aviso-oportuno.com.mx

Suscríbase por internet o llame al 5237-0800




Atando cabos | Denise Maerker

¿Un desafío?

Realizó sus estudios profesionales en Ciencias Económicas y Sociales en la Universidad Católica de Lovaina, Bélgica, la Maestría en Cienci ...

Más de Denise Maerker



COLUMNAS ANTERIORES


Ver más columnas

Lunes 17 de mayo de 2010

A la hora en que escribo estas líneas aún no se sabe nada oficial sobre cómo y quién está detrás de la desaparición de Diego Fernández de Cevallos. Lo único cierto es que Diego no aparece y que la autoridad no ha sido capaz, en estas primeras horas, de dar con su paradero ni de descartar públicamente ninguna hipótesis.

Son horas de incertidumbre. Y no sólo para la familia y los amigos sino para todos los mexicanos. Y no por una cuestión de simpatía personal o de coincidencia ideológica, es que dependiendo de lo que le ocurrió a Diego sabremos si ha sido o no lanzado un desafío mayor al Estado mexicano. Y eso es algo que nos debe preocupar a todos sin distinción alguna.

Escribo esto abrumada por los mensajes y comentarios de algunos que ayer se congratulaban por lo ocurrido. ¿Acaso no se dan cuenta de que si un grupo es capaz de secuestrar, no sólo a un ex candidato a la Presidencia sino, y mucho más importante, al jefe del actual secretario de Gobernación y del procurador de la República, es porque no les inspira ningún temor toda la fuerza que el Estado pudiera desplegar en su contra?

Todas las vidas son importantes, todas las muertes son tragedias individuales y familiares pero algunas tienen un significado que trasciende el ámbito privado. El asesinato de un candidato a una alcaldía es la muerte de un hombre pero también una amenaza para el sistema que nos hemos dado para elegir a nuestros dirigentes; el atentado contra una secretaría de seguridad estatal es un deliberado intento por doblegar y neutralizar a las fuerzas de seguridad en una región determinada, secuestrar a Diego Fernández de Cevallos es desafiar al grupo en el poder y poner a prueba la fuerza del Estado toda. Es una declaración de guerra sin cuartel.

Los autores de un desafío de esta magnitud no pueden ser sino dos: el crimen organizado o el EPR. Pero, ¿así de fuertes se sienten? Esa es la incertidumbre que nos ronda a todos en estas horas inquietas. Si ya le perdieron todo el respeto al Estado ¿qué sigue? ¿Es esto un intento por doblegar a Calderón en su lucha contra el narco? ¿Es la acción simbólica de una guerrilla decidida a festejar a su manera el bicentenario y el centenario?

Las horas pasan y el temor aumenta. Finalmente el más interesado en decirnos que no fue el narco ni la guerrilla es el propio Estado. No lo ha hecho y eso resulta un mal presagio.

Hay poco más que decir. Esperemos que esta hipótesis no se materialice, que Diego aparezca con vida y que detrás de esto haya un problema personal o profesional. Ojalá. Por lo pronto no queda sino esperar.



Comenta la Nota
PUBLICIDAD.