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Agenda del debate | José Carreño Carlón

El efecto: ‘siempre viene algo todavía peor’

José Carreño Carlón: Premio Nacional de Periodismo por artículo de fondo, director de la oficina presidencial de comunicación, son algunos ...





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Táctica comunicativa de las bandas, sin estrategia del gobierno
Un vacío de poder sólo favorece al movimiento armado del hampa


Jueves 18 de septiembre de 2008

Cuando te dices a ti mismo: “Esto es lo peor que he visto”, mejor confórmate con eso, porque siempre viene algo todavía peor, le advierten a George Clooney en “Intriga en Berlín” (The Good German) ante las ruindades humanas que se van revelando tanto en los alemanes vencidos como en los aliados triunfantes.

Con esa sensación pasamos del hallazgo en La Marquesa de 24 cadáveres de jornaleros ejecutados la semana pasada, al cruento ataque de esta semana a la población civil reunida para la conmemoración del grito de la Independencia en la plaza principal de Morelia.

Todavía seguimos en la incertidumbre sobre cuál sería el móvil para matar a dos docenas de mexicanos pobres, no beneficiarios visibles de policías ni sicarios, cuando pasamos a debatirnos entre las más inquietantes hipótesis en busca de una explicación para el ataque con granadas contra la gente del pueblo que asistía a la principal conmemoración del calendario cívico de México en la capital michoacana.

Como se ha repetido en las últimas horas, se trata de un paso en la estrategia de las bandas criminales que va de los ajustes de cuentas entre esas mismas bandas y de éstas con las fuerzas estatales, al terrorismo que ataca, mata y hiere indiscriminadamente a la gente común con sus familias.

Guerra de percepciones

Pero se trata de un tránsito cuyos efectos buscados son netamente de comunicación política: acelerar la desconfianza social para precipitar el aislamiento del gobierno —o su abierto rechazo— por parte de una población atemorizada y sin esperanzas de protección por las leyes y las instituciones del Estado.

Como parte de la estrategia criminal de generar sentimientos de desprotección ante una fuerza imbatible e impune, se busca crear en la gente la expectativa de que después de que se piensa haber visto lo peor, siempre vendrá algo todavía peor. Así se explica la zozobra de ayer de los padres de familia tabasqueños ante el rumor de que había bombas en las escuelas.

Frente a esta estrategia de comunicación que procura el vacío de autoridad, la aspiración superior de las organizaciones criminales, sorprende la indefensión del gobierno por la ausencia de una estrategia de comunicación asociada a la guerra contra el crimen. Porque no se trata sólo de hacer frente a un desafío armado por los territorios físicos e institucionales controlados por las bandas. Lo que está en juego también es el control de las percepciones de un público en el que se intenta todos los días hacer patente la impotencia, la incapacidad y la corrupción del gobierno al lado del indiscutible poder, la eficacia y —en algunos casos, incluso— el arraigo social de los criminales.

AMLO: delgada línea roja

Es aquí también donde se desvanece la de por sí delgada línea roja entre las bandas de la violencia criminal a secas y las organizaciones comprometidas con la violencia por motivaciones políticas. Porque sea que se trate de anular al Estado para consolidar el dominio territorial del hampa o que se trate de destruirlo para instaurar el reino de la justicia, el efecto que buscan termina siendo el mismo: la desintegración de la autoridad y de sus aparatos de seguridad y defensa. Por eso no sorprende que una y otra formas de violencia terminen fundiéndose en lo que se ha llamado narcoguerrilla o narcoterrorismo.

En este punto, Andrés Manuel López Obrador acertó el martes al abandonar explícitamente la apuesta a la crisis política y su propuesta de renuncia del presidente Calderón. La oposición de AMLO a cualquier “acto de violencia que afecte al pueblo y transgreda la estabilidad política del país” responde a una realidad en que la acumulación de víctimas civiles de la violencia criminal ha concitado un movimiento de unificación del país que condena al aislamiento toda propuesta de ruptura. Así sea por vías supuestamente “constitucionales”, parece obvio que un vacío de poder sólo puede favorecer hoy a quienes encabezan ese proyecto con la fuerza de las armas: las bandas criminales.



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