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Ventana | José Cárdenas

Confesiones

JOSÉ CÁRDENAS ha dedicado cuarenta años al oficio de la información. Vive del radio y la tele. Odia el rumor. La prensa escrita lo enriquec ...





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Viernes 29 de mayo de 2009

Cuando debería comentar el bochornoso espectáculo multicolor de la megarredada michoacana, o la lumbre de la quemazón por la crisis económica, me veo obligado a tocar nuevamente el tema de Carlos Ahumada y su libro, porque no deseo sembrar falsas impresiones. De este asunto es la última vez que me ocupo.

El martes pasado escribí en este espacio un mensaje para el empresario: “No mienta usted al publicar que me negué, junto con otros colegas, a participar en la entrevista… que devino en su libro Derecho de réplica. Usted nunca me convocó”.

Ahumada me reclama: “En relación a su comentario (martes 26 de mayo) en EL UNIVERSAL, me permito reenviarle el correo que le envíe (sic) el pasado 13 de febrero de 2008, invitándolo a participar con sus preguntas… desconozco si no revisa todos sus correos, si no quiso participar o si simplemente miente”.

Tiene toda la razón. Debo reconocer una grave omisión. Respondo públicamente (en síntesis) lo que anteayer le contesté a tal señor en privado, al reconocer que efectivamente sí fui convocado a participar. Le digo, además, que el correo se perdió involuntariamente en el camino. Responsabilidad únicamente mía. También le comento: “No trabajo para juzgar los renglones de nadie... Durante el negro episodio de tu vida, siempre comenté con mis cercanos que eras el preso político de un gobierno nefasto. Me queda claro. Ya leí tu libro. Disiento de la manera como arrastras con la pluma la reputación de Rosario (Robles)… Es obvio que no has sido un caballero discreto. Pero en lo íntimo de las personas no me meto. Allá ellas. Allá tú”.

Ayer volvió a responder Ahumada desde Buenos Aires: “Debo decirte que me sorprendió el correo que me mandaste… qué bueno que pudimos aclarar este malentendido… me permito comentarte que para escribir el libro me enfrenté a dos o tres temas sumamente difíciles de tratar y el más difícil fue el de Rosario, no porque al escribirlo ella significara algo para mí en lo personal, sino por caballerosidad como tú señalas. Ella fue alguien que en su momento respeté y quise… como mencionas que efectivamente ya leíste el libro, te pregunto si crees que era posible suprimir esa parte o describirlo de otra manera. Y si lo hubiera descrito de otra manera, ¿no hubiera tenido las mismas consecuencias? Tomé el riesgo sabiendo que muchos se iban a distraer en ese tema… la carta que reproduje era una carta que ya había sido hecha pública por los mismos medios… fue una decisión dolorosa y difícil, tuve que asumir el costo que incluye los reclamos y descalificaciones, además del costo familiar. Finalmente privilegié mi compromiso con la verdad, mi compromiso con mi familia, con los periodistas que me hicieron llegar sus preguntas, con el lector y conmigo mismo… Después de leer el libro, ¿crees que se entendería la historia sin la carta, sin el episodio de la banda presidencial, sin el encuentro con Fox, sin ella, sin Salinas, sin Diego, sin Andrés Manuel, sin Bejarano? Yo mismo me lo pregunté… si escribía o no el libro… finalmente decidí que sí y decidí hacerlo con la mayor honestidad posible con las consecuencias que eso conlleva…”. ¿Usted, querido lector, lectora, tiene algo que añadir? Entonces, para mí este es un caso cerrado.



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