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Los chicos del Claustro



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El llamado Claustro de Sor Juana ha puesto en marcha una carrera en la que el sabor compite con los conocimientos y estos con la sabiduría que otras universidades no suelen valorar suficientemente.

Hablo del mundo gastronómico que será el mundo...

Lunes 18 de abril de 2005

Los chicos del Claustro


El llamado Claustro de Sor Juana ha puesto en marcha una carrera en la que el sabor compite con los conocimientos y estos con la sabiduría que otras universidades no suelen valorar suficientemente.

Hablo del mundo gastronómico que será el mundo que con el paso de los años nos puede dar un prestigio del que ahora carecemos o se discuta entre cocineros de otras tierras.

He sido favorecido por el profesorado del Claustro de Sor Juana que a menudo me llama a opinar, discutir y valorar las mejores sazones y los mejores platillos.

Basándose en un libro mío que se titula El libro de todos los moles se ha puesto en marcha un duelo de sabiduría entre los futuros cocineros de esta ciudad.

Diré que el Claustro de Sor Juana creó nueve equipos de cocineros y cocineras que contendieron entre sí para distinguir el mejor platillo nacido en esta tierra y que aquí va poco a poco convirtiéndose en un manjar suculento.

Me refiero al mole que los gastrónomos matizan ya atendiendo a picores, sabores y los más diversos productos que acuden a competir entre sí.

Me tocó ser juez de este pugilato de sabiduría gastronómica y he de confesar que la competencia ha sido tan cerrada y tan emocionante que salomónicamente acepté un empate entre los 21 contendientes.

En cierto modo me di por vencido y acepté que los cocineros le ganaron al supuesto maestro.

Una cosa, me dije yo a mí mismo, es escribir un libro lleno de sabiduría y otra muy distinta es ponerse un gorro de cocinero y entrar en contienda.

Me llenó de alegría ver a los jóvenes que se jugaban su destino añadiendo epazote, restando ajonjolí o discutiendo la calidad del ajo.

Así, conociendo profundamente nuestros sabores y la calidad de nuestra cocina, se puede llegar a ser un maestro cocinero, uno de los grandes entre los grandes.

Al final yo decreté una especie de empate general, que es la manera en que comienzan a enfrentarse las grandes cocinas del mundo.

Vamos bien, estamos compitiendo desde el principio de todas las cosas, desde la búsqueda del sabor ideal.

En el Claustro de Sor Juana, tal y como estoy viendo, se estudia la razón de ser de nuestra cocina y algún día iremos a descubrir que en el principio de todas las cosas está el conocimiento absoluto.

Sé muy bien que hay otros claustros en donde se aprende a cocinar. Mejor que mejor.

Mientras mucho más sepamos la razón de las cosas más cerca estaremos de todas las razones que parten de la gran sabiduría común.



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