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Bucareli | Jacobo Zabludovsky

Ya comemos chicharrón

Periodista y licenciado en Derecho por la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México. Inició sus actividades period ...

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Empecemos por el más ardiente: el escándalo desatado por la revista Quién, al darle espacio a una pareja presidencial segura de que la exhibición de su prosperidad generaría aplausos de un pueblo deseoso de expresar su gratitud

Lunes 24 de septiembre de 2007

Ya comemos chicharrón

Hay muchos fierros en la lumbre al terminar septiembre, apenas décimo mes de un lapso inicial de sexenio que solía ser en otras épocas la luna de miel del nuevo gobierno y sus gobernados.

Empecemos por el más ardiente: el escándalo desatado por la revista Quién, al darle espacio a una pareja presidencial segura de que la exhibición de su prosperidad generaría aplausos de un pueblo deseoso de expresar su gratitud. La revista pasa a ser documento histórico y sus fotos motivo de comentarios dentro y fuera de México.

Creo que merecen subrayarse algunas declaraciones deslizadas con la sutileza de quien escribe la letra chiquita de los contratos. Los dos últimos meses de su gestión, cuando todavía podían volar en aviones presidenciales, se dedicaron Marta y Vicente a consolidar su ranchera propiedad con cargo a usted y a mí. “A partir del 11 de octubre de 2006, el matrimonio Fox-Sahagún puso manos a la obra. El jefe del Ejecutivo giró instrucciones para que se digitalizaran todos los documentos oficiales que se habían emitido durante su administración, los cuales sumaban alrededor de 3 millones. En tanto, la señora Fox viajó algunas veces acompañada por su marido, a cuatro de las 12 bibliotecas de ex presidentes que hay en Estados Unidos. Las seleccionadas para estudiar el funcionamiento de estos espacios académicos fueron: John F. Kennedy, Jimmy Carter, George Bush y William J. Clinton. El objetivo, la creación del Centro Fox”, dice Alberto Tavira Álvarez, autor del reportaje. Agrega: “Luego de la sobremesa, el empresario, productor y exportador de brócoli, papa, lechuga y maíz se dedica, vía telefónica, a la recaudación de fondos para el Centro Fox”. Deben ser muchos los donadores si la recaudación es actividad diaria. Lo recaudado también sale de nuestros bolsillos, generoso lector, pues es deducible de impuestos. Es hora de conocer todos los nombres y el monto de las aportaciones de quienes presumiblemente pagan así deudas pendientes por favores recibidos. Dice Fox: “Aquellos que dicen que esta propiedad es producto de dinero robado o del dinero que me dejó la Presidencia tendrán que comer chicharrón porque no es así”. En su sorpresivo debut como filólogo, Fox acuña, con un dejo tenebroso, la frase “comer chicharrón”, sin explicar los peligros que corremos los antojadizos del pábulo tronador.

En toda la entrevista Fox omite mencionar figuras de la historia o cultura de México. Ni siquiera se da el nombre de algún campeón deportivo. “Claro que tengo héroes, entre ellos están los cristeros. Una persona que defienda la libertad de religión como lo hicieron ellos se merece todo mi respeto y admiración. Por eso me parece una aberración garrafal que el PRI haya desaparecido de los libros de texto esa lucha cristera. Vergüenza les daba reconocer que el pueblo de México defendió su religión y su libertad. Tengo un héroe que llamo Juan Cristero que enfrenta un pelotón de fusilamiento con un cigarro en la boca y una valentía increíble. Eso me da mucha fuerza”.

Reconozcámosle: es congruente con su intencionada violación como presidente a toda la esencia del Estado laico y no debe asombrarnos que sus únicos héroes sean los cristeros. Digno de asombro, eso sí, es que visto lo que vemos no nos haya ido peor, pero nos falta mucho por descubrir.

El otro fierro es doloroso. Lo dije en el “Bucareli” de hace dos semanas y los aumentos de precios se adelantaron al pago del gasolinazo. No sólo los guajolotes mueren la víspera. También los pobres. El alza en los artículos de primera necesidad llegó como los aguaceros de la estación, temprano y abundante. El bolillo se vende a $1.50. Al precio de la tortilla ya nos acostumbramos porque nos lo aumentaron al comienzo del año. El pan de caja costaba la semana pasada $13.90. Hoy cuesta $19.70 en el paquete de 680 gramos. Cada chilindrina cuesta hoy 50 centavos más la pieza. La panza para el menudo pasó de 25 a 30 pesos el kilo, el gas sigue subiendo cada mes y el agua nuestra de cada día la pagamos más cara y la del gobierno capitalino indirectamente también, ahora que le subieron 19% al costo del líquido. Quinientos millones de pesos extra. Subirán huevo, azúcar, leche, res, cerdo y pavo, dice un encabezado. Subirán transporte y trámites y actas de nacimiento, bodas y defunción, dice otro. No más detalles. Digamos que todo eso es el colesterol malo. El bueno está en el 20% de aumento a los dueños de garitos. Le pregunté al doctor Agustín Carstens, secretario de Hacienda, y me dijo “…el impacto sobre la medición de la inflación realmente va a ser muy poco significativo”.

Una voz muy respetable de la iniciativa privada considera que, aún así, “la reforma fiscal es muy pobre, no resuelve el problema esencial de recaudación esencialmente porque se ha rehuido tocar el IVA. La tendencia en el mundo es gravar al consumo de manera general. No hacerlo en medicinas y alimentos es demagógico. Lo que se requiere es gravar y tener recursos para combatir la pobreza. Carstens dijo, citando a Ortiz Mena, que se tendrá la “reforma fiscal posible”. Hay que reconocer que lo posible fue muy poco, parece no haberse usado debidamente el oficio de la política cuya virtud es hacer que lo deseable sea posible”.

Y el tercer fierro es cauterizador. La ley electoral, que impide al dinero definir quiénes deben gobernarnos y priva a los medios electrónicos del privilegio de impulsar candidaturas a cambio de concesiones, cancelaciones de impuestos o entrega de empresas y favores diversos, es una de las grandes transformaciones de un México que espera ser distinto y mejor. Se adelantó el Poder Judicial al declarar inconstitucional la llamada ley Televisa y hoy el Legislativo va más allá de lo que se supone hacedero. Ambos poderes han alineado de su lado al Ejecutivo. Y hoy lunes, mientras avanza en las legislaturas estatales el trámite jurídico para modificar la Constitución en los procesos electorales, se discute una ley de medios de tal importancia para México que un politólogo la compara a la de desamortización de los bienes del clero.

Así, la lumbre aguanta más fierros.



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