Los 27 amigos de Gilda Roel

Cuando se enteró que su columna se publicaría en la parte inferior izquierda de la página, Taibo recordó la frase usada por los camioneros: ...
Ahora esta exposición ...
Lunes 04 de octubre de 2004
Gilda Roel es una fotógrafa que está segura de que las imágenes dicen más que los discursos. Siguiendo esta línea que tiene algo de adivinación y mucho de sicología Gilda reunió a 27 amigos y los fue retratando uno a uno.
Ahora esta exposición se encuentra en el Instituto de Cultura de México en San Antonio, Texas, que dirige Enrique Cortázar. Gilda desconfía de la mudez absoluta y me pidió a mí que escribiera una especie de adivinanza para colocarla junto a cada una de las fotografías.
El resultado pudiera ser un acercamiento a los personajes que nos sonríen desde la pared y también una posibilidad de dar paso a lo que cabría llamar fotografía sonora.
Yo aceptó el curioso juego y escribí unas líneas para cada foto que tienen en ocasión la intención de adivinar la esencia de cada persona o por lo menos la esencia que Gilda Roel adivina en cada uno de sus fotografiados.
Como yo no puedo mostrar aquí las 27 fotografías entro a copiar lo escrito por mí con la intención doble de descubrir lo que yo vi en cada retrato y también lo que Gilda encontró en cada uno de ellos.
Elegí algunos de los textos que acaso sean los más afortunados o acaso sean, sencillamente, los que yo pienso que son más afortunados. Estamos ante un juego de infortunios, ya que si Gilda nos mostró lo que piensa frente a cada uno de sus modelos, yo pienso lo que adivino.
Elegí 11 ejemplos, ya que 27 nos llevarían un espacio no habitual en esta columna que suele ajustarse a una fórmula reducida.
Nos debe una novela,/ y un poema./ Le debemos un millón de palabras,/ todas ellas con pincho y aguijón./ Le debemos una sonrisa, larga y procaz,/ y un chiste atrabiliario para incondicionales./ Le debemos, también, que se haya inventado a sí mismo,/ que sus detractores estén muertos,/ y que aún se esté inventando cada día.
La flecha de esta Diana va certera,/ aunque ella no lo quiera,/ al corazón de sus admiradores,/ sin causarles dolores.
Apacible pintor del tiempo ido,/ constructor de artefactos imposibles,/ señor de la sonrisa permanente,/ gentil, siempre gentil,/ mil veces veinte.
La conozco de niña/ y no creció gran cosa,/ ideas severas y sensatas;/ alas de mariposa./ Vida colmada de elogios/ y de amores./ Yo me fui envejeciendo/ y ella: nones.
El caballo de Troya/ es animal canijo/ Sebastián nos dijo.
Llegó desde París/ llegó bailando/ nos enseñó a bailar.
Nos llegó disfrazada de muchacha traviesa./ Después perdió el disfraz entre llantos y tiros./ Se impuso su voz sobre su propia voz./ Ahora es un testimonio que atraviesa/ la patria señalando verdades./ Señalando defectos./ Aplaudiendo figuras./ Desnostando a los malos./ Y amando a los vencidos.
Cada vez que me miras,/ me mejoras./ Y cuando me retratas crezco/ hasta alcanzar las cumbres de los mitos./ Y cuando yo te miro/ llego a las alturas de los ritos./ Son cosas del amor, / pero estas cosas no las cuentes a nadie, /vida mía,/ poco tienen que ver,/ con la fotografía.
Qué suerte hemos tenido que la nacieran fea./ Y también vigorosa./ Con un rostro que cubre una pantalla./ Que cubre mil pantallas./ Que dice con un guiño lo que otras se callan./ Porque nacieron guapas, sin remedio.
Este Juan travieso, severo, agresor y esquivo/ nos trae a todos bailando./ Nadie sabe quién es, ni él tampoco./ Los que lo aman, también lo odian un poco./ Da miedo conocerlo,/ ni su propia leyenda nos aclara el concepto./ Sólo aclara el enigma/ El hecho indiscutible de un talento innegable.
Tiene nombre de flor./ Nació bailando./ Nos enseñó a bailar./ Floreció ella misma./ Ella es espacio y también movimiento./ No necesita voz para decirnos algo./ Le basta con un gesto./ Retratar su inquietud no es cosa fácil./ Porque baila por dentro.
Estos son 11 retratos elegidos por mí de los 27 de Gilda, pido perdón a las ausencias.


