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Artes Visuales | Mónica Mayer

Jugando a las muñecas con Anabel Vanoni



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Pocas cosas me parecen tan seductoras como jugar a las muñecas. Al hacerlo se me agolpan los recuerdos de infancia. Aparecen Maricela, la muñeca de cabello verde que me regalaron mis papás cuando me dio varicela, una elegante y tiesa Barbie y la p...

Viernes 13 de mayo de 2005

Jugando a las muñecas con Anabel Vanoni


Pocas cosas me parecen tan seductoras como jugar a las muñecas. Al hacerlo se me agolpan los recuerdos de infancia. Aparecen Maricela, la muñeca de cabello verde que me regalaron mis papás cuando me dio varicela, una elegante y tiesa Barbie y la perversa Juanita Pérez, cuya característica era que me hacían vestidos iguales a los de ella.

Hoy que mis hijos ya son adultos pero aún no tengo nietos, encuentro pocas oportunidades para jugar. Por eso, cuando me llegó la invitación de la performancera argentina Anabel Vanoni a participar en la acción que presentó en Ex Teresa como parte de las Jornadas de Performance Latinoamericano el sábado pasado, acepté de volada.

Once Mujeres sanadoras mexicanas es parte de una obra de proceso que Vanoni empezó en Argentina con otras tantas mujeres. El proyecto consiste en convocar a mujeres, no necesariamente artistas, a crearse el personaje de una muñeca de sanación para alguna dolencia física, síquica o espiritual en función de un color. A cada una nos dio una carpeta de información y algunos objetos a partir de los cuales empezar a construir personaje y vestuario. Las argentinas se reunieron semanalmente a trabajar un tiempo y cerraron con un fotoperformance. Después harán muñecas artesanales a partir de sus personajes.

Nuestro caso fue distinto. Se nos convocó por correo electrónico y nos reunimos el mismo sábado del performance por la mañana. Recibimos nuestro paquete y, como no había tiempo para hacer los vestidos, Ex Teresa consiguió vestuario del INBA para cada color. En la noche nos presentamos ante el público.

A mí me tocó el rojo. Mi homóloga en Argentina es Ada Suárez. Es artista visual y tiene 32 años. Está a punto de dar a luz. Ada me envió un paquete con una bolsa de minúsculos botones rojos, otra con alambritos rojos y un gran resorte de objetos de plástico rojos que servía de pulsera o de collar. Lo único rojo en el vestuario era una ampona falda de satín. A partir de estos objetos y la cabeza de una vieja muñeca de ventrílocuo que he usado en varias acciones, me preparé para paliar un síndrome cada día más grave: hoy los poderosos atacan la demencia (de un atentado, de un asalto o de la pobreza) infundiéndonos pavor para que aceptemos medidas autoritarias con tal de sentirnos seguros. Quieren curar la locura con terror.

Poco a poco vi cómo las otras mujeres, entre ellas Elizabeth Romero, María Eugenia Chellet, Beatriz Garduño, Sisu González, Dulce Castañeda, Thereza López, Ana Gatica y Alicia Pérez se convertían en sus propias muñecas para curar desde el miedo hasta el dolor de la existencia. Una sorpresa muy agradable fue que, como falló una participante, a último momento Anabel invitó a mi hija Yuruen que le entró al juego con singular alegría.

No sé cómo quedó el performance, aunque sospecho que para los presentes fue algo confuso. Cada una realizó su propia acción, interactuando o no con el público. No había conexión alguna entre nuestras improvisadas propuestas. Pero es, después de todo, sólo el principio de un proceso que debe continuar en conjunto con las argentinas. Curiosamente, Vanoni, la dueña del performance, no participó. Hoy la moda en el performance es que el/la artista sólo dirige la acción. Será interesante ver el resultado final.

Por último, me llama la atención que muchos de los performances que he visto recientemente, al igual que este, se basan en rituales o invocaciones de carácter mágico y las reacciones del público son más de credulidad que de reflexión sobre los problemas que están planteando los artistas. Curiosos tiempos en los que vivimos.

Artista visual.

http://www.pintomiraya.com.mx



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