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Zona VIP | Maru Ruiz de Icaza

Adiós a una reina de cuento

Inició su labor como periodista hace doce años en la revista Actual, donde aún colabora. A lo largo de su carrera, ha entrevistado a persona ...





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    Sábado 15 de agosto de 2009

    La reciente muerte de Gayatri Devi, a los 90 años de edad en un hospital de Jaipur, marcó el final de una historia que contó con todos los ingredientes de un verdadero cuento de hadas: una bonita historia de amor, espectaculares palacios, una existencia colmada de lujos y extravagancia y una reina -ella-, cuya sorprendente belleza y espíritu inquieto, le dieron fama alrededor del mundo.

    Nacida en 1919 en el seno de la Familia Real de Cooch Behar, situado en el estado oriental de Bengala, en la India, Gayatri Devi, una de las últimas reinas en dicho país, creció rodeada de lujos en Londres, donde vivía con sus padres a corta distancia de los famosos almacenes Harrod’s, que se jactaban de poder conseguir lo que fuera para sus clientes. En su autobiografía Recuerdos de una princesa, que escribió con la ayuda de Santha Rama Rau y que fue editada por su buena amiga Jacqueline Kennedy Onassis, la soberana recordaba el “real” trato que ya recibía a sus cuatro años de edad por parte de los empleados de la tienda departamental inglesa antes mencionada. Muy pronto, su madre pondría punto final a las diarias escapadas de la pequeña a Harrod’s, que dejaron a la familia con una considerable deuda que su padre se apresuró a liquidar. Prematuras extravagancias que sin embargo, serían el preludio de una larga vida de lujos y excesos, pero a la vez, de compromiso y lucha por el país que amó.

    Era apenas una adolescente cuando conoció y se enamoró, del apuesto y multimillonario marajá de Jaipur, Sawai Man Singh, quien ya contaba, a la sazón, con dos esposas, lo que provocó el rechazo inmediato de los padres de Gayatri a su relación. Pero el amor entre la pareja acabó por imponerse y en 1939 se convirtió en la tercera esposa del marajá, que la transportó, de la noche a la mañana, a un mundo de inimaginable opulencia, al que pareció adaptarse enseguida a pesar de su relativo secundario lugar en la jerarquía del palacio, dado que se integraba a la familia como tercera marajaní. Joven, educada y dueña de una belleza morena que atraía todas las miradas, ya contaba, a sus 21 años de edad, con avión privado y una vida llena de placeres, entre los que destacaban, principalmente, el polo, el tenis, la equitación, las grandes fiestas en palacio y la cacería. Pero la soberana, que había cazado su primera pantera a los 12 años de edad, se convirtió en su madurez en una activa conservacionista, preocupada por el medio ambiente, la defensa de los animales salvajes y la sustentabilidad del planeta. “Toda persona pensante debe estar preocupada por la deforestación del mundo”, aseguraba.

    Su gusto por los saris y la joyas -heredado de su madre, Indira Devi- y su porte altivo y elegante, la convirtieron en un icono de moda. De hecho, la revista Vogue la proclamó en su día, entre las 10 mujeres más bellas del mundo. De su abuela aprendió “las tres reglas de etiqueta básicas de una marajaní”, siendo la más importante “nunca utilizar esmeraldas con un sari verde, como yo lo había hecho en el pasado, ya que lucen mucho más con uno rosa”.

    Viuda desde 1970, Gayatri Devi, a quien llamaban en los últimos años Raj Mata (Reina madre), a pesar de que el nuevo marajá de Jaipur no era hijo suyo, sino de la primera esposa de su marido, fue acusada de fraude fiscal a mediados de los años 70, durante el período de emergencia decretado por la entonces primera ministra india Indira Gandhi, que le tenía gran antipatía y fue encerrada durante cinco meses en una cárcel de Tihar, entre delincuentes comunes y prostitutas, pese a las protestas de mandatarios extranjeros y personalidades internacionales. Para muchos, esos meses en la cárcel agriaron su carácter y terminaron por convencerla de alejarse de la política. Y es que la bella soberana fue co-fundadora del partido Swatantra, y su primera batalla electoral por un escaño a la Asamblea (Lok Sabha) de Jaipur, en 1962, la ganó por tal diferencia de votos, que le valió una mención en el Libro de Records Guinness.

    La reina, que fue trasladada desde Londres al hospital Santokba Durlabhji Memorial de la localidad norteña de Jaipur, en el estado desértico de Rajastán, por problemas estomacales y respiratorios, falleció a fines del mes pasado. Ahora, dos de sus nietos, sobrinos, familiares lejanos e incluso el Estado indio, pelean por su fabuloso legado, compuesto por distintas propiedades, entre las que se encuentra un espectacular palacio, convertido hoy en un hotel de lujo.



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