ACIR se divorcia de Clear Channel
Martes 02 de octubre de 2007
Además del posible rompimiento de la sociedad que Grupo Prisa y Televisa tienen en Televisa Radio (Radiópolis), se avecina un nuevo divorcio que involucra capitales extranjeros: el de Grupo ACIR, de Francisco Ibarra, con la estadounidense Clear Channel Communications, que preside Lowry Mays. La noticia se da como un hecho en Estados Unidos, donde estuvimos recientemente
En los próximos días, podría concretarse la división entre ambos grupos a través de la recuperación de 40% de acciones de ACIR. La operación se presentaría en el contexto de la inminente venta de las más de mil 100 emisoras de radio de Clear Channel a un grupo de inversionistas encabezados por Thomas H. Lee Partners LP y Bain Capital Partners LLC, en una operación que ronda en los 19 mil 500 millones de dólares.
De concretarse la división, la alianza entre ACIR y Clear Channel apenas alcanzará los 10 años de existencia. Fue en diciembre de 1997 cuando la Comisión Federal de Competencia (CFC) autorizó la compra de 40% de ACIR por 57 millones y medio de dólares. Para ello, Carlos Slim, a través de Sinca Inbursa, vendió a la estadounidense 30% que poseía en ACIR.
Grupo ACIR no representa un negocio lo suficientemente atractivo para Clear Channel. Aun así, la estadounidense había mantenido su interés en México y en otros países como Australia y Nueva Zelanda, lo que en conjunto implicaba la operación de 240 emisoras con 20 diferentes formatos que atienden a más de 17 millones de radioescuchas a la semana y con una base laboral de más de 2 mil empleados. Del total de esas emisoras, casi la mitad, 110, son propiedad o son representadas por la empresa de la familia Ibarra.
La participación del grupo más fuerte de la radio en Estados Unidos fue positiva para la empresa radiofónica mexicana. ACIR es uno de los grupos de radio más avanzados en el país en sus procesos de gestión administrativa, comercialización y tecnología. En materia de contenidos, destaca la implementación del concepto de información sobre tráfico vehicular, Radio Tráfico, desarrollado en el Distrito Federal y posteriormente en otras ciudades, con base en la exitosa experiencia que Clear Channel ha tenido en diversos mercados estadounidenses.
Pero quizá la mayor aportación ha sido en el ámbito de la publicidad radiofónica. Como sus similares en Estados Unidos, la empresa desarrolló una exitosa área que se encarga de proporcionar soluciones integrales a sus clientes en las diferentes plazas en las que tiene presencia. Para todas sus emisoras, la estrategia ha sido positiva, pero más aún para las que operan en la banda AM, cuyas audiencias han disminuido de forma importante en los últimos años.
La separación de Clear Channel y Grupo ACIR se daría prácticamente al mismo tiempo que la de Televisa con Grupo Prisa. Ambas también se parecen en cuanto a que recibieron inversión extranjera “neutra”, pero también por el hecho de que ACIR y Radiópolis, de Televisa, intentaron fusionarse en diciembre de 2000. La CFC no aprobó la operación. Desde entonces las dos empresas presentaron un juicio de amparo en contra de la CFC sobre el que no tenemos noticias recientes. ¿Ante la probable separación de sus socios internacionales pretenderán nuevamente fusionarse? Si esto no fuera posible, es muy probable que ambas empresas busquen nuevos aliados nacionales o internacionales, más aún si sumamos la revisión del convenio de comercialización que mantienen Televisa Radio y Radiorama. Como vemos, los movimientos en la radio mexicana serán intensos en los próximos meses.
La ley telefónica
Ya se ha hecho costumbre que las leyes o acuerdos administrativos relacionados con los medios y las telecomunicaciones tengan autoría: la “ley Televisa”, el “acuerdo Telmex” (también llamado de convergencia) y ahora la “ley telefónica”. La primera fracasó. El segundo está con respirador artificial.
Toca ahora el turno a la legislación promovida abiertamente por una empresa transnacional: Telefónica Movistar, de España, cuyo representante en México, el ex secretario de Hacienda, Francisco Gil Díaz, es como el Tejado Dondé de Televisa: un cabildeador que utiliza sus relaciones e influencias y presiona políticamente para promover modificaciones a las leyes de Inversión Extranjera y Federal de Telecomunicaciones, con las cuales se busca abrir de 49 a 100% la inversión extranjera directa en la telefonía fija y en otros servicios de telecomunicaciones.
Telmex es el enemigo a vencer. A ese propósito se suman la Secretaría de Economía, la CFC y un grupo de diputados del PRI, Nueva Alianza y Convergencia. El dictamen que se prevé presentar mañana ante las comisiones de Economía, de Comunicaciones y de Radio y Televisión, ha sido rechazado por el PRD bajo el argumento de que esa apertura no necesariamente se reflejará en mejores precios ni servicios para los consumidores. Lo que hace falta, dicen los perredistas, es fortalecer los órganos reguladores: la CFC y la Cofetel, para impedir las prácticas monopólicas de Telmex.
Coincido con la posición del PRD, pero con una salvedad: México debe permitir un aumento de los porcentajes de inversión extranjera siempre y cuando se haga en condiciones de reciprocidad. Si Telefónica desea participar en nuestro país con el 100% de sus inversiones, lo mismo debe permitirse en España para Telmex. Es lo menos que se puede esperar para dos empresas tan similares en su comportamiento anticompetitivo en sus respectivos países, tan globales y tan poderosas.
El problema es que el dictamen desestima esa posibilidad, con un argumento falaz: “Se considera conveniente eliminar el esquema de requerir condiciones similares de apertura en el país de origen de la inversión, a efecto de potenciar los beneficios perseguidos y brindar mayor congruencia entre nuestro marco jurídico doméstico e internacional” (considerando decimotercero).
La ley telefónica se impulsa cuando en el Senado se ha comenzado a trabajar en una reforma a las leyes de Radio y Televisión y de Telecomunicaciones. El tema de la apertura a la inversión extranjera está incluido en el proyecto de trabajo de los senadores. Pero hay prisa para sacar adelante este dictamen de los diputados. En caso de ser aprobado, ¿los senadores lo avalarán tal cual? La ley telefónica aún tiene que sortear varios obstáculos.
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