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Itinerario Político | Ricardo Alemán

Paulette tira a Peña Nieto

Nació en la ciudad de México en 1955 e inició en 1980 su carrera profesional como reportero del diario "A.M." de León Guanajuato. Ha trabaj ...

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Lunes 12 de abril de 2010

A causa de la ineficacia de Alberto Bazbaz en el caso Paulette, la imagen y popularidad de Enrique Peña Nieto experimentan ya un severo golpe que, de no ser contenido, puede resultar letal en las aspiraciones presidenciales del gobernador mexiquense.

¿Por qué y cómo afecta la carrera presidencial de Enrique Peña Nieto el caso Paulette? Está claro que el gobernador mexiquense no es culpable directo de los desaciertos del procurador Alberto Bazbaz, en torno al caso Paulette. Sí, pero también es cierto que Peña Nieto hizo procurador de Justicia a Bazbaz, y que tiene facultades para removerlo. Es decir, Peña Nieto no es culpable de la incapacidad de su procurador de Justicia, pero sí responsable de los resultados —buenos o malos— de su gestión. Ante esa realidad, se prevén cambios de un momento a otro.

Y es que un aspirante presidencial como Peña —que no sólo es el puntero entre todos los precandidatos, sino la única esperanza para el regreso del PRI a Los Pinos—, no puede dejar su imagen, popularidad, credibilidad y confianza ciudadana en manos de un burócrata que no ata ni desata, como Bazbaz, por más que haya sido recomendado por las poderosas corrientes subterráneas emparentadas con las familias Salinas y Ruiz Massieu.

Pero hay más. En efecto, por sí solo el caso Paulette puede ser visto como un escándalo político y mediático de mediana tabla. Es decir, cuyos daños directos y colaterales no son suficientes como para tirar la imagen de un gobernador como Peña Nieto. Pero el problema no es el caso Paulette en lo individual, sino la suma geométrica que se produciría si a ese caso se le agregan otros como la tragedia familiar vivida por el gobernador Peña Nieto. En pocas palabras, el caso Paulette podría ser la piedra lanzada a un precipicio de nieve suelta… en donde la bola de nieve sería mortal.

Sin embargo, y más allá de cálculos políticos, lo que en el fondo debiera preocupar a Peña Nieto, al PRI y a todos los aspirantes a un puesto de elección popular, no es la imagen ni la popularidad, sino la eficacia de sus gestiones, en tanto gobernantes. Hoy nadie sabe si Peña será el candidato del PRI, si ganará en la elección de julio de 2012, pero lo que sí saben muchos ciudadanos —mexiquenses en particular y mexicanos en general—, es que ya no quieren gobiernos incapaces de resolver escándalos como el de Paulette, y tampoco a servidores públicos ineficientes como Alberto Bazbaz.

¿Escuchará Peña Nieto a los ciudadanos, o se comportará con la arrogancia del viejo PRI? Al tiempo.

EN EL CAMINO Tiene razón el senador Beltrones; es incompleta la ley antimonopolios. Permanece intocado el monopolio de los partidos.



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