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Itinerario Político | Ricardo Alemán

“Juanito”: la otra “ley de Herodes”

Nació en la ciudad de México en 1955 e inició en 1980 su carrera profesional como reportero del diario "A.M." de León Guanajuato. Ha trabaj ...

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El fenómeno Juanito ya es parte de la picaresca política mexicana

Domingo 13 de septiembre de 2009

La realidad superó la fantasía

Ejemplar de la lúmpen política

El fenómeno Juanito ya es parte de la picaresca política mexicana. Todos entienden que evoca lo más corrupto de la política; lo que algunos llaman “inseminación política”, otros motejan como “política canguro”, y no faltan los que hablan incluso del “fenómeno incubadora”.

La misma práctica, pero llevada al tráfico de drogas y al crimen organizado, convertiría a los y las juanitos en mulas. Es decir, hombres o mujeres que cruzan la frontera llevando en sus cuerpos cargamentos de droga que, una vez del otro lado, expulsan como preciosa carga para ser metida al circuito comercial y producir mucha riqueza.

FANTASÍA Y REALIDAD

En realidad, el Juanito de Iztapalapa y las diputadas federales de PRI, PRD, PT y PVEM convertidas en mulas de la grosera partidocracia, son ejemplos formidables de la denigración alcanzada por política, partidos y democracia electoral; en donde todos usan lo que sea —incluso convertir a diputadas en meretrices—, con tal de garantizar cuotas de poder.

Pero que nadie se equivoque. Los juanitos, mulas, canguros o inseminados de la política mexicana no son novedad entre nosotros. En realidad son una de las peores herencias del viejo PRI.

En el partido único y hegemónico esa práctica política —hoy conocida como efecto Juanito— era de uso corriente desde hace décadas. El problema es la escasa memoria colectiva de los que hoy se sorprenden y/o se escandalizan.

Es del dominio público que en México la realidad supera a la fantasía. Es decir, que en el caso Juanito, la realidad política dejó muy lejos a la fantasía. Y dígalo si no el fulgurante arribo de Juanito a la política mexicana, al poder en el municipio más poblado del país, su cortedad de luces, estudios, sensatez, desmedida ambición de poder y la metamorfosis kafkiana llevada al límite de estupidez mayúscula —al extremo de creer que tiene posibilidades de ser presidenciable—, supera a una ficción fantástica de la política mexicana, llevada al cine apenas hace una década, y que recreaba al México de los años 50.

“¡O TE CHINGAS O TE JODES!”

Valdría la pena que críticos, aduladores, censores y fanáticos de Juanito, dedicaran una hora de su tiempo para ver la cinta de Luis Estrada —cuya censura, por cierto, denunciamos aquí y detonó todo un fenómeno político más que de cine—, titulada La Ley de Herodes, paráfrasis del dicho mexicano “¡O te chingas o te jodes!”, que satiriza la política mexicana y a los políticos.

La Ley de Herodes es una película mexicana que debió exhibirse en 1998, pero que a causa de la censura del gobierno de Zedillo encontró problemas para su difusión. ¿Por qué? ¡Horror, pecado, sacrilegio!, porque hablaba del PRI como el partidazo corrupto, del PAN como partido de la doble moral y porque según las buenas conciencias de la época —hace apenas una década— ridiculizaba a los pobres y desposeídos al exhibirlos como víctimas del poder corruptor del PRI.

¡No lo van a creer¡ —los que no han visto la película y los que ya la olvidaron— pero el personaje central es un pepenador que vive de la venta de chácharas, llamado “Juan”, y que a la menor provocación para servir a su partido —el PRI—, responde convencido:

“¡A quien hay que matar!”.

¡No lo van a creer, pero el político encumbrado que “palomea” al “Juanito” de la historia de La Ley de Herodes, se llama “el licenciado López”!. Y ese “López” ordena buscar “al más pendejo”, para prestarle la alcaldía de “San Pedro de los Zaguaros”, ya que “sólo estará en el cargo dos o tres meses, mientras vienen las elecciones”.

¡No lo van a creer..!, pero ya como alcalde, el “Juanito” de la ficción llevada al cine abraza la Constitución, y empalagado por las voces amigas sueña “con ser senador, gobernador y… seguro algo más”. La fama, el poder y el dinero pierden a “Juanito”, lo convierten en criminal, ladrón y, claro, lo llevan a las alturas del poder en México. Los críticos de cine nunca reseñan el final de una película. Pero en realidad la película del Juanito de Iztapalapa convertido en figura de la política nacional —de la pobre izquierda mexicana— apenas empieza. Y cuando vean La Ley de Herodes, sabrán hasta donde llegará Juanito.

POLÍTICOS LÚMPEN

En todo caso, lo interesante del fenómeno Juanito, es que a imagen y semejanza del PRI, la izquierda mexicana creó su propia categoría de políticos lúmpen.

¿Y qué requiere un líder iluminado del PRD o PT, para pertenecer a esa nueva categoría conocida como Juanito? Nada fácil cumplir con esas cualidades.

Pertenecer a grupos clientelares; pepenadores, ambulantes, taxistas, chofer de pesero… arrojo porril, como para reventar eventos culturales, presentación de libros, chocar con la policía… tener la menor educación posible, pero la mayor ambición imaginable… carecer de valores y principios básicos —lealtad y congruencia— y estar dispuesto a traicionar todo y a todos. A cambio, tendrán dinero, fama, popularidad…Hace décadas, la izquierda cuestionaba severamente a líderes lúmpen del PRI; El rey de la basura, y lideresas de ambulantes, a quienes convertía en legisladores. Hoy la izquierda tiene a Juanito.

EN EL CAMINO

Cuando Juanito visitó la oficina del delegado de Iztapalapa, su primera decisión lo pintó de cuerpo completo. Se topó con una bella mujer. ¿Quién es?, preguntó. La secretaria, le informaron. “Ella se queda. Será mi secretaria particular”, ordenó.

El poder y sus mieles.



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