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Con ojo de Gourmand | César Calderón

En Arroyo, la fiesta con tradición muy mexicana



Viernes 09 de marzo de 2007

En Arroyo, la fiesta con tradición muy mexicana

Media hora después, esto es, a 15 minutos del primer tequila, llegaron las quesadillas. Estaban casi frías y tan insolentes en imagen que casi protesto. Eso sí, la banda tocaba Vereda tropical y el salón hospedaba ya a casi 500 personas, entre ellas a Gonzalo Vega, mi vecino de mesa.

Los viernes son un día ocupado en Arroyo, día para volarse la tarde con el compadre y hacer valer el tequila. En Arroyo la fiesta incita. Es buena, multicolor, y muy, pero muy mexicana.

El diseño de restaurante con inmensas áreas para acomodar cinco enormes salones, además de una plaza para novilladas, fue previsto para recibir multitudes. Cuando llega mucha gente la cocina comienza a "fabricar", no precisamente a confeccionar a la alta escuela.

Nadie ha dicho que Arroyo presuma alta cocina pero yo pienso que más allá de ofrecer viandas sabrosas a costo medio, no se compromete realmente con el sabor, con todo y sus muy bien presumidas cuatro décadas de existencia. Tal pareciera que uno ha de volver muchas veces y ensayar toda la carta hasta encontrar el platillo que justifique la excursión a sus instalaciones, allá en Insurgentes sur, muy sur, ya casi tomando la carretera a Cuernavaca.

En mi defensa, porque sé que pocos van a coincidir con el comentario anterior, he de decir que lo he visitado en más de 40 ocasiones y de antemano estoy consciente de que mis magras observaciones no coinciden con los integrantes de esas masas que llegan al gran estacionamiento a buscar su sitio en los salones todos los días.

Los talentos de Arroyo

Ok, entiendo, entonces ¿qué puede atraer a un gourmand a departir en estas mesas?, ¿o por qué regresar más de 40 veces? La respuesta es simple y reiterada, la botana es sabrosa, el tequila abunda, hay color, hay mariachis, hay baile y grito. La cocina es buena, sin jurar que es la mejor y lo saben mantener a uno bien ocupado en torno a la mesa.

El chicharrón de Arroyo es buenísimo aunque sus quesadillas sean infames. Las aguas frescas colorean la mesa al tiempo que los tarros de cerveza se apuran con dispendio y las salsas bañan tacos y tacos aun cuando el arroz sea bastante simplón. ¡Ah! Pero los niños juegan en tremendas y benditas áreas que conceden un respiro a los padres y cuando se trata de pachangas los salones se cierran como para delimitar la escandalera.

El célebre Chucho Arroyo es consentido de artistas de todos calibres. Los meseros tejen historias en collar de las celebridades a las que han atendido porque aquí siguen llegando pa´ celebrar en grande.

Me enojé con las tortillas por chiquitas, delgadas e insaboras, pero un mesero me recordó que aquí se prepara todo, desde el nixtamal hasta la tortilla fresquesita saliendo de la máquina. El servicio puede ser totalmente devoto o francamente atropellado, depende de cuántas mesas estén ocupadas.

Los platos de cajón

De las carnitas ni hablar, mantienen su buena forma desde hace décadas pero la barbacoa puede llegar carente de jugos. El mole es bueno, de los mejores platos del sitio, y las salsas también atraen aplicándose aquí y allá, sobre carnes a la tampiqueña; sobre tlacoyos gordos y gozosos; también sobre los dorados de pollo y desde luego sobre machitos y otras fritangas de buen ver y mejor sabor.

Arroyo sirve platos de confección muy casera que acompaña con una picada, frijolitos negros y quizá nopales, pero también entrega ensaladas de nopalitos, otras de confecciones variadas y la verde, muy ligera.

La recomendación es que luego de picar algún plato de gordas, picadas o taquitos de alguna orden compartida, se enfoque en un caldo gordo de pollo, se nutra con un caldo Xóchitl, una sopa de médula o quizá un buen tlalpeño. No hay quejas de esos potajes, se hacen con buena intención y mejores resultados.

Pruebe un chile relleno si no le molesta la grasa; abra una bolsita de mixiote regándola con una cerveza bien fría o ataque unas enchiladas de mole o hasta un arroz con mole y un huevo montado. Pero recuerde: lo mejor de Arroyo viene con su fama, su ambiente folclórico y su cocina que evoca la de casa. Los postres son ricos.



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