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Mirada al mundo | Paul Krugman

Republicanos y racismo

Premio Nobel de Economía 2008, considerado entre los economistas más destacados del mundo. Autor de más de 18 libros y columnista estrella d ...





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Viernes 23 de enero de 2009

Y el culto a la economía de la oferta se ha encogido a tal punto que sólo incluye a maniáticos, charlatanes y republicanos.

Pero noticias recientes sugieren que mucha gente influyente, incluyendo funcionarios de la Reserva Federal, reguladores bancarios y, posiblemente, miembros de la entrante administración Obama, se han vuelto devotos de un nuevo tipo de vudú: la creencia de que mediante elaborados rituales financieros podemos mantener vivos a bancos ya muertos.

Para explicar el asunto, permítame describir la posición de un banco hipotético que llamaré Grupogótico, o Gótico para acortarlo.

En el papel, Gótico tiene 2 billones de dólares en activos y 1.9 billones en pasivos, así que su valor neto es de 100 mil millones de dólares. Pero una parte sustancial de sus activos —digamos, 400 mil mdd— son títulos respaldados por hipotecas y otros desechos tóxicos. Si el banco intentara vender esos activos, no obtendría más de 200 mil mdd.

Así que Gótico es un banco “zombie”: sigue operando, pero la realidad es que ya se derrumbó. Sus acciones no carecen totalmente de valor —aún tiene una capitalización de mercado de 20 mil mdd—, pero esa valuación se basa completamente en la esperanza de que sus accionistas serán rescatados por un plan del gobierno.

¿Por qué rescataría el gobierno a Gótico? Porque juega un papel central en el sistema financiero. Cuando se permitió que Lehman se derrumbara los mercados financieros se congelaron, y por unas semanas la economía mundial estuvo al borde del colapso. Como no queremos una repetición, Gótico debe mantenerse funcionando. Pero, ¿cómo se puede hacer eso?

Bueno, el gobierno podría simplemente entregar a Gótico unos 200 mil mdd, suficientes para hacerlo solvente otra vez. Pero esto, claro, sería un enorme regalo para los actuales accionistas de Gótico, y también alentaría una toma de riesgo excesiva en el futuro. No obstante, la posibilidad de ese regalo es lo que respalda actualmente el precio de la acción de Gótico.

Una mejor estrategia sería hacer lo que el gobierno hizo con las cajas de ahorro moribundas a finales de los 80: confiscó las instituciones en quiebra, dejando limpios a los accionistas. Luego transfirió los malos activos a una institución especial, Resolution Trust Corp.; reembolsó una porción suficiente de la deuda de los bancos para hacerlos solventes, y vendió las empresas corregidas a nuevos propietarios.

Sin embargo, los rumores actuales sugieren que las autoridades no están dispuestas a aplicar ninguna de estas medidas. En cambio, se están inclinando, según reportes, por un enfoque de compromiso: trasladar los desechos tóxicos de los estados financieros de los bancos privados a un “mal banco” o “banco agregador” de propiedad pública, que se parecería a la Resolution Trust Corp., pero sin decomisar los bancos primero.

Sheila Bair, presidenta de la Corporación Federal de Seguro de Depósitos, intentó recientemente describir cómo funcionaría el procedimiento: “El banco agregador compraría los activos a un valor justo”. ¿Pero qué significa “valor justo”?

En mi ejemplo, Grupogótico es insolvente porque los supuestos 400 mil mdd de desechos tóxicos en sus libros valen de hecho solamente 200 mil mdd. La única forma en que una compra del gobierno podría devolver a Gótico a la solvencia sería que el gobierno pagara mucho más de lo que compradores privados estén dispuestos a ofrecer.

Ahora, quizá los compradores privados no están dispuestos a pagar lo que el desecho tóxico vale realmente: “En realidad no tenemos en este momento una forma racional de tasación de esta categoría de activos”, dice Bair. ¿Pero debe el gobierno meterse en la cuestión de declarar que sabe mejor que el mercado lo que valen los activos? ¿Y es realmente probable que pagar un “valor justo”, cualquier cosa que eso signifique, sea suficiente para que Gótico vuelva a la solvencia?

Lo que sospecho es que las autoridades —posiblemente sin darse cuenta— están a punto de llevar a cabo una simulación: una política que parece ser igual a la aplicada para limpiar las cajas de ahorro, pero que en la práctica equivale a entregar grandes regalos a los accionistas de los bancos a expensas de los contribuyentes, disfrazada como una compra a “valor justo” de activos tóxicos.

¿Por qué realizar todas estas maniobras? La respuesta parece ser que Washington sigue teniéndole un miedo mortal a la palabra con N: nacionalización. La verdad es que Grupogótico y sus instituciones hermanas son ya partes integrantes del Estado, profundamente dependientes del apoyo de los contribuyentes, pero nadie quiere reconocer ese hecho y aplicar la solución obvia: una toma de control explícita, aunque temporal, por parte del gobierno. De ahí la popularidad del nuevo vudú, que afirma, como señalé, que elaborados rituales financieros pueden reanimar a bancos ya muertos.

Infortunadamente, el precio de este repliegue a la superstición podría ser alto. Espero estar equivocado, pero sospecho que los contribuyentes están a punto de sufrir otro agravio, y que estamos a punto de ver otro plan de rescate financiero que no cumple su cometido. (Traducción: Gregorio Narváez)



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