aviso-oportuno.com.mx

Suscríbase por internet o llame al 5237-0800




Corte!... y Confesión | Ysabel Gracida

Memorias de García Berlanga



COLUMNAS ANTERIORES

El caso es que la memoria, aunque en ocasiones flaca, busca las vías de la persistencia para convertirse en una invitación no sólo a la nostalgia sino a la verdadera y gozosa recuperación de tiempos idos que adquieren un nuevo sentido en el presen...

Lunes 21 de noviembre de 2005

Memorias de García Berlanga

El género memorias da para mucho. Su flexibilidad le permite poner de relieve algunos acontecimientos mientras que otros se pierden; la evocación tiende a mezclar hechos reales con algunos entramados de ficción.



El caso es que la memoria, aunque en ocasiones flaca, busca las vías de la persistencia para convertirse en una invitación no sólo a la nostalgia sino a la verdadera y gozosa recuperación de tiempos idos que adquieren un nuevo sentido en el presente.

Hace un año, el cineasta Jesús Franco, director de más de 200 filmes de todo tipo, publicó las Memorias del tío Jess en las que deja testimonio de su relación tanto con personajes centrales de la cinematografía española como con cineastas clave del cine contemporáneo como Orson Welles con quien trabajó en Campanadas de media noche. La biografía de Jesús Franco también es estupendo territorio para evocar otra forma de hacer cine en la cual los lugares comunes se convirtieron en motivo de culto. Obras clásicas de terror como Gritos en la noche, más otras de carácter abiertamente pornográfico, fueron poco a poco haciendo de Jesús Franco un cineasta a recuperar.

Ahora, este cineasta peculiar se ha puesto a la tarea de permitir ya no sus evocaciones personales, sino de servir de guía para dar voz en primera persona a otras memorias, las de Luis García Berlanga, referente obligado del cine español. Con el título de Bienvenido Mister Cagada. Memorias caóticas de Luis García Berlanga, Jess Franco organiza en 14 capítulos algunas de los más sobresalientes recuerdos de un director que se mantiene como permanente referencia para nombrar al cine español de los últimos 50 años.

Como es de esperarse por quien rememora y por quien le convoca, el libro sobre García Berlanga está lleno de esa personalidad que caracteriza a ambos cineastas, la de la irreverencia, la de quienes en su momento supusieron un cambio en la concepción de hacer cine en su país, entre otras cuestiones, porque vivieron en carne propia los terrores de la censura franquista.

García Berlanga hace un recuento de sus películas, desde su inicio con Esa pareja feliz que en 1951 hizo al alimón con Juan Antonio Bardem hasta su París-Tumbuctú de 1999.

Las lectoras y los lectores de este interesante material memorístico tienen la oportunidad de recorrer no sólo una filmografía ya clásica para el cine español, sino también de recuperar a través de la mirada de García Berlanga, algunas situaciones poco difundidas o apenas apreciadas de lo que significaba filmar con la censura de Franco en el cuello.

Evidentemente, con este libro también ingresamos a algunas características estéticas del cineasta español respecto a su admiración por la obra de Renoir, Tati, Lubitsch o Wilder, así como específicamente a todo lo que significó para su obra la larga relación con el guionista Rafael Sánchez Azcona quien a partir de la década de los 60 tuvo una colaboración central en sus filmes.

Tamaño natural (1973) con el entrañable Michel Piccoli y obras posteriores como La escopeta nacional (1978), El patrimonio nacional (1980, e incluso el trabajo para televisión, Blasco Ibáñez, la novela de su vida (1997) son parte del recorrido sobre la obra de un cineasta fundamental quien todavía sigue presente con llamados a recuperar la imaginación y la dignidad para el cine que se hace hoy en día.

Berlanga, un cineasta que nunca perdió la brújula y a quien todavía le gusta provocar desde la inteligencia, desde el compromiso de quien se considera un sobreviviente de muchas batallas. Un director que dice que "un film, hasta el más extraordinario, es sólo un compromiso entre el arte y la industria, y no hay que sacralizarlo. Es un show, un divertimento. No es Ulises de Joyce ni el Guernica de Picasso. Por eso, los creadores que supervaloran su obra son unos pedantes engreídos".

Crítica de cine



PUBLICIDAD.