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Urbanitas | Filemón Alonso Miranda

El baobab de Periférico

Periodista y bloguero que elabora un zapping entre fotografía, docuficción y diarismo urbano con personajes y lugares extraños del Distrito ...





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Domingo 15 de marzo de 2009

desde adentro

(foto: filemón alonso-miranda)




Hay pocas cosas que nos llaman la atención de los árboles del DeEfe, porque casi todos están enfermos y muertos. La mancha urbana combate con eficiencia las zonas verdes para imponer el gris sin vida del cemento y el asfalto.

Sin embargo, en la Ciudad Monstruo hay un baobab que desde hace 16 años levanta las cejas de cientos de transeúntes y automovilistas que circulan sobre el bulevar Manuel Ávila Camacho, a la altura de Polanco. En el número 184, en una torre de 18 niveles y vidrios refractagris de seis milímetros de grosor, un joven baobab libanés asoma a la ventana sus poderosas ramas y observa el monótono tráfico.

El arquitecto Víctor de la Lama tuvo la idea de colocarlo en el noveno piso del edificio, el cual fue un símbolo de la zona durante los años 90, hasta que llegaron otras grandes construcciones. El baobab no nació allí. Contrario a lo que algunos creen no está hecho de plástico. En este momento sus ramas llegan al piso 13 y ya se pueden ver algunas flores de color amarillo ocre. Desde que fue trasplantado no ha dejado de crecer y maravillar a la gente que lo mira.


ramas saliendo del edificio

desde afuera




El arquitecto lo mandó poner en un macetón de dos metros de diámetro, sobre unas estructuras ocultas y tiene un sistema europeo que funciona con una fotocelda que activa un mecanismo de riego cuando el árbol así lo requiere. Pero eso no es todo: tiene un cuidador especial: Mauro Vallarta viaja desde los viveros de Xochimilco para arreglarle la tonelada de tierra que da soporte a la raíz. Él evita que se extienda demasiado y destruya la estructura. Los baobab son inspiradores de las más variadas historias. Cuentan que hay un ejemplar que aloja en su interior una estación de autobuses en la que pueden entrar 40 personas. De otro se dice que es utilizado como cantina y caben 50 personas.

Lo único cierto es que El Principito alertó que si no se vigila su crecimiento destruirán al planeta. El de la torre es sin duda un referente. Los microbuseros cobran una tarifa si bajan al pasaje antes o después de pasar junto al gran árbol.




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