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Galaxia editorial | Juan Domingo Argüelles

La labor bibliográfica de José Luis Martínez



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Recientemente fallecido, José Luis Martínez (1918-2007) dejó una de las mejores bibliotecas particulares que se hayan formado en México, producto de su gran amor por los libros y su denodada labor bibliográfica en los ámbitos de la crítica, la investigación y la historia de nuestras letras

Domingo 01 de abril de 2007

Recientemente fallecido, José Luis Martínez (1918-2007) dejó una de las mejores bibliotecas particulares que se hayan formado en México, producto de su gran amor por los libros y su denodada labor bibliográfica en los ámbitos de la crítica, la investigación y la historia de nuestras letras.

A decir de Emmanuel Carballo, las de José Luis Martínez (con 63 mil volúmenes), Alí Chumacero y Andrés Henestrosa "son probablemente las tres mejores bibliotecas especializadas en literatura mexicana", magnas empresas de lectores, estudiosos y coleccionistas de valiosísimos acervos.

En agosto de 2004, Fernando García Ramírez entrevistó para la revista Letras Libres al autor de las biografías de Nezahualcóyotl y Hernán Cortés, y advirtió lo siguiente: "José Luis Martínez vive en medio de una inmensa biblioteca, la más grande del país sobre temas mexicanos". Por su parte, José Luis Martínez, con modestia, le expresó a García Ramírez: "Unas son las gentes que quieren modificar las cosas... pero hay otra especie rara que son los que conservan los papeles y los ordenan... es una tarea menor, honesta, pero que es necesario hacer. Yo soy de esos".

En su gran biblioteca, el bibliófilo jalisciense atesoró no únicamente los libros de los autores consagrados de las letras, la cultura y la historia de México, sino también las obras de los jóvenes, en todos los géneros. Incluso, en los últimos años, siguió aumentando su gran colección. "Yo sigo encargando libros", decía. Carballo lo llamó coleccionista enfebrecido. Su fiebre de libros no cesó sino con su muerte.

Filólogo, además de coleccionista, escritor e historiador, Martínez deja una obra de acopio bibliográfico admirable y difícil de superar, y se dio tiempo para investigar acerca de las bibliotecas y las colecciones particulares más importantes de México, así como acerca del trabajo de quienes organizaron e integraron bibliografías, que hoy son ricas fuentes de conocimiento.

En Origen y desarrollo del libro en Hispanoamérica (Madrid, Fundación Germán Sánchez Ruipérez, 1984) explica: "Consérvase el recuerdo de los libros escritos en el pasado y se organiza nuestro conocimiento de una cultura gracias al arduo y a menudo ingrato trabajo de los bibliógrafos".

Apenas unos días antes de la muerte del bibliófilo, José de la Colina advirtió que "más que un hombre de letras, José Luis Martínez es un hombre de libros", y enalteció su "pasión a la vez egocéntrica y generosa de los libros, esos silenciosos amigos íntimos (unos 60 y tantos mil) que hoy con él conviven en su biblioteca de la cual suele ´hacer los honores de casa´ a quien lo visita por primera vez, y mientras lo guía a uno por el laberinto libresco, desplegado por cuartos y pasillos de tres amplios pisos, parece estar abriendo su intimidad al visitante. Esa casa-biblioteca es un palacio del placer... y aun su jardín de los tormentos, pues sufre atrozmente si se le extravía un libro: hace poco me hablaba del extravío de uno de García Icazbalceta y su tono era el de aquel a quien le falta un ser querido".

Nada retrata mejor la labor de este gran benefactor del libro que sus palabras, en 2002, en ocasión de recibir el Premio Bibliofilia de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. Allá, y en ese entonces, se refirió a lo que denominó sus múltiples maneras de amar los libros: "De amarlos -dijo- para siempre o por un rato, de procurarlos con amor, devoción, afecto, morbosidad o curiosidad, de desearlos como amores imposibles, o de enorgullecernos por las pequeñas joyas que sólo existen para un grupo de maniáticos".



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