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Usos del poder | Alfonso Zárate

¿Tráfico de influencias o abuso de poder?

Alfonso Zárate Flores, director general de Grupo Consultor Interdisciplinario, S.C. (GCI), es licenciado en Derecho por la Facultad de Derecho ...

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Juan Camilo Mouriño sabe ahora que no es lo mismo operar en las sombras que pasar a la trinchera

Miércoles 12 de marzo de 2008

¿Tráfico de influencias o abuso de poder?

Juan Camilo Mouriño sabe ahora que no es lo mismo operar en las sombras que pasar a la trinchera. El personaje desencajado que el 28 de febrero, al concluir la reunión ministerial de la Alianza para la Seguridad y la Prosperidad de América del Norte en Los Cabos, asumió su propia defensa ante las denuncias de Andrés Manuel López Obrador de haber beneficiado a su familia, se parece poco al que posó para la revista Quién y fue presentado como “el chico superpoderoso” que acude a los lugares de moda, “baila de concurso” y viste trajes Hermenegildo Zegna.

A unas semanas de su llegada a Bucareli, el “joven maravilla” acumula errores mayúsculos: 1) el manejo confuso y la aclaración tardía de su nacionalidad, expediente que sigue abierto; 2) la decisión de mostrarse como yuppie en revistas del corazón; 3) la integración de un equipo mediocre y anodino; 4) sus firmas de contratos con Pemex siendo servidor público; 5) el acelere de algunos de sus cercanos con miras a una prematura sucesión presidencial, y 6) la multiplicación de los contratos con la SCT de la constructora propiedad de su suegro, Eduardo Escalante.

La denuncia que hizo López Obrador en la concentración del 24 de febrero sobre un eventual conflicto de interés de Mouriño cuando se desempeñaba como presidente de la Comisión de Energía de la Cámara de Diputados y, más tarde, como funcionario de la Secretaría de Energía, por haber firmado contratos con Pemex en su carácter de apoderado legal y accionista de la empresa Transportes Especializados Ivancar, ha vulnerado al responsable de la política interna.

Mouriño habría incurrido en actos indebidos e ilegales proscritos en la Ley Federal de Responsabilidades de los Servidores Públicos, el Código Penal y la Ley de Adquisiciones.

Baste recordar que la primera exige a los servidores públicos: “Excusarse de intervenir en cualquier forma en la atención, tramitación o resolución de asuntos en los que tenga interés personal, familiar o de negocios, incluyendo aquellos de los que pueda resultar algún beneficio para él, su cónyuge o parientes consanguíneos hasta el cuarto grado, por afinidad o civiles”.

En los próximos días las investigaciones se harán más profundas y buscarán explotar otros filones: ¿cómo hizo su fortuna su padre, Manuel Carlos Mouriño Atanes? ¿Cómo pasó de manejar las empresas medianas de su suegro (panaderías, mueblerías y hoteles) a tener cerca de 80 empresas? ¿Cuáles son sus vínculos con el poder, antes priísta y hoy panista?

¿Cuántos contratos y por qué montos tenían las empresas de la familia Mouriño con Pemex antes y después de jugársela con Fox y de que el menor de sus hijos incursionara en la política? ¿Qué justifica las asignaciones directas de los contratos?

Este lunes López Obrador volvió a la carga y dio a conocer dos nuevos contratos. De modo que la presión seguirá creciendo y la opinión pública no podrá conformarse con la autodefensa del funcionario severamente cuestionado, sin más pruebas que su dicho y sin un sustento jurídico que descargue de responsabilidades al operador presidencial.

El golpe contra Mouriño se da en el momento en que el debate sobre la reforma petrolera alcanza intensidad. Lo único cierto es que, de nueva cuenta, están en la discusión pública las malas conductas de las buenas conciencias y que el kindergarden está mostrando sus límites.



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