aviso-oportuno.com.mx

Suscríbase por internet o llame al 5237-0800




México y el mundo | Juan María Alponte

Los primeros choques de corrupción

Profesor titular de la FCPyS de la UNAM, escritor y periodista. Ha colaborado en periódicos y revistas nacionales e internacionales. Ha escri ...





Jueves 08 de enero de 2009

A la espera de que llegue el día 20 y se instale en la Casa Blanca, Barack Obama vive ya en un hotel de Washington y ha iniciado la despedida mañanera de sus hijas que estrenan sus primeras clases en un colegio de la capital de Estados Unidos.

El encuentro con la ciudad del Capitolio y el monumento a Lincoln no ha sido fácil. Si la biografía de los banqueros le ha proporcionado, con la catástrofe de Wall Street, una idea clara de su irresponsabilidad, codicia e inmoralidad, la política no le ahorra tampoco destemplanzas.

En efecto, el caso del gobernador de Illinois, subastando el cargo de senador que abandona Barack Obama, ya presidente electo, ha perturbado con la miseria del vivir sus primeros días washingtonianos. Abraham Lincoln, que sufriera también las agonías de la política estatal de Illinois podría consolarle, pero no evitar hoy una reflexión dura sobre los comportamientos de banqueros y políticos. Para Barack Obama la crisis de Illinois, ausente de ella y apostando por la dimisión inmediata del gobernador, le ha alcanzado por otro camino. Pocas semanas, después de Illinois, el presidente electo ha tenido que prescindir de uno de sus secretarios, el designado para la cartera de Comercio, Bill Richardson, un hispano, por el descubrimiento de un grave problema de corrupción económica en su etapa como gobernador de Nuevo México. El hecho cierto es que Barack Obama ha tenido que hacer la frase consagrada: “with deep regret” para romper el compromiso con el gobernador y buscar un nuevo secretario.

La cuestión no es menor, porque el presidente electo había incorporado a su gabinete rostros y figuras como la de Richardson, que representaban ese nuevo continente que la tradición define en EU como hispanos y que, en el caso de Bill Richardson (“uno de los mejor conocidos políticos latinos”, subraya The New York Times) no sólo representaba la integración de un sector poblacional importante, sino que implicaba algo más que The New York Times destaca: “Eran amigos muy estrechos tanto como aliados políticos”.

La identificación, en la escala de la corrupción, de los principales banqueros del país —abandonando, algunos de ellos, sus cargos con impresionantes subvenciones económicas— con la clase política plantea, sin duda, problemas éticos serios que en México, con la sátira popular incendiada de indomable astucia, se resuelve con una frase ya célebre: “¡Que regresen los corruptos y se vayan los pendejos!”. Al leerla, en letra impresa, la añado a la pronunciada por Obama ante la irremediable despedida de Richardson: “Con profunda lamentación”. Cabe esperar que los otros dos latinos incorporados al gobierno, Hilda L. Solís de California y el senador Ken Salazar de Colorado, tengan mejor fortuna.

El caso de Nuevo México era emocional y políticamente importante, porque según el último censo, la población hispana en ese estado representaba 43.4% del total y el PIB per cápita del estado, en el 2006, se elevaba a 29 mil 673 dólares. No es California con 38 mil 956 dólares, pero era y es Nuevo México, representativo, como estado, de una relativa prosperidad que incluye a un notable número de mexicanos. En California (con alrededor de 37 millones de habitantes) los hispanos conforman el 35.2% de la población.

El hecho es que, en estos momentos, Obama ajusta ante el Congreso su programa de recuperación que incluye 300 mil millones de reducción de impuestos, lo cual implica una medida de apoyo a trabajadores y negocios para la recuperación, pero, al tiempo, supone una ineludible visión correctora del gasto público. En síntesis, momentos muy delicados que requieren la excelencia gubernamental para Obama y su equipo. Nada es simple.



PUBLICIDAD.