Opinion

El Ejército mexicano ya se encuentra listo para apoyar todas las acciones sanitarias dirigidas a contener la epidemia de influenza porcina, que comienza a crecer no sólo en México, sino también en Estados Unidos. Cuenta, incluso, con una estrategia para resguardar el traslado de medicamentos y proteger los centros hospitalarios en casos de extrema emergencia. Nos aseguran que sus cuerpos de especialistas y médicos, de capacidad probada, están a la espera de la orden para apoyar a la población, de ser convocados por el Sistema Nacional de Salud. La institución armada realiza cada año, semanas antes de la temporada invernal, simulacros de atención en casos de epidemia de influenza en la frontera norte.

Y mientras el presidente Felipe Calderón toma todas las medidas necesarias para enfrentar la emergencia detonada por la epidemia de influenza porcina en el país, que incluye medidas extremas como la “suspensión total” de todos los actos públicos, el secretario de Hacienda, Agustín Carstens, trató de minimizar el asunto en Washington diciendo que es “anticipado” asegurar que existe un caso epidemiológico en México. De plano, contradijo a su jefe, quien más que nunca se encuentra atribulado por la crisis sanitaria. Justo cuando Carstens señalaba en un encuentro en el Departamento del Tesoro que habría que esperar cómo se desarrollaban los casos, en México se informaba que ya eran 81 los muertos por este mal, y la misma dependencia que dirige abría un fideicomiso de más de 6 mil millones de pesos para enfrentar la emergencia.

El asunto de la influenza prácticamente dominó en todos los ámbitos de la vida en el país. Incluso la capacitación electoral se suspendió por el brote de la gripe porcina. También la embajada de Estados Unidos tuvo que posponer más de 5 mil citas para tramitar visas ya programadas, y así evitar que la representación del gobierno de Washington pudiera convertirse en foco de infección. La emergencia, pues, está en todo. Las clases escolares se suspendieron, los cines, teatros, museos y hasta templos religiosos cerrarán sus puertas los próximos días. Y ni hablar de las actividades deportivas. La Olimpiada Nacional 2009, que debería arrancar el viernes próximo en Nayarit, con la participación de jóvenes de todo el país, prácticamente quedó cancelada.

Apunte final: ni la emergencia nacional derivada de la epidemia de influenza ha desconcentrado a Andrés Manuel López Obrador de sus ataques al gobierno y a sus detractores políticos. Insistió en su apuesta al fracaso de la nueva refinería y en acusar a los integrantes de la “mafia” de la política de atentar contra el bienestar del país. Ni una palabra del mal que ya cobra más de 80 vidas humanas.