Opinion

Así la soltó ayer el gobernador de Chihuahua, José Reyes Baeza, tras la masacre en el centro de rehabilitación de Ciudad Juárez en el que ahora murieron 10 personas: “No es una casualidad, ya que es parte de la guerra entre dos cárteles que están en Juárez”. En otras palabras, las matanzas son normales “entre ellos”; quién les manda ser una bola de drogadictos. El comandante de la V zona militar, el general Felipe de Jesús Espitia, comentó, luego de que aparecieran siete narcomantas, que no debe alarmar a la población ya que “no contienen amenazas en contra de algún funcionario público en el Estado, sino son amenazas entre La Línea y el cártel de Sinaloa”. Qué bien. Los criminales pueden, si quieren, matarse entre ellos o amenazarse frente a nuestros hijos. Si las bandas rivales de narcotraficantes llevan al cabo masacres, ¿qué importa? Lo que suceda es material para anécdotas y ya. Cualquier alumno de primaria que no sea de Ciudad Juárez levantará la mano y preguntará, inocentemente: ¿Y el Estado? ¿Ese pa’ qué sirve? Por cierto, ayer ejecutaron a otros 27 en esa ciudad fronteriza. Usted no se preocupe si fueron frente a su casa: todos eran o narcos o drogadictos, ¿qué importan? Para eso están, para matarse y ya.

Nos dicen que al interior del PRI, como en ningún otro partido político representado en la cámara, las cosas se han polarizado. Por un lado está la cúpula, Beatriz, Manlio y el coordinador de la bancada en San Lázaro, Francisco Rojas Gutiérrez; y por el otro, el cada vez más nutrido grupo de legisladores que ya expresó que no votará a favor de una cargada que busque el eventual aprobación del paquete presupuestario. El impuesto general del 2%, ese llamado “IVA disfrazado”, es un trago muy amargo, dicen ellos. No se lo quieren ni llevar a la boca. Los legisladores han evadido dos o tres llamados a la disciplina. Veremos hacia dónde se inclina la balanza.

Dicen que a la canciller Patricia Espinosa no la calienta ni el sol. Aún no supera el desplante que le hizo la fracción priísta en el Senado durante su comparecencia ante el pleno. Los 17 legisladores del tricolor le hicieron vacío, y entre ellos estaba el mismísimo Manlio Fabio Beltrones, quien prefirió atestiguar la toma de posesión del gobernador de Campeche, Fernando Ortega Bernés, compañero suyo de escaño.

Apunte final: En menudo lío se encuentra la población de Iztapalapa. Ayer, Clara Brugada decidió ignorar el llamado del jefe delegacional electo, Rafael Acosta, y éste, en represalia, anunció que la perredista “ha perdido la Dirección Jurídica y de Gobierno” de la demarcación. Todo está muy bien, muy chistoso, pero, oiga, fuera el folklor, el futuro de millones de personas está en juego allí.