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Expedientes abiertos | Roberto Rock

El PRD que sí debe desaparecer

Egresado de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Ingresó a EL UNIVERSAL en 1978, donde desempeñó varias actividades pro ...

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Lunes 12 de mayo de 2008

El PRD que sí debe desaparecer

El crecimiento del organismo abrió la puerta a la improvisación, agudizó el apetito de las corrientes, multiplicó la corrupción y activó un cáncer que debe ser extirpado

Uno de los principales integrantes del Comité Ejecutivo del Partido de la Revolución Democrática —responsable de un área operativa clave en la organización— era hace poco tiempo un anónimo cuadro de base cuya tarea consistía en sacar copias de documentos y atender encargos similares. Su lugar en el escalafón partidista se catapultó cuando sus anteriores jefes dejaron la estructura del partido para ocupar puestos públicos, curules y escaños en los congresos federal y locales.

Hace menos tiempo aún, un militante perredista que nunca tuvo un empleo formal y que acumuló méritos grafiteando muros y pateando puertas de oficinas públicas, un buen día se descubrió apoltronado en un sillón de diputado, con sueldo de legislador, oficina, viajes, secretaria y otras delicias. Cuando su periodo terminó entró en tal sicosis que no sólo mantuvo el control de su oficina sino que decidió vivir en la misma. Su enajenación lo llevó a buscar dinero fácil y acabó siendo asesinado en circunstancias nunca aclaradas.

En Oaxaca y Veracruz, por mencionar sólo algunos de los casos más públicos, los dirigentes del PRD están públicamente en la nómina oficial del gobierno estatal. La administración del gobernador veracruzano, Fidel Herrera, inventó una comisión para “impulsar” la reforma del Estado, que lo único que ha promovido es el bienestar de sus integrantes, todos ellos líderes partidistas, del PRD incluido, quienes devengan un sueldo cercano a los 200 mil pesos mensuales a cambio de aportar sus inspiradoras reflexiones sobre hacia dónde debe avanzar nuestra democracia.

En todo el país las corrientes internas del partido entienden el equilibrio interno en términos de distribución de un botín, independientemente de lo que haya sobre la mesa: candidaturas, prerrogativas oficiales, prebendas gubernamentales, vehículos, asistentes o “dinero negro”.

Algunas de esas corrientes, notablemente Nueva Izquierda, que encabeza Jesús Ortega, han mostrado mayor soltura para traducir en apoyos políticos externos y en dinero constante y sonante, su habilidad negociadora. Una muestra de ello fue el despliegue de recursos mostrado por su grupo en días pasados para celebrar el 19 aniversario del PRD, lo que incluyó una concentración masiva de simpatizantes, renta de autobuses, espacios publicitarios en medios de comunicación y un largo etcétera.

La podredumbre y la canalla política, sin embargo, no son patrimonio exclusivo de ninguna corriente dentro del PRD. Se derivan de un problema estructural, cultural y si se desea, de una crisis de crecimiento, luego de que ese partido conquistó el gobierno de varias entidades, incluida la más importante, la capital del país, y que hace apenas dos años haya estado a punto de conquistar la Presidencia de la República, por conducto de Andrés Manuel López Obrador.

El tabasqueño y el otro artífice de toda esta historia, Cuauhtémoc Cárdenas, concentran la atención sobre lo que vendrá en el PRD, que no puede ser otra cosa que una presidencia interina que convoque a un congreso de refundación donde se depuren prácticas, se quite protagonismo a las corrientes y se dé paso a una verdadera institución.

Antes tendrá que resolverse el pasmo en el que ese partido está atorado desde sus elecciones internas del 16 de marzo. El pasado miércoles Cárdenas hizo un nuevo pero tardío llamado a evitar que actores externos resuelvan sobre su vida institucional. Se refería por supuesto al tribunal federal electoral, pero también a la serie de actores que han decidido meter la mano con el propósito de controlar un proceso que hoy se presenta harto incierto.

Ortega y su equipo tienen una estrategia sofisticada para trabajar con el tribunal. Se asegura que el magistrado Constancio Carrasco es el responsable de empujar las cosas a favor del político hidrocálido, pero no por interés propio, sino por deseo de Los Pinos, donde se ha cometido el error de tomar partido en esta historia. En el equipo figuran igualmente operadores experimentados como Horacio Duarte y Jesús Zambrano, pero también el coordinador senatorial Carlos Navarrete, quien se ha proyectado como el político más serio y respetable de todo ese grupo.

Una vez cumplida la instrucción del tribunal de efectuar el cómputo de todos los votos de los comicios internos —quizá con una ligera ventaja para Ortega—, iniciará el proceso de impugnaciones, que derivará no sólo en nuevas fricciones, sino que al final del día las cifras pueden beneficiar nuevamente a Alejandro Encinas, quien quizá deba recurrir igualmente al Trife.

De todo esto, gane quien gane, surgirá un partido enfermo y exhausto, que entrará en agonía si no impulsa una asamblea que lo abra a nuevas fuerzas y rostros y estimule su verdadera refundación.

Apuntes: El maestro de César Nava

n EL SUBPROCURADOR de Derechos Humanos, Juan de Dios Castro, fue un factor clave en el desarrollo profesional de César Nava, secretario particular del presidente Felipe Calderón y uno de los personajes más influyentes en el primer círculo de Los Pinos. Nava fue tomado de la mano por Castro Lozano, con quien laboró en más de una ocasión en la consejería jurídica de la Presidencia, desde donde fue impulsado para ocupar la Gerencia Jurídica de Pemex, siendo director Raúl Muñoz Leos, quien ahora tantos ataques recibe del equipo calderonista; pero es otra historia. Castro Lozano es un acreditado abogado panista, pero su ciclo como subprocurador parece agotado desde hace meses y el cambio no se produce al parecer porque Nava defiende a su antiguo tutor. El 21 de abril, durante una reunión con una misión internacional que estudia aquí ataques contra periodistas, el subprocurador Castro se equivocó todo lo que pudo, al grado de acusar de “enemiga del Estado” a Aleida Calleja, promotora de radios comunitarias, a la que se le respeta dentro y fuera del país. Calderón ya recibió una queja formal por ello, avalada por instituciones internacionales. n SEMANA NEGRA, la vivida por el jefe del gobierno capitalino, Marcelo Ebrard: el Distrito Federal fue escenario del asesinato de jefes policiacos tanto a nivel federal como local; las imágenes de vecinos de El Salado destrozando patrullas recorrieron el mundo; debió tomar distancia de la gira de Calderón que incluyó una “pre-inauguración” del Tren Suburbano, y en el colmo, recibió elogios malintencionados del ex presidente Carlos Salinas. Por cierto, en la obra del tren hay una historia nunca aclarada, pues la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, entonces a cargo de Pedro Cerisola, asignó el contrato en condiciones oscuras a la compañía Alhston, de origen francés, lo que atrajo un escándalo internacional que obligó a cambiar las cosas en favor de la española CAF. n LAS CRÍTICAS de Javier González Garza, coordinador perredista en San Lázaro, contra la gestión de su compañera Ruth Zavaleta al frente de la presidencia de la Cámara de Diputados, anticipan una fractura entre El Güero y el grupo de Los Chuchos. Ya se verá.

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