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Bucareli | Jacobo Zabludovsky

Gomorra México

Periodista y licenciado en Derecho por la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México. Inició sus actividades period ...

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Lunes 24 de noviembre de 2008

Si no pueden, renuncien.

En estos días se cumplen los 100 que el presidente Felipe Calderón fijó para lograr objetivos concretos de aquel Acuerdo por la Seguridad, la Justicia y la Legalidad que hasta los turistas firmaron en Palacio Nacional. Lo bueno es que no esperábamos nada. Lo malo es que el grito del padre furioso y desesperado no fue escuchado. No pueden pero no renuncian.

El Bucareli del 25 de agosto, “Estética Palacio”, terminaba así: sobre la tumba cayó otra lápida. Era la tumba del niño asesinado. En vez de disminuir, los asesinatos aumentaron y, de aquella declaración de guerra inicial del sexenio, el parte de guerra prueba que los únicos que la tomaron en cuenta fueron los mafiosos. Cuerpos sin cabeza, cabezas sin cuerpos, cadáveres encurtidos, periodistas asesinados, periódicos bombardeados, secuestros exprés o entrega inmediata, jefes de la Interpol presos por corruptos, policías cómplices de criminales. Hemos llegado a la región más transparente de la delincuencia. Permítame numerar algunos hechos.

1. “Dimos instrucciones para que se compraran 100 litros de ácido muriático; hacían falta contenedores metálicos de 200 litros. Según nuestra experiencia, había que verter en cada contenedor 50 litros de ácido, y como estaba previsto suprimir a dos personas, hicimos preparar dos bidones”.

2. Toda la estructura económica-financiera del narcotráfico tiene su equipo militar: un salvaje grupo de choque y una vasta red de colaboradores. El parque de coches y motos, enorme, siempre disponible, como una estructura de emergencia. La armería, escondida y conectada con una red de herreros preparados para destruir las armas inmediatamente después de ser usadas para los homicidios.

3. Droga de élite en el pasado, hoy día, gracias a las nuevas políticas económicas de los clanes, se ha vuelto totalmente accesible al consumo de masas, con diferentes grados de calidad pero capaz de satisfacer todas las exigencias. El 90% de los consumidores de cocaína son trabajadores o estudiantes.

4. El consumo de cocaína, ha alcanzado máximos. El número de personas dependientes se duplica cada año. La expansión del mercado es inmensa; los cultivos transgénicos permiten cuatro cosechas al año, por lo que no hay problemas de abastecimiento de materia prima, y la ausencia de una organización hegemónica favorece la libre iniciativa.

5. En cualquier otro lugar, la mano de obra habría tenido un costo elevadísimo. Aquí, la ausencia total de trabajo, la imposibilidad de encontrar otra salida que no sea la emigración, hace que los salarios sean bajísimos.

6. La estrategia es nueva. Aceptar en la guerra a niños, elevarlos al rango de soldados, transformar la máquina perfecta de la venta de droga, inversión, control del territorio en un mecanismo militar. Aprendices de carniceros, de mecánicos, de camareros, chiquillos desocupados.

7. Encuentran un coche quemado, un cuerpo decapitado en el asiento del conductor. La cabeza en los asientos posteriores. Se la habían cortado, no de un hachazo, sino con una sierra circular dentada que utilizan los herreros para limar soldaduras. El peor instrumento de todos, el más teatral. Primero cortar la carne y luego astillar el hueso del cuello. Debían haber hecho la faena allí mismo, pues había jirones de carne por el suelo. Antes incluso de que iniciaran las investigaciones, en la zona todos parecían estar seguros de que era un mensaje.

Ahora le explico: los párrafos anteriores numerados del 1 al 7 son textuales del libro Gomorra y se refieren a la criminalidad en Nápoles, Italia. Un reportaje fascinante y brutal, narrado por un periodista de 29 años que describe en primera persona los delitos de la camorra, la mafia o cosa nostra napolitana llamada ahora El Sistema. En unas semanas se han vendido 3 millones de ejemplares en todo el mundo, la adaptación cinematográfica ganó el premio en Cannes y su autor, Roberto Saviano, amenazado de muerte, vive escondido.

Todo esto sería sólo otro episodio anecdótico de la literatura gangsteril y del periodismo de nota roja y denuncia, si no fuera porque gran parte de lo que narra es lo que estamos padeciendo en México. El narco trasplanta su estilo de vida. Y de muerte. Nos hemos igualado y pronto superaremos a los más perversos sistemas que operan al margen de la ley.

Olvidaba decir que el libro no ofrece remedios. No surte recetas. Ni siquiera se adorna con moralejas finales. Es de una solidez tan pasmosa como descarnada. Describe y ya, sin más.

Lejana la esperanza de ganar la guerra, nos queda el consuelo de que pronto estaremos en la mesa de novedades de todas las librerías del mundo. Alguien escribirá nuestra historia.

Material no le falta.



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