Entre el tren de Flam y las cascadas de Tvindefossen
Martes 07 de agosto de 2007
Seguimos a bordo del Silverwind en nuestro recorrido por los fiordos noruegos, pequeños y profundos golfos de agua salada, localizados entre montañas de laderas abruptas.
El lugar está bordeado por empinadas paredes rocosas con nieve en sus cimas. El Silverwind, tan exclusivo que apenas tiene cupo para menos de 300 huéspedes, es uno de los pocos barcos de gran lujo que tienen acceso a los fjörthr (en noruego).
En estos días magníficos de paz y tranquilidad hemos conocido lugares de impresionante belleza y de escrupulosa limpieza.
Después de nuestra primera visita a Stavanger seguimos con Gudvangen, más al norte, rodeando sus increíbles fiordos a una distancia de tan sólo 30 metros, lo cual ofrecer una vista espectacular no nada más de las gigantescas montañas, formadas hace millones de años en la última era glaciar sino de las simpáticas granjas y casitas construidas sobre tierra arable, ya que así lo manda la ley Noruega: toda tierra fértil debe ser utilizada como granja.
Una vez en Gudvagen, con el Silverwind, anclado en medio del fiordo, fuimos trasbordados en lo que en inglés se llama el shiptender o lanchas de emergencia. Luego tomamos un camión que nos trasladó a nuestra primera parada: las mágicas minas blancas, de donde se extrae anortosito, un mineral que se encuentra también en la Luna y tiene la capacidad de limpiar y descontaminar. En total silencio camina uno por el interior de las minas, iluminadas en azul y anaranjado, colores que hacen contraste con el blanco del mineral y el agua de los fiordos que se trasmina de las rocas. Al final, uno enciende una pequeña veladora y la coloca sobre un charquito de agua pura que se ha formado.
Continuamos hasta el Stalheim, hotel fundado en el siglo XIX gracias a personajes de la aristocracia inglesa que visitaban la zona en busca de salmón; aquí tuvimos una pequeña representación de dos mujeres vestidas con trajes típicos: falda de terciopelo y blusa de algodón blanca. Los trajes típicos, al igual que en México, cambian según la región. En la de Voss, se puede identificar si la mujer esta casada o no, por el colorido y bordado negro en sus mangas, el cinturón dorado y el sombrero de 3 puntas.
Acompañadas por un instrumento similar al violín, pero con el arco más corto y con remate de cabeza de dragón y de 4 cuerdas.
Continuamos nuestro recorrido por las cascadas de Tvindefossen, con una impresionante caída de 160 metros de altura; durante el mismo aprendí que el término ski quiere decir en noruego tablones de madera y que el deporte tal y como hoy lo conocemos se inicio aquí.
No muy lejos de las cascadas está el pequeño pueblo de Voss. Totalmente destruido por los bombardeos nazis durante de la Segunda Guerra Mundial, sólo la iglesia del siglo XIII de San Miguel sobrevivió al fuego gracias a su construcción de mármol.
Terminamos nuestra excursión con el tren de Flam, que desciende de una altura de 900 metros en 19 kilómetros, atravesando más de 20 túneles y con impresionantes vistas de los fiordos Naeroyfjord y Geirangerford, considerados como los más impresionantes del planeta y declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2005.
Regresamos al barco para una cena en el restaurante La Terraza donde disfruté de una deliciosa pasta al tomate y albahaca, la favorita de Isabella Rosellini.
Junto a nosotros estaba el dueño de la naviera Silversea: Manfredi Lefevbre D’Ovidio y su hija Constanza que residen en Montecarlo cuando no están viajando en su flotilla de barcos.
Continuamos con nuestro recorrido y llegamos al pueblo de Alesund, uno de los centros comerciales más importantes de la zona gracias a la pesca de bacalao, arenque, y petróleo, pero además Alesund es reconocido por sus impresionantes edificios estilo Art Nouveau que surgieron de la reconstrucción del fuego de 1904. Los edificios fueron construidos —a diferencia de la mayoría de las edificaciones de madera— en cemento, recubiertos con yeso y mortero y extensa decoración al estilo Art Nouveau.
Tomamos el tour a las islas de Giske y Godoy conectadas a Aslund por túneles subacuáticos. Allí visitamos una iglesia, ahora luterana, con impresionante altar y púlpito policromado, y posteriormente un faro en Godoy, donde se halla el santuario más importante de las simpáticas aves Puffins. De regreso paramos en la montaña Aksla en la que descendimos por la escalinata hasta el parque y de ahí regresamos a nuestro palacio flotante a disfrutar de una comida mexicana, nada más y nada menos.
El Fiordo de Geiranger se encuentra en la región o provincia de More y Romsdal, en la costa noroeste de Noruega y es, para muchos, el más bello gracias a sus espectaculares cascadas “7 hermanas” (por ser siete) y justo enfrente de la cascada de “El Pretendiente” , que luego de sufrir el rechazo de las hermanas, encontró consuelo en una botella (la forma natural que tiene) .
Aquí en plena vista del valle desde el punto conocido como Eagles Bend, nuestros amigos Allen, Ben y Bill, todos estadounidenses, cantaron a capela la canción de la Novicia Rebelde. Así nos regresamos a nuestro camarote con veranda y optamos por cenar allí, para disfrutar de una inmejorable vista mientras nuestro barco se trasladaba a Trondheim.



