Opinion

La versión, en su praxis, del viaje latinoamericano del presidente Bush ha tenido, como reverso, la "contra-gira" del presidente venezolano Hugo Chávez. El primero no ha conseguido ser popular (esa voz aparece en francés hacia 1860 sin connotación peyorativa) y el segundo no ha con- seguido eliminar de sus modos y maneras el signo, peroyorativo, del "populismo". En el viejo latín se aproximaba, esa palabra, a la idea de la plebs, esto es, la plebe o las clases inferiores. Los dos vocablos encienden polémicas (del griego polemos, es decir, "guerra" según una de sus connotaciones) de subido color. Lo cierto es que George W. Bush no ha conseguido ser popular fuera de su país ni dentro de él. A su vez, Chávez no logra quitarse de encima la definición del populista en la valoración de demagogo y demagogia.

Al margen de esas definiciones lo cierto es que, en francés, hacia el siglo XVI apareció la palabra, despectiva de populace que procedía, directamente del italiano populaccio que significaba "pueblo bajo" o algo peor. No lo señalo por ser ultrajante.

Transitando de la etimología, como divertimiento cultural, al viaje de Bush una cosa parece cierta: que la ayuda al desarrollo se evalúa, sin equívocos, por los datos anuales del Development Co-operation Report que, oficialmente, presente las aportaciones de los 22 países ricos. La ONU, en su día, señaló que la ayuda debería ser 0.7% de su PIB.

Antes de que Bush iniciara su viaje teníamos ya el Informe del DAC. Nos dice que los 22 países ricos (Estados Unidos, Japón, Inglaterra, Alemania, Francia, Holanda, Italia, Canadá, Suecia, España, Noruega, Dinamarca, Bélgica, Suiza, Australia, Austria, Finlandia, Irlanda, Grecia, Portugal, Nueva Zelanda y Luxemburgo) aportaron, en 2006, 106 mil 700 millones de dólares. En teoría la lucha contra la pobreza es el principal objetivo pero la parte del león, en 2006, se la llevaron Irak y Nigeria como ayuda humanitaria.

La cifra global, en suma, representó 0.47% del PIB conjunto de los 22. Muy por debajo, pues, de 0.7%. El país que otorgó mayor cantidad fue EU, pero, en relación a su PIB, aparece entre los tres últimos, es decir, EU, Portugal y Grecia. Dicho de otra forma, la cifra estadounidense se elevó a 27 mil 620 millones de dólares, lo que representó, según el Informe, 0.22% de su PIB. Los países nórdicos, una vez más (al igual que encabezan los presupuestos para investigación y desarrollo sin los cuales no hay crecimiento real y, menos aún, transformaciones cualitativas, discurso que no aparece en nuestra clase dirigente) ocupan las cimas más altas: Suecia y Noruega aportan al DAC, respectivamente, 0.94% de su PIB y Holanda y Dinamarca se sitúan en 0.82%.

En el caso de México, a la hora de iniciarse las negociaciones con Estados Unidos para el Tratado de Libre Comercio yo me permití señalar que existía ya un precedente para la relación entre países de distinta realidad económica social. El precedente era el de la Unión Europea. Al firmarse el Tratado de Roma se entendió que la "unidad" significaría la emigración masiva de los países pobres hacia los ricos. Se estableció, con lucidez, que Grecia, España, Irlanda, Portugal, y otros, recibirían ayuda económica, perfectamente planificada, para facilitar el crecimiento económico de las regiones más pobres para fijar, en ellas, las poblaciones migratorias y no por gusto. El éxito de ese proceso racional fue tan evidente que Irlanda, Grecia, Portugal, España y otros se han transformado en países que tienen el nivel de vida que les implica en el desarrollo mundial. El acuerdo real, con EU, hubiera sido ese: financiar el desarrollo, con el Estado mexicano, de los estados que son migratorios. No se hizo y, ahora, cada parte se recrimina. populistamente.

alponte@prodigy.net.mx