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Estrictamente personal | Raymundo Riva Palacio

Autocrítica



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U no de los rasgos más notorios a futuro de la campaña presidencial de 2006, será la forma como se comportaron algunos medios de comunicación, y un elevado número de periodistas

Lunes 19 de junio de 2006

Autocrítica

Poco se ha analizado el papel de los medios en la polarización política y social del país, pasando el costo, egoísta y cínicamente, sólo a los políticos

U no de los rasgos más notorios a futuro de la campaña presidencial de 2006, será la forma como se comportaron algunos medios de comunicación, y un elevado número de periodistas. La historia podrá registrar la forma como hubo medios que jugaron partidistamente durante el proceso, magnificando sucesos, manipulando informaciones o, de plano, inventando. El balance y equilibrio, sencillamente, no estuvo de su lado y estimularon de varias formas la polarización que ha dominado la campaña.

El traslado de una prensa ecuánime a una militante no fue tan perniciosa, sin embargo, como la participación activa de comunicadores que dejaron de tomar partido por la fina vía de la argumentación, para convertirse en activos propagandísticos de alguno de los candidatos.

El libertinaje de varios comunicadores, que se encuentran particularmente en la radio -aunque la mayoría tiene espacios en la prensa escrita-, ha sido superlativo por cuanto a la belicosidad con la que se han comportado y la forma tan flagrante como han equivocado su función. Los medios de comunicación juegan un papel claro en la sociedad: aportar temas en qué pensar. Sin embargo, abundan los comunicadores que traicionando ese principio se dedicaron a decirle a sus audiencias cómo pensar. La diferencia es importante. En el primer caso contribuyen a aportar los elementos para que cada ciudadano tenga suficiente información para tomar mejores decisiones; en el segundo, lo que se da es una clara inducción del pensamiento. Lo primero entra en un contexto de información responsable; lo segundo, en la propaganda pura.

El fenómeno todavía tiene mayores dobleces. En esta campaña polarizada, varios grupos empresariales se han dedicado a hacer proselitismo a favor del candidato del PAN Felipe Calderón, con lo cual se induce al voto y se toca la puerta de la ilegalidad. Para fortalecer su campaña calderonista, las empresas que se ubican en varias partes del país, incluidos los centros financieros en el Distrito Federal y Monterrey, están contratando los servicios de algunos de los comunicadores más beligerantes en contra del perredista Andrés Manuel López Obrador, para que vayan a dar pláticas -remuneradas- de dos horas a sus empleados. Las empresas han reclutado principalmente a periodistas que se especializan en finanzas y negocios quienes, de acuerdo con testigos de algunas de ellas, dedican casi tres cuartas partes de su presentación a cuestionar las propuestas de López Obrador y el resto a ponderar positivamente las de Calderón. Al priísta Roberto Madrazo, huelga decir, ni siquiera lo toman en cuenta.

Hay líneas de pensamiento generales que se exponen en esas pláticas, donde se subrayan algunos de los planteamientos de la campaña de Calderón en contra de López Obrador para ir alimentando el miedo entre el electorado. Ejemplo de ello son las reiteraciones sobre el populismo que le adjudican al perredista, y lanzan amenazas de que en caso de que ganara la elección presidencial, las empresas podrían cerrar. No se sabe a detalle si durante esas pláticas se emplean los epítetos que suelen usar en varios de los programas de radio que conducen o donde comentan esos comunicadores, pero sí se sabe que esta es una práctica que están utilizando empresas con capital nacional y transnacional. Una de esas empresas tiene una filiación abiertamente panista y, paradójicamente, en el pasado utilizó su influencia como anunciante para censurar a medios de comunicación que difundieron informaciones que no fueron de su agrado.

El papel de los periodistas -no sólo de sus medios- es cuestionable en este campo. Si bien cada periodista es un ciudadano y como tal goza de plenos derechos para ejercer su voto y voluntad por quien considere el mejor, desde la calidad de periodista incurre en una violación ética el inducir una forma de pensamiento sobre un conjunto de la sociedad que lo o la escucha por el hecho de tener una tribuna que, consecuentemente, le ha dado una voz pública. Al participar en este tipo de actos eminentemente electorales, incurren en un conflicto de interés similar del que acusan a López Obrador, o en su caso a Calderón o al mismo Madrazo. No se puede denunciar una irregularidad cuando uno mismo incurre en esa irregularidad, como tampoco, éticamente hablando, se debe violar la ley para denunciar una violación a la ley.

Esta realidad sobre lo que es el papel del periodista llega a ser una sutileza no sólo invisible para los consumidores de información, sino en muchos casos, para los propios informadores.

Este fenómeno es harto lamentable, en particular porque durante la campaña, se puede argumentar, hubo omisiones críticas en la cobertura de la prensa, incumpliendo su responsabilidad social y fallando como contrapeso del poder. Ejemplos de fallas en los medios y de periodistas es la manera como Víctor González Torres, el Doctor Simi, ha navegado impunemente a lo largo de la campaña en cuanto a irregularidades electorales, generando ruidos en el proceso electoral y amenazando con distorsionar la jornada presidencial con 5 mil observadores.

Otro ejemplo es la forma como no actuaron los medios, como en otras naciones, a desmenuzar la veracidad de los spots propagandísticos, animando incluso la campaña negativa entre los candidatos y propiciando que lo que podría haber sido zanjado en los medios de comunicación recayera innecesariamente en los órganos electorales.

Los medios de comunicación, como un todo, y un núcleo importante de periodistas, en lo individual, no han pasado la prueba de modernidad política. No es lo mismo haber caído en omisiones o errores producto de insuficiencias técnicas para realizar un trabajo más amplio y profesional, que deliberadamente haber jugado hacia un lado de la geometría electoral. Como señaló en una reflexión Sergio Rivera, un mexicano experto en comunicación política de la Universidad Complutense de Madrid, en México "los medios no acaban de encontrar su lugar en la contienda electoral. A veces son rebasados por el marketing de campaña, y otras por su incapacidad de delinear un tratamiento noticioso inteligente". Es correcto, como señala, que existe un espacio en los medios que "ha sido usurpado por toda clase de aventureros", donde la calidad de muchos textos y comentarios en medios electrónicos es muy desigual, con argumentación pobre y un discurso desinformado.

No deja de ser una paradoja en esta institución, libre como no había estado desde los 11 meses del gobierno de Francisco I. Madero o desde la República Restaurada de Juárez, que se encuentre tullida en cuanto a avances democráticos, atrapada en una cultura de régimen cerrado, autoritaria, excluyente y, a la vez, pomposamente prepotente, que se niega a voltear a verse a sí misma para cambiar.

rriva@eluniversal.com.mx



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