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Galaxia editorial | Juan Domingo Argüelles

Monsiváis y ‘las alusiones perdidas’



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“Las alusiones perdidas” se tituló el discurso que Carlos Monsiváis pronunció en 2006, en el marco de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, al recibir el máximo galardón que otorga esta feria (antes Premio Juan Rulfo y ahora Premio FIL, por razones del todo difundidas en los medios)

Domingo 30 de septiembre de 2007

Monsiváis y ‘las alusiones perdidas’

“Las alusiones perdidas” se tituló el discurso que Carlos Monsiváis pronunció en 2006, en el marco de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, al recibir el máximo galardón que otorga esta feria (antes Premio Juan Rulfo y ahora Premio FIL, por razones del todo difundidas en los medios).

Las alusiones perdidas, el discurso, ha sido publicado íntegro y con una sección de “Notas agregadas”, por Jorge Herralde, en la colección Argumentos de Anagrama (Barcelona, 2007) y con el texto de presentación de José Emilio Pacheco.

Tanto el discurso como las “Notas agregadas” de Monsiváis, constituyen un espléndido ensayo que centra su atención en el tema de la lectura y en la necesidad de humanizar la educación, sacarla del culto tecnocrático y revalorar ciertas formas perdidas, pero eficaces, de recuperar una memoria cultural cada vez más desdeñada que no sólo significa la pérdida de conocimientos, sino también de valores.

A decir de Monsiváis, “la atención a la tecnología desvanece provincias enteras del conocimiento y arrincona la erudición. Un erudito ya no es, socialmente hablando, un sabio, sino —sin estas palabras, con este sentido— un depósito amable de intrascendencias que no se piensan conocer. Y el antiguo conocimiento público se confía casi en secreto a las universidades”.

Y aunque Monsiváis está consciente de que internet no se opone ni desplaza a otras lecturas, sino que más bien las complementa, también es verdad que la lectura del libro tradicional modifica mucho más sustancialmente la vida del lector, añadiéndole al menos secuencias narrativas imperecederas.

Lo malo del exceso tecnocrático es su desdén hacia la letra escrita que, en una escala superior, conduce a la tendencia académica de las especializaciones absolutas que suele ignorar el placer de la escritura y la lectura.

“En este panorama —señala Carlos Monsiváis—, muy poco del legado clásico parece firme, y las demandas de la educación se inician con el sueño de la multiplicación de las laptops y los iPods como panes y vinos bíblicos”.

En este sentido, “la causa imperiosa e imperial de la tecnología adquiere un perfil religioso”, y el culto a las tecnologías informativas devienen en desprecio neoliberal por las humanidades, pues la aptitud tecnológica es la cima de todo (y más que nada en términos educativos) a tal grado que “informar es ya usar a fondo la tecnología, no el idioma, y las ventajas de la inmediatez extrema ocupan todo el espacio”.

La conclusión de Carlos Monsiváis en Las alusiones perdidas no puede ser más desalentadora de tan dramática: “Lo más señalado de este momento es la globalización de la literatura y de las artes en general, pero a este proceso, iniciado en el siglo XIX, lo obstaculizan las desventajas sucesivas, entre ellas el fracaso —reconocido en forma unánime— del proceso educativo, hecho a un lado por el culto a la tecnología y por la sobrevaloración del éxito económico, ya nada más accesible a unos cuantos”.

Para Carlos Monsiváis, la vida de un lector inveterado y formado en el mejor sendero de las humanidades está llena de fragmentos de lectura, esos fragmentos que le confieren las mejores maneras de vincularse con el mundo real y con la imaginación, más allá del pragmatismo y con mucha frecuencia de la simple teoría abstracta de las ventajas tecnológicas.

José Emilio Pacheco y Jorge Herralde coinciden al recordar que Octavio Paz definió a Monsiváis como “un nuevo género literario”. En efecto, Monsiváis ha explorado, como pocos, la sensibilidad y la inteligencia, y nos ha dado una de sus visiones más originales y exactas.

*Escritor



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