Las llamadas de Ahumada
Viernes 23 de junio de 2006
Carlos Ahumada vuelve a ser funcional para el grupo político que quiere desbarrancar a López Obrador, y que no ha cejado en sus intentos
En vísperas de que estallaran los videoescán- dalos el 3 de marzo de 2004, el empresario Carlos Ahumada viajó a Cuba en su avión en compañía de la ex líder del PRD, Rosario Robles, con quien sostenía una relación político-personal, Antonio Martínez Ocampo, quien durante una década le había servido como socio parapeto para crear empresas fantasmas, y Nora Sánchez Millán, que trabajaba como su secretaria y que aparecía como socia en una de las empresas acusadas de corrupción en el Distrito Federal. Lázaro Cárdenas, quien como gobernador de Michoacán y aliado de Robles había puesto a su disposición la Secretaría de Obras y la Tesorería del estado, le había recomendado refugiarse en La Habana, desde donde vería cómo los políticos a quienes había entregado varios videos, intentaban descarrilar la cruzada por la Presidencia que iniciaba Andrés Manuel López Obrador.
La Habana debió haber sido un buen lugar hasta que el gobierno del Distrito Federal logró que el gobierno cubano lo deportara. Debió haberse sentido en confianza. Se creía amigo de los cubanos por una vieja relación familiar, alimentada por los apoyos materiales en algunas regiones donde había actividad guerrillera en México. Además, su familia, Cárdenas y sus socios tácticos en la embestida videográfica contra López Obrador, tenían buenos contactos con el régimen de Fidel Castro. El empresario vivió en la última parte de su estadía en Cuba en una casa turística cuyos dueños son muy cercanos al régimen castrista, y en cuya sala se grabaron horas de conversaciones con el empresario, donde reveló los pormenores de cómo se fraguó la estrategia de los videoescándalos y quiénes participaron en ella.
Los cubanos, en uno de los momentos más álgidos con el gobierno de Vicente Fox, dieron a conocer una cereza de lo que tenían, ante lo cual Ahumada se apresuró a asegurar que todo lo dicho había sido expresado bajo tortura. Era mentira. Ahora se sabe que Ahumada quería proteger a sus patrones políticos en cuyas manos él puso un paquete de videos para que lo ayudaran a cobrar venganza de López Obrador. Las declaraciones de Ahumada a la seguridad cubana, tomadas durante varias sesiones en la casa turística en la zona del Vedado, una de las más tradicionales y hermosas en La Habana, tenían un antecedente peligroso para el gobierno foxista, que lo exponía y hacía sumamente vulnerable a que López Obrador, si tuviera la información, pudiera documentar la forma cómo se fraguó, este sí, complot en su contra.
La información explosiva que hasta ahora se puede confirmar que se encuentra en manos del gobierno cubano, es una serie de llamadas telefónicas que Ahumada hacía desde un celular a la ciudad de México. Los destinatarios eran varios, pero sobresalían:
1. El ex presidente Carlos Salinas, a quien Ahumada tocó su puerta en otoño para ofrecerle los videos. El empresario sigue muy cerca de Salinas, quien lo ayudó en momentos difíciles y mantiene algún tipo de protección a su alrededor. Salinas invitó a Ahumada y a Robles en septiembre de 2003 a cenar en su restaurante favorito en Londres, donde le pidieron prestados 12 millones de dólares para pagar la deuda que tenía el PRD con Televisa por concepto de spots. Salinas, se sabe, no les dio directamente el dinero, pero arregló que varios gobernadores priístas en ese momento, como Joaquín Hendricks, de Quintana Roo, y René Juárez, de Guerrero, aportaran parte de esa suma. No se sabe si Ahumada habla hoy en día directamente con Salinas por teléfono desde el reclusorio en donde se encuentra, pero sí está confirmado que Robles, quien públicamente lo denuesta, tiene contacto con el ex presidente.
2. Marta Sahagún, la poderosa jefa política en Los Pinos, con quien acudió unas cinco semanas antes de que estallara el videoescándalo para forjar una alianza en contra de López Obrador. De acuerdo con personas allegadas a Ahumada en esa época, Sahagún, en coordinación con el entonces procurador general Rafael Macedo de la Concha, le ofrecieron protección y dinero. Los recursos monetarios no llegaron, pero la protección fue estratégica. Gracias a la intervención de la PGR se evitó que todos los videos grabados en las oficinas de Ahumada en el Grupo Quart, junto con los equipos en donde los editaron su tía Elsa Guardia y su cuñada Beatriz Gurza -con quien hoy en día tiene una muy extraña relación-, fueran decomisados por la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal. Más adelante, autoridades en el Sistema de Administración Tributaria lo protegieron para que no perdiera propiedades embargadas. La primera dama fue informada por primera vez de los videos en enero, cuando durante una reunión de mujeres en una casa que le había puesto Ahumada a Robles, la ex presidenta del PRD le dijo lo que su proveedor tenía en las manos.
3. Ramón Martín Huerta, quien era subsecretario de Gobernación en ese tiempo y que murió el año pasado en un lamentable accidente de helicóptero cuando ya era secretario de Seguridad Pública. Huerta era amigo de él desde León, donde Ahumada estableció una fuerte relación empresarial con los presidentes municipales de la localidad -producto del cobro emanado de su eterna lógica de que los ayudaba en la campaña a cambio de que le dieran el control sobre los responsables de obras y finanzas-, con Cristóbal y Javier Fox, hermanos del Presidente, y con Manuel Bribiesca Sahagún, el hijo de la primera dama a quien, como a Robles, sedujo con el avión a sus pies y dinero. En la administración Fox, Huerta se había convertido en su principal puerta de acceso al poder presidencial, y su papel en los videoescándalos nunca ha probado ser prominente, como tampoco que él haya sido beneficiario de los favores económicos del empresario.
No todos los que participaron en los videoescándalos tenían la dualidad de haber sido sus benefactores económicos. La embestida contra López Obrador tenía un fin político. Igual que el presunto atentado a la camioneta blindada donde supuestamente viajaban su esposa y sus tres hijos, que se quiso enmarcar en el contexto del segundo debate presidencial, después de varios días de promoción de que volvería a sacar más videos que involucraban a personalidades del PRD y funcionarios del gobierno del Distrito Federal, que finalmente no salieron. Esto sugiere que aquellos operadores de alto nivel sobre los que Cuba tiene el testimonio de Ahumada grabado, siguen activos y queriendo desbarrancar al candidato presidencial del PRD. Faltan nueve días para las elecciones presidenciales y Ahumada ha revivido en esos intentos de último momento como un sujeto coyunturalmente funcional. Nada apunta con certeza de que una bomba pueda venir en los próximos días en contra de López Obrador, pero entre los perredistas existe la creencia de que así será. Nadie lo puede asegurar, como tampoco nadie lo puede descartar.
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