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Campos Elíseos | Katia D' Artigues

Martes negro, negrísimo

Katia D´Artigues Beauregard, orgullosa chilanga que ya tiene 20 años de trabajo en los medios. Egresada de la Universidad Anáhuac, fue fu ...

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Miércoles 05 de noviembre de 2008


Parece que fue ayer...
Noviembre de 2006. Felipe Calderón presentaba a parte de su equipo de trabajo, casi todos sonrientes, entre ellos JC Mouriño. ¿Quién hubiera esperado un final así? (Foto: ARCHIVO/ EL UNIVERSAL)

Así es la fascinante profesión de un periodista: uno sabe cómo empezará el día, puede hacer mil planes, pero la vida lo sorprende a uno.

Ayer fue un martes negro, definitivamente. Con varias acepciones…

Nos pasó ayer a todos los medios: todos con las baterías y los ojos puestos en Estados Unidos cuando la nota —la tragedia, mejor dicho— fue cubrir, casi en directo, la muerte del secretario de Gobernación y de las ocho personas que lo acompañaban. Y la indudable —terrible— sombra del rumor de un atentado del narco que sólo subrayó el mensaje dado por Felipe Calderón cuando, en el hangar presidencial, enfatizó que darán a conocer las investigaciones y dijo:

—Nunca dudamos en empeñar nuestras vidas… Instruyo a mi equipo de trabajo a redoblar esfuerzos en la tarea cotidiana, a trabajar unidos y sin doblegar, a trabajar más intensamente cada día para lograr el México en el que creemos y en el que creyeron el secretario de Gobernación y su equipo.

Fue su tono. Dolido, claro; pero en control. Era su amigo. Su cuaderno a doble raya, pues. A quien defendió por sobre todas las tempestades políticas. ¿Será que sólo yo lo vi súbitamente más cano y con menos cabello?

Había rumores de que lo bajarían del gabinete, pero ayer un lamentable accidente o lo que sea… lo bajó ¡de la vida! Espero que eso sea: un accidente. Habría, también, motivos para pensarlo: fue el mismo avión que ya había tenido desperfectos mecánicos en noviembre de 2005, en tiempos de Carlos Abascal como secretario de Gobernación.

El avión Lear Jet 25, matrícula XCVMC, cayó ayer cerca —qué cosas— de la Fuente de Petróleos. También iban a bordo el ex subprocurador José Luis Santiago Vasconcelos, Miguel Monterrubio, Arcadio Echeverría, Norma Díaz, el piloto Julio César Ramírez, el copiloto Álvaro Sánchez, además de Gisele Carrillo, la sobrecargo.

Sobresale el hecho del último evento público de Mouriño: atestiguó la firma del Acuerdo por la Seguridad, la Justicia y la Legalidad.

Vuelvo de nuevo a la sospecha, ni modo. El hecho de que Luis Téllez, secretario de Comunicaciones y Transportes, haya dicho que fue un accidente de inmediato. ¿No fue demasiado pronto? La razón: que por el reporte de aeronáutica civil el avión estaba intacto.

La PGR también entró a la investigación, debe hacerlo; pero también el Ejército entró al aeropuerto de San Luis Potosí. ¿Por qué?

Ya sabe cómo son los rumores. Algunos veían en esto una represalia de Ismael El Mayo Zambada por la captura de su hermano hace dos semanas, El Rey.

Ni Cecilia Romero, titular de Migración, ni Antonio Valladolid, diputado, se regresaron en el avión en el que sí viajaron de ida.

Desde aquí un sentido pésame a todas las familias de los muertos. Sobre todo a María de los Ángeles Escalante, esposa de Mouriño, y a sus hijos, María de los Ángeles, Juan Camilo e Iván. A todos los demás familiares, por supuesto.

Como todo lo indicaba, Barack Obama hizo historia: se confirmó su triunfo, casi por paliza, contra John McCain —quien reconoció la derrota y lo llamó “mi presidente”— y Sarah Palin, cómo olvidarla.

Los resultados fueron: 338 votos electorales para los demócratas contra 155 para los republicanos.

Si es así, hay varias conclusiones que trazar:

Uno.— Qué buen promotor de Obama fue Bush: su terrible presidencia, más en los últimos años y con la crisis que la gente comenzó en sus bolsillos, le ayudó.

Dos.— O nuestra Virgen de Guadalupe es poco milagrosa o muy sabia. McCain vino a verla (no Obama… espero que con todo y el duelo no olvide Felipe Calderón llamar al ganador, quien quiera que sea, porque no hubo tiempo en su agenda) y seguramente le pidió esa silla en la Sala Oval… y no se lo dio. Espero que por algo será… a pesar de las malas lecturas de que Obama, por su cercanía con sindicatos y en tiempos de crisis, no sería precisamente un gran aliado de los inmigrantes. Y menos los indocumentados que —diría Fox, aclaro— sí querrían hacer el trabajo de los negros en este tiempo…

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