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Galaxia editorial | Juan Domingo Argüelles

Alba y Transcurso de Marcos Davison de Marcos Davison



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A esta obra breve, pero intensa, Davison le ha sumado dos nuevos libros, ceñidos como los anteriores: Alba (México, Malasuerte, 2005) y Transcurso (México, Conaculta, 2005, colección Práctica Mortal)

Domingo 02 de julio de 2006

Alba y Transcurso de Marcos Davison de Marcos Davison

Hace poco más de una década, en 1995, Marcos Davison (ciudad de México, 1969) publicó su primer libro de poemas, Narciso (México, El Tucán de Virginia), al cual siguieron Residuos de la voz (México, Las Impurezas del Blanco, 1998) y Surf (México, Malasuerte, 2004).

A esta obra breve, pero intensa, Davison le ha sumado dos nuevos libros, ceñidos como los anteriores: Alba (México, Malasuerte, 2005) y Transcurso (México, Conaculta, 2005, colección Práctica Mortal).

En estos dos poemarios recientes, la voz lírica de Marcos Davison reincide en la evocación esencial de las cosas a través de una límpida transparencia más que de la descripción de la imagen.

Esto no es casual, sino buscado y conseguido: el poeta también es un excelente pintor y dibujante que -ya sea a través del trazo y el color o por medio del ritmo, la imagen y la metáfora- sitúa su mundo cotidiano, lo dignifica y lo comparte con el lector.

Alba es un poema de amor en 20 cantos, con verso blanco tan diestramente trabajado que trae al poema esas "facilidades" tan difíciles de la sencillez. Su lenguaje es tan claro y su ritmo tan armónico que su lectura sería un recomendable ejercicio para quienes empiezan a escribir y desean ser leídos y comprendidos.

Desde sus primeros versos Alba nos seduce y, conforme avanzamos en la lectura, las cosas y la atmósfera cobran vida e inundan los sentidos.

Escribe el poeta: "Tu cuerpo a la deriva, ya entregado,/ cayéndose de bruces sobre un sueño./ Te agitas, balbuceas. Yo te escucho,/ tu voz que no controlas aparece/ y de pronto te callas y te quiero,/ indescifrada, inmóvil, repentina".

Como buen poema de amor, Alba está construido con sutilezas cuando de descripciones se trata. Por ejemplo: "Piso tan quedo como puedo, amor./ No quiero despertarte con mis pasos". O bien: "Ando cerca de lo que fue tu aliento,/ de lo que fuiste o lo que yo creía/ que eras. No sé si duermes junto a mí/ o invoco solitario tu presencia".

De Alba a Transcurso no hay un salto, sino un paso sutil. Podríamos decir que ambos libros son gemelos o que el primero bien hubiera podido constituir un capítulo del segundo. Dice el poeta, con espléndidas palabras: "Parece fácil tocar la noche./ Tocamos fondo de luna nueva./ La noche es puro fondo". O bien: "El ave incendia el aire./ El aire es su paraíso".

Transcurso es un poemario hecho de atmósferas y ambientes cotidianos que, sin embargo, no se queda en la simple crónica personal o autobiográfica. Cada poema está perfectamente decantado. Por otra parte, si la poesía está hecha de un material verbal transubstanciado en espíritu, los poemas de Davison constituyen un buen ejemplo de que lo individual, y aun lo íntimo, trascienden en el momento en que el lector se refleja y se identifica en el espejo de la página.

Marcos Davison es un excelente autor de poemas breves y canciones transparentes, translúcidas. Juega con el idioma, pero también va más allá del juego, no se queda en la palabrería ni en la autocomplacencia. Ahí donde algunos se conforman con el retruécano, Davison busca la música de las palabras y el peso de la significación, como en esta levedad: "Perdí la noción del juego,/ ya no sé de qué se trata./ Y debo cumplir al menos/ con el ritual y la máscara/ para evitarme problemas/ y no llegar tarde a casa,/ para formarme en la cola/ de los que andan y no avanzan/ y quedan mirando el mundo/ a la espera de mañana".

Poeta y artista plástico, Marcos Davison es un experto de la imagen. Al igual que sus dibujos y pinturas, sus poemas nos entregan algunas de la imágenes posibles de la inasible y fugaz felicidad.



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