | José Cárdenas

El puro de Diego

JOSÉ CÁRDENAS ha dedicado cuarenta años al oficio de la información. Vive del radio y la tele. Odia el rumor. La prensa escrita lo enriquec ...





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Martes 18 de mayo de 2010

La desaparición de El Jefe Diego se maneja como asunto de seguridad nacional. Y tanto, que el Presidente interviene personalmente. Aplaza un viaje, así haya sido hora y media. Ordena a la PGR controlar todo con mano férrea. Aún se ignora si hay delitos federales. El gobierno central rebasa su función. El golpe mediático es rotundo. Se antepone lo político a lo jurídico. ¿Por qué? ¿Por la importancia del personaje? Cuál importancia, si Diego no tiene cargo público, ni en el gobierno ni en su partido. Todos somos iguales ante la ley, pero siempre habrá unos más iguales que otros.

El manejo de la crisis revela al poder suprainstitucional: el de los feudos reales; de los caciques. Diego lo es. Ha sido jefe del secretario de Gobernación; del procurador de la República. Adversario de Calderón en la lucha partidaria. Connotado negociador de asuntos relevantes por escandalosos. Ha operado con y contra Presidencia. Apoyó la quema de paquetes electorales. Le sopló a las llamas de la duda. Legitimó a Salinas. Diego es travieso. Perverso. Leyenda y mito. Exitoso y hábil. Aceptó seis hectáreas de terreno en greña, en Punta Diamante. Siendo Senador, le arrancó a Hacienda mil 800 millones a favor de su cliente Jugos del Valle. Le gritaron prevaricador. Defendió a los dueños del predio El Encino. Fue clave en el desafuero de AMLO. La huestes de El Peje lo vomitan. Tiene amigos, pero más enemigos. Desde el Senado, le construyó a Liliana León la carretera del amor, entre Tepatitlán y Arandas, Jalisco. Costó 344 millones. “Qué extraño que los amores imploren/ yo del destino si estoy enfermo/ de amor por las reinas y flores/ que adornan este camino”: digo, Diego.

Es rico y famoso. Poderoso. Codiciable. Ave de tempestades. En Twitter y Facebook lo crucifican. Circulan mensajes de odio. Tómala barbón, es el más suave. La condena a Diego deviene en absolución para los criminales que están detrás de su ausencia. Con tino escribe Ricardo Alemán: “Si no lo mataron los delincuentes, ya lo asesinaron los malquerientes”.

Hay cuatro hipótesis: 1, secuestro ordinario; 2, levantón del narco; 3, venganza profesional; 4, la guerrilla. La incertidumbre es desafío. La desaparición de Diego, secuestra la gobernabilidad. Preferimos a Diego vivo y sano. Los juicios se ventilan aparte; con acusado presente.

EL MONJE LOCO: Twitter reclama los saldos del caso. Hay diagnóstico. Flagelo y silicio. Falta método, técnica y ética. Algunos medios y periodistas no estuvimos a la altura. ¿Quiénes, eh?// Llueven las llamadas. En los periódicos, no hay tregua. Todos quieren ponerle esquelas… a las secuelas…// Bazbaz: ¡Busquen debajo de la cama!// Beltrones: ¡Diego es hombre clave! // Espino: ¡Me ganaron las ganas!// Gobernadores: ¡Es un agravio! // Cárdenas: ¡El sistema está amenazado!...// Diego: ¡No, no le tengo miedo a la muerte!



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