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Con ojo de Gourmand | César Calderón

Centro Castellano: Cocina española desde 1959



Viernes 16 de marzo de 2007

Centro Castellano: Cocina española desde 1959

Se menciona con mucho orgullo todo el tiempo: En 1959, don Ricardo Vega Velasco fundó el Centro Castellano para la degustación de la gastronomía española en México, dice su publicidad.

De sobra se entiende que la tradición es parte de la estructura de este bodegón presuntuoso. Ahora con tres ubicaciones y una vista cada día más moderna, en el Centro Castellano se dan cita un grupo de degustadores veteranos que ya saben a qué llegar y qué beber.

Los aromas a cocidos se perciben desde la entrada del lugar que presume a la vista los platillos estrella del día, aunque con las horas más bien asustan. Entre mesas medio rústicas y elegantes detalles de taberna española, el salón agradece el horno de leña sumido justo al centro. Ahí se cuecen los platillos más lustrosos de la carta: el costillar de cordero lechal a la sal, el entrecote a la leña servido con patatinas, el lechón asado al modo de Segovia, el pecho de ternera, las chuletitas de cordero y los langostinos a la costeña.

Las cazuelas descomunales

Mientras me acomodo a la mesa veo desfilar una cacerola de barro henchida con una selección de cada uno de los platillos festivos enlistados arriba. Sobre la mesa estas raciones son absolutamente impresionantes y apetitosas. Los colores y aromas de las carnes se coquetean entre sí pero distinguen su personalidad excitando la ambición gustativa de los comensales.

En el Centro Castellano hay vino suficiente para regar bien las viandas pero no sería mala idea alimentar un poco más la oferta. El caso es que a todos estos protagonistas les viene bien una compañía como la del cabrito, el solomillo al cabrales, el chuletón villagodio y el pollito de granja marinado con finas hierbas.

La cocina abunda en sabores maduros, añejos, complejos, fuertes, dirían a manera coloquial. Se puede saborear una paella valenciana con camarones y mariscos en lunes, mientras en otros sitios sólo se ofrenda en domingo. La fabada asturiana es pesada y se pelea en la carta con espaguetis confeccionados con mariscos y arroces mariscados.

Los platos de mar

Dentro de la extensísima lista de selecciones de mar, se localiza casi cualquier plato que su capricho haya sugerido devorar. Los lomos de huachinango son una de las expresiones más típicas del nivel culinario del Centro. Hay bacalao, lenguado, robalo en filete y a la sal. Los langostinos al ajillo son incomparables a pesar del precio y la vista de los camarones gigantes en salsa de langosta es impresionante. Hay pulpos, mejillones, ostiones cultivados, ¿qué desea? Desde luego las sopas de pescados y mariscos caldosos y sus sabores nutridos colaboran con la carta dejando el paladar prensado a los gustos bien definidos de esta cocina.

Hay un aspecto que le duele al Centro y es la calidad de su servicio: disparejo, malo y hasta grosero. "Es que estamos muy llenos", se queja el capitán. Esa no es disculpa cuando usted deja más de 2 mil pesos en la mesa al retirarse. ¿Quién puede entender a un capitán que llega con una botella, la descorcha y se va, para regresar tres minutos más tarde y sin mayor empacho servirle la copa sin preguntar: ¿si se está satisfecho con el vino? ¿Minucias?, no, ritos que nunca deben dejar de observarse en un lugar de nivel.

Pero si logra sacudirse los desatinos del servicio deje para el final un helado de merengue, un empalagoso pastel castellano que no todo el mundo aguanta o un pastel de chocolate de dimensiones amplias. El estacionamiento del Camino Real es muy caro, pida que le entreguen un comprobante de descuento.



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